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Escenidades

Romper los márgenes del teatro es reconfigurar la escena

Texto: Roxana Rügnitz.

Fotografía: Virginia Mesías

Cuando decidí mudarme al territorio teatro, tenía apenas 8 años. Era una pequeña, tímida y asmática niña con una rara conciencia del despoblamiento que suponía atravesar el destierro de mi padre, habiendo nacido ya en una familia de varias naciones. Así que cuando me asumí una ciudadana de esta isla llamada teatro, fue, para mí, el mayor acto de rebelión e independencia. Vivíamos en Rosario, Argentina, y de repente descubrí que existía una frontera distinta a las geográficas… Una frontera que, aunque demarca los límites entre la ficción y la realidad, era capaz de romper con los conceptos de separación y distancia en muchos sentidos.

 

 

El tiempo y la evidencia de que el arte es un espacio de privilegio me ha llevado a cuestionar esa idea algo romántica. Aun cuando la existencia histórica de una dramaturgia que asume su herramienta política, entramada con la acción de lxs teatreros del siglo XX, cuestionando la concentración del poder no deben ser desvalorizadas, es necesario repensarlas a la luz de un nuevo siglo. Porque el teatro, en ese sentido, y por cuestiones temporales, ha tenido un papel clave en la confrontación del desarrollo del sistema neoliberal. Sin embargo, se ha dejado fuera de la discusión —al menos en el siglo XX— la cuestión de que, los distintos aparatos del sistema ejercen una sostenida violencia, muchas veces silenciosa, que procura anular a una población vulnerada no solo desde la estructura económica, sino en niveles culturales profundos. Mientras el teatro denunciaba el horror de la guerra, el hambre, la pobreza, la alienación humana en manos de un mercantilismo brutal y las consecuencias de las relaciones de poder porque era necesario hacerlo, se levantaba una invisible barrera sobre otras cuestiones que tenían que ver con el género, las identidades sexuales y los cuerpos racializados. La necesidad de cada tiempo configura las escrituras dramáticas, y desplaza del relato otros problemas por considerarlos menos urgentes. No es una justificación, es apenas una observación, tal vez una alerta.

Enfocando el tema

El teatro uruguayo puede ser pensado en etapas bien delimitadas por sus distintos períodos. Asumir la existencia de un teatro de hegemonías frente a la ausencia de un teatro de disidencias es, a mi entender, observar al menos los últimos períodos que van desde el teatro de fines del siglo XX al de comienzos del siglo XXI.

La línea de continuidad que planteo, en este caso, tiene que ver con la transformación que, tal vez, haya comenzado, tímidamente, a ser disidente en su forma, en los temas y en la necesidad de una escritura que deambula, al menos, en dos niveles de búsquedas: una interna, en la que las dramaturgias rompen las escrituras tradicionales con la intención de encontrar una voz propia, y otra externa, en la que esa voz se vuelve materia en una puesta que trata de politizar todos los recursos escénicos posibles. Esta búsqueda de polifonías estéticas rompe los márgenes textuales ante la necesidad de nuevos códigos de representación.

Pienso las últimas décadas del siglo XX como el final de un ciclo que redefine el hacer teatral desde la diversidad y multipluralidades escénicas que significó las Muestras de Teatro Nacional e Internacional de Montevideo, organizadas por ACTU. Lo acotado del espacio no permite el desarrollo de esta tesis, sin embargo, es oportuno recordar lo que ese proceso supuso para una generación de jóvenes artistas formados en el Uruguay de posdictadura. Las Muestras abrieron la posibilidad de amplificar el aprendizaje, la mirada, las discusiones que derivaron en una potencialidad escénica nueva. La posibilidad de ver teatro de todas partes del mundo, realizar talleres y salirse de los límites de los textos aprendidos para experimentar otras vivencias creativas explotó en ese tiempo. En este sentido, considero que no es casual el surgimiento, hacia finales del siglo XX y comienzos del XXI, de una potente figura creadora en nuestro país: jóvenes que escribían y dirigían teatro con una mirada filosa de la realidad y una búsqueda de nuevas estéticas surgidas de la experimentación.

Las convivencias de formas teatrales no hicieron sino enriquecer y exigir a los elencos un trabajo que cada vez más estaría en diálogo con nuestra realidad. El teatro, como el arte, no puede ser ingenuo y es, en todas sus formas, un hacer político, el surgimiento de estxs jóvenes creadores, con una fuerte consciencia de la herramienta y de su tiempo, da lugar a una maquinaria escénica que viene a decir lo que las estructuras sistémicas del poder intentan borrar.

Hasta principios del siglo XXI, este hacer provoca y tensa, en sus espacios alternativos, la acción capitalista y neoliberal de convencer a la población vulnerada de que no tiene capacidad de agencia. Estxs creadores muestran las grietas del sistema, alertan sobre sus intenciones y deconstruyen el imaginario de pasividad de la sociedad. No sé cuántos de ellxs saben que lo hacen —algunxs es muy claro que sí—, pero ha venido sucediendo, como una militancia para la resistencia de la memoria y la construcción.

Cuando la discusión cultural debe enfocarse en la cuestión material

En esta etapa del siglo XXI, ese trabajo es insuficiente. No alcanza con problematizar, discutir, denunciar situaciones. Hay que materializar los medios para que la cultura trasvase la línea del privilegio. Hay que descolonizar el teatro para que todxs tengan acceso a la herramienta de la producción en el arte.

La escena uruguaya, en su amplia mayoría, sigue definida por una hegemonía de cuerpos, razas e identidades binarias, como si no existieran otros cuerpos. La respuesta a este planteo no puede ser que el problema es que esas identidades no toman la acción del hacer. Es necesario preguntarnos ¿quiénes hacen teatro hoy? ¿Para quiénes lo hacen? ¿Qué historias estamos contando desde la escena? Desde mi integración a la Asociación de Críticxs de Teatro del Uruguay me ha preocupado dónde está el punto del diálogo platea-escena. Mirar quiénes conforman el público antes de ver la obra es interesante, porque se delinea una cuestión que es sistémica. La platea se diagrama con un público de predominancia blanca, cis y binaria. Cuando vemos la obra creada por personas blancas, cis y binarias comprendemos que hay una gran cantidad de población que no está siendo nombrada en el teatro. Si no hablan para ellxs, ¿por qué irían al teatro?

El teatro representa un encuentro de latencia comunal y comunicacional in situ, en el que un grupo de personas acuerdan una serie de códigos para transmitir a otro grupo quienes, a su vez, implícitamente aceptan, durante un tiempo dado, el juego escénico ficticio, como si fuera verdad. Codifica la experiencia social en una estructura estética que permita niveles de lecturas capaces de repensarnos como humanos. Si esto es así, y yo creo que sí, deberíamos suponer que un teatro diseñado por cuerpos hegemónicos le habla a un público de predominancia hegemónica, aunque el contenido intente romper esa barrera.

No quisiera continuar sin subrayar que algunas dramaturgas vienen trabajando, con mucha dificultad por el acceso a los espacios, en romper esa geografía de los cuerpos en escena. Un ejemplo claro de eso es el trabajo de Diana Veneziano a través de un trabajo en el que confluyen multiplicidades de niveles semánticos disputando el privilegio de la palabra. Designa el espacio como un territorio en el que los distintos cuerpos son atravesados por todas las formas estéticas para la configuración de sentidos. En la obra Sudaka, por ejemplo, trabaja el tema de las mujeres migrantes desde una perspectiva de género y clase. La experiencia migratoria surge en escena como una constante que nos atraviesa a todxs lxs humanos, pero los resultados dependen siempre de la clase, el género, la raza.

Por otro lado, me importa destacar el trabajo de Marianella Morena. Su creación, desde la escritura y la dirección desfila por líneas de lo transteatral, porque atraviesa las estéticas, interviniendo las convenciones para transitar una ficción que busca cuestionar y poner en jaque a la sociedad actual y lo hace por motivos plenamente éticos. Fue la primera en llevar a escena el tema de las mujeres trans de frontera que viven del trabajo sexual: sus historias, su dolor, sus marcas, su capacidad de resistencia. Y lo hizo en conjunto con las mismas mujeres trans que viven esa realidad.

Cuando algunos teóricos del siglo XXI hablan de la superación de las palabras en un teatro que desarticula discursos, reconfigurando la escena a través de una apuesta más visual, Morena mete primera y juega con todas las herramientas que tiene a disposición, sin renegar del discurso, a través del que dice, sin piedad ni tibiezas, todo lo que necesita ser dicho a modo de denuncia.

Claro que Diana y Marianella no son las únicas. El teatro uruguayo no se queda quieto, es un laboratorio permanente de pensares, de acciones y de creación viva. Es por eso que se hace necesario desguetificar la cultura teatral. Aunque está sucediendo, no es suficiente aún, porque hacerlo desde el contenido textual no alcanza. Necesitamos volver a la discusión de para qué y para quiénes se hace teatro. Ampliar los espacios escénicos y diversificarlos para que otras historias sean contadas, para que otras poblaciones se reflejen desde la escena. Está bien hablar para mujeres que deben desmontar sus estructuras patriarcales, está bien poner el foco en el tema de las masculinidades, pero ¿cuándo vamos a cuestionar la infinita producción de puestas sostenidas por una población de corte hegemónico, en términos de raza e identidad? ¿Dónde están los otros cuerpos en la escena? ¿Quiénes son esos otrxs no referidxs? No nombrar es una cuestión política, sin duda, pero si el teatro es indispensable para la vida porque la representa y la cuestiona, ¿qué significa la ausencia de esos otros cuerpos? Eso también es político. El teatro ha sido y es un espacio de disrupción, el desafío de hoy es poner esa herramienta al servicio de una creación que desacomode los estándares del privilegio.

Szenen

Aló Arte Bar: un espacio de libertad

Texto: Roxana Rügnitz.

Fotografía: Virginia Mesías

Escenidades nace como un espacio para escribir sobre lo que sucede en el ámbito de la escena nacional, sin embargo, habiendo deambulado más allá de la frontera del país, resolvimos romper otra: la del espacio convencional donde suceden las propuestas escénicas.

En este número hablamos de los rincones de la ciudad. Elegimos un lugar enclavado en el Cordón de Montevideo, en el que dos mujeres llevan adelante un proyecto que es indispensable conocer. Así, atravieso en esta nota distintos niveles que son principio de transformación social: mujeres, lesbianas, cultura y acción política. Los ingredientes para la mejor receta creada por Lea Mazal y María Vicente. Están casadas y convencidas de que el compromiso que las une tiene muchas más aristas que la del matrimonio porque, desde la disidencia, nunca dejaron de militar para la disidencia. Esto también es Aló, un acto de acción política.

Piel Alterna dialogó con ellas para conocer el proceso que supuso crear Aló. Hablar con las dos es divertido, tienen un time entre ambas que subraya la convicción de lo que hacen mucho antes de decirlo en palabras. Lea sugiere que sea María la que comience ya que ella la despertó un día para contarle lo que se le había ocurrido. Es que Aló amanece como el sueño, después del sueño de dos mujeres que viven y militan el amor.

Así que María toma la posta para contarnos el origen. «Arrancamos con esto hace tres años. Somos activistas de Ovejas Negras y participamos en la Cámara de Comercios y Negocios LGBT. Lea es la vicepresidenta y yo trabajo en la parte de inclusión laboral. Siempre conectadas con la pata social, que es lo que nos mueve el deseo de hacer cosas».

«Todo comenzó con una idea. Un día nos despertamos y pensamos en cuáles son las cosas que nos gusta hacer. Nos gusta ir al teatro, la cultura, el entretenimiento y buscar espacios donde sentirnos cómodas. Nosotras venimos de los tiempos en que nos echaban de los boliches, de cuando no nos dejaban estar de la mano con nuestra pareja, ni expresar nuestro afecto en público. Venimos atravesadas por esas historias. Y aun cuando hoy cambió mucho todo, siguen existiendo espacios donde sabés que no sos bienvenida. De eso surge todo. De pensar en un lugar con propuestas que tengan que ver con nuestras identidades lésbicas. Generar shows o espectáculos cuyos contenidos estuvieran vinculados con la noche gay, con lo drag, con eventos LGBT».

En sus palabras resuenan muchas vivencias, también las mías. Los espacios no son para todxs. Los relatos que se cuentan, incluso desde el arte, no reflejan todas las experiencias de vida. La sensación de que existe un corrimiento social para una población que se ha sentido de clase B es poderosa. ¿Cómo transformar esa realidad? Lea y María nos dan la respuesta porque supieron unir conceptos complejos: el contexto histórico más un espacio de encuentros que sumara espectáculos culturales con contenidos diversos e inclusivos para una comunidad que solo había sido representada en clave de burla. Es claro, en la expresión de María, este vacío: «Es que nos faltaba algo. No encontrábamos en las obras que veíamos esa sensación de decir: “Ah, con esto sí me identifico, están hablando de mí”. No importaba la temática, podía ser algo cotidiano, pero algo que tuviera que ver con nosotras».

Lea recuerda el momento germinal. «Cuando se le ocurrió la idea, María me despierta con una serie de placas, como para Instagram y me dice: mirá lo que hice. No tenía contenido, más que los nombres. Yo lo miro y le digo: “Pero esto está buenísimo”. A mí, además de sentirme identificada con lo que pudiera suceder en un espectáculo, lo que me pasaba era la necesidad de sentirme segura. Nosotras estamos juntas hace doce años. Nos gusta salir, ir a bailar y muchas veces nos vimos enfrentadas a situaciones complejas en las que nos empezaban a decir que nos diéramos un beso. Era muy incómodo. Necesitaba un lugar donde me sintiera segura y tranquila. Cuando, esa mañana, María me mostró la idea, me encantó y le propuse armar un ciclo específico para nosotras y ver de presentarlo en algún lado. Así fue el inicio».

La memoria tiene algo hermoso, porque va tejiendo esos momentos como si hubiesen sido sencillos. Es claro que no lo fue y María lo señala: «Recibimos muchas violencias por ser mujeres y lesbianas, incluso de la persona que nos alquiló. Siendo mujeres, con la bandera de la diversidad, como lesbianas visibles y como pareja, nos cuesta mucho sostener este lugar».

En los distintos cuadros que arman María y Lea, lo que más se percibe es la pasión compartida, el convencimiento de que era necesario y la valentía de hacerlo. Como en todos los procesos, siempre están lxs aliadxs indispensables y María no quiere dejar de mencionarlxs: «Tuvimos el acompañamiento de Ovejas Negras. No lo hacíamos desde Ovejas, pero estuvieron presentes siempre. Aló Lesbianas arrancó como un ciclo cultural que llevamos a cabo en plena pandemia. La idea venía de antes, pero nace en pandemia porque fue un contexto muy difícil para lxs artistas. Entonces un sitio nos abrió las puertas, nos dijo que teníamos ese espacio controlado a nivel sanitario y que podíamos hacerlo dentro de las horas que estaba permitido. A partir de ese momento potenciamos a lxs artistas emergentes para que pudieran presentar sus shows en un contexto que les impedía trabajar. El lugar fue Il Tempo».

Les pregunto sobre el nombre. Es sugestivo. Me remite al saludo en portugués y aun así parece haber más. La idea del nombre la tuvo Lea, y el sentido es interesante. En este caso no sería un saludo, sino un llamado a las identidades lésbicas. Era una forma de convocarnos diciendo: «Hola, acá estamos», por eso la gráfica era la imagen de un teléfono. Lea nos aclara el juego: «Aló Lesbianas y A lo lesbianas».

«A partir de esos conceptos, empezamos a trabajar con Lea y con la gestora cultural Maru Salles, esto que estaba pensado desde los contenidos, pero, sobre todo, como un espacio de voces y encuentros, para que la comunidad LGBT estuviera presente desde el arte. Nos contactamos con Adelina Perdomo, una comediante lesbiana uruguaya. Ella fue y sigue siendo la cara del ciclo con presentaciones y stand up donde hablaba de fertilización, de ser madre, de casarse y de leyes. Todo un pasaje a través de situaciones desde la perspectiva de las lesbianas. Así fuimos armando el equipo. Más tarde se integraron Hugo y Anita, una pareja de compañerxs activistas de Ovejas. Ellxs se encargan del sonido y la producción. Armamos un equipo militante que hace eventos culturales para lesbianas. En un principio fue a la gorra. Todo lo que recaudábamos era para lxs artistas. Un trabajo de autogestión cuyo gasto era tiempo en vida. Además del stand up de Adelina, hicimos la noche de relatos lésbicos eróticos».

Lea nos cuenta lo importante que fue todo ese proceso en el que combinaron diferentes formas de arte. Dos mujeres, una red de colaboradores y una idea hicieron la diferencia. La ciudad está llena de esos secretos. Mientras que los teatros del Centro continúan contando historias de personas blancas, cis y heteronormadas (en su mayoría, claro), en algunos rincones se van creando otros relatos indispensables que dan cuenta de que la humanidad no es ni lineal ni homogénea.

María describe el proceso: «Combinamos distintas artes. Era, en términos musicales y visuales, un evento para todos los sentidos. Las historias que se relataban estaban acompañadas por la música de fondo de Macarena Nacimiento. Ella cantaba en los bondis y la conocimos por las redes. Mientras sucedía esto, una artista plástica chilena [Vale Caracola] pintaba mujeres. Queríamos que lxs espectadores se fueran con la sensación de haberse sentido gozadxs».

En fascinante acompañarlas en este relato que va tomando forma desde la memoria de ambas. Lea recuerda: «Fue un clima completo. Nosotras pensamos entonces que, si nos gustaba porque era parte de lo que queríamos de un show, entonces a las personas que apuntábamos les iba a gustar también, y así fue. Luego de ese inicio, preparamos el ambiente para el siguiente show que fue la proyección de una película posporno lésbico, llamada Las hijas del fuego dirigida por Albertina Carri. El día en que se proyectó, tuvimos mucho cuidado del ambiente. Insistimos en que en ese momento solo estuviera la gente del show y que, de haber más personas —además del público— no se hicieran comentarios. Fuimos muy cuidadosas de todo. Incluso preguntamos a las personas si querían que sus fotos aparecieran en redes o no. Este fue el arranque del ciclo que se hacía en Il Tempo».

La concepción de un espacio para identidades lésbicas que rompe las fronteras de los deseos y de los cuerpos para concebirse como un lugar para todxs tiene que ver con la vida y la militancia de Lea y María. Aló no viene a guetificar, nace para convertirse en territorio libre de violencia y acoso, una casa donde ser es la única regla. «Este es un espacio abierto para todxs y donde las mujeres se sienten más cómodas» dice María para sostener el principio de seguridad y libertad.

Lea retoma las propuestas artísticas. «Más adelante tuvimos un show de drag king. Averiguamos todo sobre el movimiento. Se trata de una perfo masculina, realizada por una mujer. Quisimos hacerlo para romper esa barrera y ver qué pasaba en Uruguay con ese tema. Fue súper interesantes porque se volvió una veta donde expresar identidades a través de la performance. El segundo año ya lo quisimos hacer de forma itinerante en distintos bares de Montevideo. Llegábamos con Aló Lesbianas y con el tema de la accesibilidad a los locales y rompíamos estructuras instaladas».

Fue en esa movida que empezamos a pensar en un espacio fijo. Definimos que ese lugar debía ser otra cosa distinta de lo que fue el ciclo. Diferenciarlo para que no fuera exclusivo para lesbianas, sino para toda la diversidad, por eso al bar le pusimos Aló —con la L al revés—. Empezamos en un barcito en la calle Constituyente donde hacíamos los shows que ya veníamos realizando y creamos un ciclo diferente».

«Ahí surgió un show de stand up de Pibas a las Risas que lo producía Adelina Perdomo», agrega María al relato de Lea. «Un ciclo de humor con contenido para mujeres en el que se cuidaba mucho el chiste porque nos interesaba transitar otras formas de humor, distinto a los conocidos. También hicimos un ciclo musical con artistas emergentes de mujeres y disidencias. Una noche, con esa visión de lo que había sido el drag king, resolvimos hacer la Noche de las Caballeras. Eso nació con una connotación política bien subrayada. Todo fue a raíz de una normativa que establece que los espacios deben tener un baño masculino y otro femenino —nosotras contábamos con un solo baño—. Sin embargo, los bares de hombres, según una normativa vieja, pero vigente, sí pueden tener un baño. Entonces creamos la Noche de las Caballeras, para que no fuera ilegal tener solo un baño» [risas]. Risas suyas y mías, pero cargadas de una mezcla de ironía e incredulidad.

«Esa noche tocó una banda que se llama Juana y los Heladeros del Tango —cuenta Lea—. Cantan un tango bastante político. Juana y su esposa van siempre de vestido y los músicos, vestidos de varones, pues esa noche vinieron al revés. Como ellxs cantan tango, además pedimos que vinieran vestidxs todxs de caballeros de época. Levantamos las mesas y terminamos bailando. Fue un éxito. Después de eso nos dieron treinta días para hacer un baño o nos clausuraban. Así que nos fuimos».

Estamos en el siglo XXI, atravesamos la cuarta ola feminista. Debemos justificar por qué las mujeres luchamos por nuestros derechos, porque la perspectiva es que todo ha cambiado ya y aun así las leyes obligan a dos mujeres que construyeron un espacio cultural para romper el paradigma que estratifica identidades a irse del local porque tiene un baño y no es para varones. Hay una brecha fina entre la bronca y la ironía, pero no lo decimos. Mejor seguimos hablando de la resiliencia que las hizo continuar. Aló se muda a un espacio más grande y con una gama de posibilidades increíbles.

María lo explica. «El proyecto es el mismo, pero cambiamos a una propuesta con más gastronomía, más cafetería, ampliamos el horario para que fuera una casa donde pudieran venir, quedarse, sentirse cómodxs y habitarla. Para nosotras este lugar es un sueño que muchas mujeres proyectaron. Nosotras queremos que todas esas historias que vienen de atrás, estén acá, en Aló».

«Es un espacio que pensamos también como intergeneracional —subraya Lea—, la idea es que vengan personas de todas las edades y se sientan cómodas. Una cosa interesante que pasó es que la barra se convirtió en un lugar clave. Muchas mujeres vienen solas y se quedan en la barra, así que se transformó en un rincón donde pasa de todo, charlas de todo lo que se te ocurra. Algunas ya vienen a sentarse a su lugar en la barra. No existía algo así para mujeres».

Se me ocurre que Aló no es solo un boliche o un espacio cultural, es un acontecimiento social en Montevideo. Una oportunidad para vivirnos como somos y con la alegría de compartirlo con otrxs. La bandera de la diversidad, afuera, es casi la batiseñal. Es ahí donde lxs que nos hemos sentido excluidos, observadxs, juzgadxs, pero también todxs aquellxs que nunca lo sintieron, podemos recalar, para construir otra idea de vida en sociedad. Lea lo confirma cuando dice: «No sé si nos damos cuenta de lo que estamos haciendo. Esto empezó como un juego, en el sentido de que no somos productoras, pero se constituyó en algo mucho más fuerte».

María va cerrando con la idea de que derribar barreras tiene costos, aunque lo vale: «Ser mujeres, lesbianas y emprender es mucho. Hay un montón de violencias en el medio que las vas cargando en el cuerpo, aunque sean cosas tontas, como que estoy pintando las rejas y cuando me ven, se paran a aplaudir como asombradxs por lo que somos capaces de hacer». «Hubo que cambiar muchas formas de ver la vida desde una perspectiva de género —suma Lea— porque me acuerdo de que, al principio, un vecino nos veía trabajar y nos decía: “Ah, pero ustedes son mujeres completas, che”. ¿Entendés?, completas».

Y sí que entiendo. La idea de estar completas porque de pronto descubren que somos capaces de hacer lo mismo que ellos y más. La idea de ser completas porque nuestro rol no se define en el marco del hogar y del cuidado, únicamente. Ser completas, en esa mirada, es tener rango de varón. Por eso el subrayado de «ustedes son» marca, además, esa indisoluble perspectiva de que, para algunas personas, las mujeres en general seguimos incompletas, con la excepción de las rarezas como Lea y María. El proceso es lento, pero un espacio como Aló empuja la marcha un poco más allá. Hace posible ampliar la mirada y pensarnos en un universo sin diferencias que guetifican. Aló existe porque dos mujeres tuvieron un sueño que reivindica el de muchas otras. Hoy lo volvemos relato para seguir habitándolo. María y Lea te esperan ahí, atrás de la barra, en Chaná 2030, entre Blanes y Jackson.

¹ «Colectivo Ovejas Negras es una organización de la diversidad sexual en Uruguay, que se propone luchar contra toda forma de discriminación, especialmente contra la discriminación por orientación sexual y/o identidad de género, particularmente con el fin de construir ciudadanía entre las personas LGTTTIB del Uruguay.» Recuperado de <https://www.mapeosociedadcivil.uy/organizaciones/colectivo-ovejas-negras/>.

La escena en otros cuerpos

Texto por Roxana Rügnitz

Fotografía por Mariela Benítez

El fin de semana me llevaron a ver un espectáculo teatral realizado en el Royal Court Theatre de Londres. La obra es Sound of the Underground de Travis Alabanza¹. Una producción realizada por un elenco de personas disidentes. En parte, juego; en parte, cabaret estridente; en parte, manifiesto de trabajadores. Es, en definitiva, una invitación de Travis: «Únase a ocho íconos del drag clandestino mientras derraman el té, liberan el pezón y luchan contra las fuerzas sombrías que amenazan sus medios de vida».²

 

En esta oportunidad, la particularidad de mi escritura no se centrará en la puesta o en el contenido de la pieza, sino sobre el hecho de que la obra, obviamente, era en inglés, un idioma que me es ajeno. Para una persona que ha construido su vida en torno al teatro, Londres es una de las mecas del arte escénico. En sus calles de direcciones confusas para cualquier latinx, en sus zonas céntricas donde abundan pantallas de neón que delinean, en contraste, antiguos edificios en los que se conjugan pasado y presente —sin añoranzas, aunque con una imperceptible cuota de ansiedad—, allí laten todas las formas de expresiones posibles y aun deseadas.

 

Ahí me encontraba yo, con los sentidos alerta, devorando, impiadosa, todo lo que pudiera ser leído sin necesidad de una lengua. No sabría decir si hubo momentos de lucidez en mis intentos. Me percibía niña, descubridora divertida, incapaz de comprender un idioma que me había sido ideológicamente esquivo. Lo que sucedía a mi alrededor, por simple que fuera, se transformaba en un signo a descifrar: los generosos intentos de comunicación de algunas personas —con palabras muy pensadas y manos que buscaban completar los sentidos ausentes—, miradas cómplices que parecían apiadarse de mi ignorancia, se sumaban a los abrumadores sonidos del ambiente que me imponían un alto nivel de atención (atención en tensión) exigido por el contexto. Ya estaba desbordada de deseo incluso antes de comenzar el espectáculo.

 

Consciente de mis casuales circunstancias de extranjera, pero al mismo tiempo de estar en el único territorio, hoy, en el que me siento en casa: el teatro, intenté descifrar algunos de la enorme multiplicidad de los signos que se desplegaban por todas partes, a tal punto que me definieron como espectadora, incluso antes de serlo formalmente.

No entender la lengua impone una lectura de todos los códigos corporales que se vuelven, en ese instante, parte de una escena. La llegada al bar del teatro para beber mientras veo a personas que se reconocen entre sí y se abrazan en saludos cálidos que no requieren traducción, of course.

 

El ingreso a la sala: «En primera fila» me dicen, con cierto aire de picardía que esconde la esperanza —frustrada al fin— de que los personajes interactuaran conmigo durante la función. El teatro es pequeño, aunque tiene platea y palco. Entre el espacio y el público deambula un aire a lo subterráneo, a lo periférico y a la necesaria insistencia de manifestar las existencias negadas en un tiempo que se quiere diverso y aun así la dictadura de los cuerpos define a las personas.

 

La obra inicia casi de forma abrupta por medio de la irrupción de lxs actores a través de distintas zonas del teatro. La imagen que se impone en escena es la de ocho cuerpos uranistas, al decir de Paul B. Preciado; aunque, en ese instante, posiblemente todo el teatro era Urano. Habitantes «tránsfugas del género, furtivos de la sexualidad […] Lo que nos jugamos es el cuerpo, la vida».³

 

Cuando llegan al escenario, se paran en hilera frente al público en una pintura que lo dice todo. La belleza de la intervención en cuerpos que ya gritan antes de la palabra que surge para subrayar lo que muestran, a modo de presentación individual. No entendí los intersticios de los discursos (re)presentativos, aunque impactaron en mi mirada, incluso en mi respiración, prometiendo una noche colmada de deseos.

 

Lo que voy a plantear en «Escenidades» tiene que ver con una frontera delimitada por el idioma. Se trata de lo que un espectáculo puede provocar más allá del texto. Esta sección procura deambular por territorios alternos en los que lo visual se impone a los discursos dichos en un idioma desconocido. Habituadxs a un teatro en el que la palabra define el relato, cuando el idioma es ajeno, es necesario repensar los códigos de la representación. En estos casos, los parlamentos constituyen significados parciales que despiertan asociaciones capaces de configurar algún nivel de sentido.

La obra explora cómo la cultura de los clubes underground en Londres moldeó a los artistas queer de la actualidad. Denuncia la compleja situación que atraviesa el arte, especialmente el arte corrido de las fronteras del centro: un arte de disidencias. Son ellxs, sus cuerpos autodefinidos y vulnerables, sus voces, sus manifiestos los que se ponen en escena para reclamar un derecho que la historia les ha quitado a fuerza de dolor.

 

El espectáculo se organiza en cuadros. El primero instala una puesta realista que parodia las formas expresivas del teatro clásico, la postura y exageraciones de los personajes me acercaron a esa idea. La escena rompe el hipernaturalismo en un desborde bélico que juega con el absurdo en una tensión dramática en la que RuPaul parece ser un objetivo a destruir, probablemente por haberse vendido al mercado —y, quiero subrayar, probablemente—. El cuadro siguiente tendría una estética más performativa e individual, en la que se explora y explota las formas de existir que rompen los parámetros construidos culturalmente. En cada caso, parece confrontarse como denuncia la belleza disidente y contracultural deseada en escena con sus cuerpos «extraños» y violentados en las calles.

 

Es posible que no haya entendido la mayor parte de lo que se dijo en la obra, sin embargo, la percepción de celebrar la existencia a través del derecho a la expresión se convirtió en una sensación, casi todo el tiempo. Por momentos, la idea de ponernos en jaque, ¿cuál es el límite?, ¿la mirada abierta y deseante del espectáculo atravesado por un despliegue fascinante, o las miradas ausentes, esquivas en los espacios públicos donde ellxs, lxs artistas, dejan de ser admiradxs para ser agraviadxs? ¿Dónde estamos lxs que aplaudimos?

 

Todo el espectáculo fue, para mí, un cúmulo de impulsos más emotivos que racionales, aunque también de análisis de imágenes que no llegaban a corroborarse en palabras. La visión de los rostros diseñados en los personajes/actores, cuyas expresiones definidas jugaban en la línea de la provocación e interpelación a un público extasiado casi todo el tiempo, me dejaban, demasiadas veces, desterrada del sentido. Frente a esa incapacidad, mi cuerpo reverberando hasta temblar cargado del deseo a veces, agotado de tantas tensiones (est)éticas, simbólicas, sonoras, obvias.

 

Hubiera querido quedarme quieta, dejarme tomar por esos estados, antes de que llegara la necesidad de una respuesta intelectual casi inmediata, seguro sobre: «¿Y? ¿Qué te pareció? ¿Entendiste?», era incapaz de responder en una lengua ajena todo lo que me había provocado y que no pertenecía al territorio de la razón.

 

El teatro físico no se agotaba en la escena. La salida de la sala terminó en un recorrido por escaleras repletas de personas con sonidos eufóricos que nos dejó en el bar al que llegaron más tarde lxs artistas y le dramaturgx de la obra. Otra extensión del espectáculo. En medio de ese barullo intelectual y fascinante estaba yo, la analfabeta de la lengua, aturdida en mis propias emociones. Me quedé en silencio. Mis pensamientos vagaban en mis permanentes reclamos al teatro en mi país, un teatro demasiado blanco, demasiado cisgénero. ¿Será posible romper esa frontera? Yo apuesto siempre a que sí.

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¹Escritor y creador no binarie de teatro, cuyos trabajos aparecieron en la British Broadcasting Corporation (BBC), Guardian, Gal-Dem. Fue el ganador más joven del programa de artista en residencia en Tate Galleries. El espectáculo con el que debutó, Burgerz, realizó una gira internacional. Su trabajo en torno al género, la identidad trans y la raza se ha destacado internacionalmente, lo que le posibilitó brindar charlas en universidades como Oxford, Harvard, Bristol, entre otras.

²Alabanza, Travis. Interview with Travis Alabanza | Sound of the Underground. Youtube. Royal Court Teathre, 23 de diciembre de 2022. <www.youtube.com/watch?v=qQhOLyWngcw>.

³«Paul B. Preciado, referente trans: “Lo que nos jugamos es el cuerpo, la vida”».Clarín, 2019. Recuperado de <www.clarin.com/cultura/jugamos-territorio-cuerpo-vida_0_PtNDC2pa4.html>.

El teatro, un salto de fe y dolor

Texto por Roxana Rügnitz

Fotografía por Mariela Benítez

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El teatro es sin duda un lugar para aprender

sobre la brevedad de la gloria humana; ¡Oh,

todas esas pantomimas maravillosas,

resplandecientes, absolutamente desaparecidas!

 Iris MURDOCH

¿El teatro nació del dolor? Me pregunto mientras me remonto a sus orígenes, en la Grecia antigua, en el que un acto ritualístico y sagrado, el ditirambo, se convierte en un espectáculo como la tragedia, con el objetivo, según Aristóteles, de expiar las pasiones. ¿El teatro cuesta dolor? Insisto en una pregunta cuasi anafórica en la que pienso en Antonin Artaud y su desesperada búsqueda de una forma de arte capaz de provocar y transformar.

¿El teatro se sostiene desde la pasión y el dolor? Y, en esta última cuestión, pienso en Uruguay, en el proceso que va desde el teatro criollo del siglo XVIII al nacimiento del Teatro del Pueblo en los años treinta del siglo XX hasta nuestros días. En ese recorrido hay, sin duda, momentos llenos de amor, del deseo de lxs artistas de crear magia para contarnos historias con pocos elementos, poniendo imagen y voz a un montón de sensaciones a las que el arte les da forma. Sin embargo, están atravesados, también, por el dolor de la soledad y por la eterna creencia de que el arte se paga desde el placer, como si lxs artistas no tuvieran las mismas necesidades materiales que el resto. Simples preguntas al aire, para que lxs lectorxs, eventualmente, las respondan. Me quedo con los puntos suspensivos, con la sensación de que el arte cabalga sobre el dolor del mundo para mostrarlo, para sufrirlo y, de alguna forma, por qué no, expiarlo.

Entonces vuelvo al presente y pienso en todos esos grupos de teatro que sobreviven en los rincones de nuestro país, e insisten y resisten porque así son los que habitan los límites geográficos del arte. En este camino llego a un punto pequeño donde crece un jardín, bañado por el océano y llenito de lobos marinos. Allí, en el Cabo Polonio, hay teatro y se sostiene porque sus dos integrantes son tercos contadores de historias, hacedores, iniciadores del fuego que alimenta esa idea original del teatro como un ritual. Ellxs son Gabriel Valente y Maricruz Díaz, creadores de Tatuteatro.

 

En esto de escribir, a veces se nos atropellan las palabras, las ganas de decir, y olvidamos otras voces. En este caso, Gabriel y Maricruz son lxs protagonistas de este relato y por eso es importante que sea desde su voz que se imprima esta historia en la que el teatro también es dolor. A continuación, las palabras de Maricruz, llenas de vida.

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Teatro y dolor

Dijo Violeta Parra: «… la gente que nos escucha o lee, en realidad, escucha o lee nuestros sufrimientos. A lo mejor nos busca para sufrir también, pero de un modo nuevo, pues no todo el mundo sufre del mismo modo. […] se acercan como los niños al fuego, presienten que se pueden quemar las manos y, sin embargo, tocan». Yo hago teatro pues el teatro es vida y la vida es dolor y alegría, unidos por una larga serie de dudas sobre cómo zafar del dolor y alcanzar la felicidad que es tan escurridiza.

En Tatuteatro hacemos todo el proceso creativo con fe y alegría. Una vez seleccionado el tema, la vida es una búsqueda incesante de esa felicidad de mostrar nuestro trabajo a otros, de reflejar en escena un recorte de la realidad que nos concierne a todos, un discurso político. El dolor es más intenso, entonces, cuando no conseguimos el objetivo de satisfacer las expectativas del público. Un dolor que todo artista alguna vez sintió y del que aprendió mucho más que de los aplausos. Provoca dolor, sin duda, no contar con los recursos actorales o técnicos para lograr mayor impacto con nuestros textos. Siempre nos falta formación y por eso participamos de todos los talleres que podemos, a pesar de la distancia. Duele que, en un país tan pequeño, el concepto de teatro se divide en Montevideo o interior, lo que acarrea el inevitable prejuicio: teatro bueno, teatro malo.

¿Por qué no se habla de teatro de Uruguay? En Alemania, por ejemplo, ¿el teatro de Berlín es mejor que el de Bonn, Múnich, Kassel, Frankfurt? ¿Cómo es posible que el festival de teatro más importante de Europa sea en Avignon y no en París? Es un tema estructural, pero duele que por políticas culturales de Estado no se puedan formar en todo el país actores, dramaturgos, directores, escenógrafos, médicos, dentistas, veterinarios, arquitectos, etcétera.

Ese dolor es prodigioso y ha llevado a que un grupo creciente de teatreros den la pelea silenciosa en Fray Bentos, Paysandú, Colonia, Canelones, Maldonado, Rocha… ¿Sabían que el Festival de Teatro Perimetral que se desarrollaba en Las Piedras y Ciudad de la Costa llegó a once ediciones?, ¿que el Encuentro del Litoral y del Más Allá este año cumple también once ediciones?, ¿que el Encuentro de Teatro del Este organiza su sexta edición? A pulmón, y con diferentes niveles de apoyo estatal y municipal, hemos dado la pelea; participan grupos de todo el país y del exterior. Duele que los críticos de teatro, los estudiantes de la maestría en teatro y los docentes de teatro se pierdan estas instancias de intercambio que se manifiestan en las obras, los talleres, las devoluciones, la convivencia.

En la época de teatro barrial, por los años ochenta, apenas llegado de México, invitamos al maestro Atahualpa del Cioppo a conocer la experiencia y, encantado, vio una obra en un complejo habitacional de La Cruz de Carrasco y, por supuesto, nos regaló una clase magistral.

Duele la falta de recursos. He visto puestas en escena millonarias en la Comedia Nacional. Siempre me pregunto, ¿qué harán con todo ese material una vez que la obra baja de cartel?, ¿cuántas cosas podríamos hacer todos los grupos independientes que reutilizamos una y otra vez telas y telones y vestuario? (El Teatro 25 de Mayo de Rocha nos regaló un telón viejo, con él pudimos forrar toda nuestra salita en Cabo Polonio, y ya cumplió ocho años de uso). Duele que se hagan obras solo para ocho funciones. Supe que era el mínimo para ser considerados candidatos para acceder al premio Florencio Sánchez. Duele que no todo el mundo vea teatro, que la gente humilde sueñe con entrar al Solís y no se atreva. Duele que un teatro intimide. Duele el teatro cortesano como duele el entertaiment, el stand up, las impro… la banalización.

Hemos recibido ayuda a través del fondo concursable regional y el de infraestructura, quisiéramos que alguna vez alguien venga a ver qué hemos hecho con ellos y poder conversar de cuánto más podemos hacer involucrando niños de las escuelas, jóvenes, adultos. Duelen los huesos y las articulaciones, pues no paramos la máquina y se va gastando. El teatro es una experiencia para toda la vida, porque es vida. Atahualpa era viejito cuando nos vio actuar. Cuánta juventud en sus palabras, él no se jubiló de teatrero, no le dolía el alma por ausencia de teatro. Me quedó clarísima su lección.

 

Tatuteatro Cabo Polonio (textos, canciones, poemas, actuación, vestuario, iluminación, escenografías, objetos escénicos, maquillaje, risas, llantos).

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¹ Herrero, Víctor. Después de vivir un siglo. Una biografía de Violeta Parra. Lumen, 2017.

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Hanami: cuando la belleza es un acto de amor

Texto por Roxana Rügnitz

Fotografía por Mariela Benítez

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Un encuentro con el público desde nuestra

humanidad compartida. Es la posibilidad de ser

canal y ponerme al servicio de la vida. Poder, a

través de esta experiencia teatral, abrazar la vida

y bailar la muerte.

Danna LIBERMAN

El teatro es un territorio que ha buscado, en su sinuosa geografía, las dimensiones de la belleza más allá de las convenciones. Cuando se pone en escena una obra, los hilos que bordan ese imaginario en el espacio, transmutan la idea al concretarse en la puesta. Llegar ahí implica un proceso de investigación que permite seleccionar los niveles estéticos que, luego, impactarán sobre la emoción visual con el objetivo de alcanzar también, a través del texto, una dimensión conceptual.

La representación, en modo ideal, es un todo ensamblado entre estética y ética que, en muchas oportunidades, acaba por desarticular los conceptos previos que traemos de la belleza. Es que, en teatro, esa cuestión tan compleja de la belleza no solo es evidencia de la producción del objeto obra, tiene un alcance mayor cuando se desprende del diálogo intangible que sucede en el parámetro significativo de lo que Jorge Dubatti llama  convivio. Se trata de un impacto que debería producirse en un tercer espacio, no físico. La idea de este autor es que entre el escenario y la platea se realice ese encuentro —casi una fusión— entre lo que propone la obra y lo que le pasa al espectador, alcanzando así la singularidad de una belleza indescifrable, pero transformadora.

La cuestión es que las formas de la estética en el arte tienen tantos niveles de representación que serían inabarcables en un artículo. Sin embargo, el objetivo en esta oportunidad es analizarla desde la perspectiva de una sola obra: Hanami de Danna Liberman.

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En cuanto la vimos, supimos que debía ser el tema de esta sección, porque en ella los parámetros de la belleza se amplifican para llevarnos a territorios en los que ese simple concepto entra en tensión con algunos aspectos humanos que, de no ser por Hanami, probablemente no habríamos imaginado. Solemos asociar la belleza a ideas clásicas y más concretas. Es bello lo que despierta nuestros sentidos y nos atraviesa de sensaciones cercanas a la alegría, pero ¿y si la belleza viene del dolor? Hanami impregna a la platea de una cantidad de emociones, casi vertiginosas, para cambiarnos el foco del asunto.

¿Cómo rompemos los preconceptos? ¿Cómo desciframos, en nuestra forma recortada de pensar el mundo, esa conexión? Posiblemente, apenas un mes atrás me hubiese costado, siquiera pensar en esta pregunta, pero después de ver Hanami, todas las respuestas se desparramaron ante mi insignificancia. En la platea, rodeada de personas, me sentí sola, en un íntimo encuentro con la actriz, mientras asistía a una de las expresiones más intensas de belleza.

Hanami significa «ver flores». Esa sería la traducción japonesa de observar la belleza de las flores, lo que me lleva a pensar en la simpleza. Me detengo allí, en esa definición, para comprender. Salgo a mi jardín a ver las flores. Están ahí, tan sutiles, naciendo y muriendo, capaces de entregar su esplendor como un acto generoso y sin esperar nada más. Tantas contradicciones vienen a mi mente. Hemos perseguido una idea de belleza superficial porque la hemos asociado a la eterna juventud y, sin embargo, veo en esa pequeña flor que la perfección de su existencia es plena, completa, sin ninguna expectativa, sin necesidad de permanencia.

Hanami es el perfecto título de la obra que Danna Liberman escribe para contarnos una historia que nace de un dolor indescriptible, pero que llega a configurarse en la misma singularidad de ser una flor con la capacidad de celebrar ese instante preciso, sin pedir más nada.

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Cuando ingresamos a sala, vemos un espacio completamente despojado, habitado por la intensidad del color. Algunos recursos sutiles como la flor que insiste en ser toda ella, sin más deseos, con sus pétalos y tallos y hojas. La puesta en escena tiene la sensibilidad y la inteligencia de Jimena Márquez y de Luz Viera. Ellas han comprendido que ese texto requiere toda la capacidad de simpleza a la que se puede acceder para explotar allí, en ese acto de entrega, ante el cual todas las desnudeces se estremecen, el hecho teatral de la belleza que nos llevará a niveles impensados de la emoción.

Danna nos mira de frente, nos habla desde el lugar más profundo con dulzura y, desde ese mismo lugar, hace un pacto con nosotrxs. Danna se convierte en esa frágil flor en escena.

La belleza va surgiendo allí, envolviéndonos a todxs, aun cuando por momentos, como escondido desde los lugares más perversos de la cultura, surge ella, la culpa, para intentar detener el goce de lo que estamos experimentando. Es que somos conscientes de ese extraordinario oxímoron que representa hablar del dolor de la pérdida y, desde ese lugar, generar un acto puro de belleza. No solo estética, se trata de una belleza más cercana al plano de la ética, por lo que supone la capacidad de entregarlo todo, lo más íntimo, eso que solemos esconder en nuestros baúles más privados porque, dentro de los códigos de una sociedad hipócrita, parece no estar habilitado compartir el dolor con todxs.

 

La actriz-personaje nos interpela, nos habla directo, viene a regalarnos la más hermosa de las flores que quedará atrapada en nosotrxs, abrazándonos desde dentro. Danna en escena se vuelve flor con conciencia de finitud, pero una conciencia extraordinariamente clara, sin registros de dramas —a pesar de lo que nos cuenta—. Ella nos lleva a su lugar más íntimo y nos deja bailar su dolor, para volverlo allí, en el teatro, otra forma de vida.

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¹Jorge Dubatties profesor universitario, crítico e historiador teatral argentino. Entre sus principales aportes a la teatrología se cuentan sus propuestas teóricas de filosofía del teatro, teatro comparado y cartografía teatral, disciplinas en las que ha sido pionero.

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Ein Konzert zwischen Zeit, Alter und Theater

Text von Roxana Rügnitz Fotografie von Mariela Benítez

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Das Alter hat eine geschlechtsspezifische Dimension, die Simone de

Beauvoir posiert radikal. Das Weibliche als Konstante

sozialer Aufruhr, hat mit einer "Überrepräsentation" zu tun

des Körperlichen und Sinnlichen als Grundwerte

verbunden mit der Tatsache,» «eine Frau zu sein». Das ist die große Falle

dass der Autor darauf hinweist, dass das Altern schwieriger wird

Damen.

 

Asuncion Bernardez Rodal

Transparenz von Alter und Gesellschaft des Spektakels

Simone de Beauvoir beschäftigte sich zeitlebens mit den Auswirkungen der Zeit, bis sie 1970 ihr Buch „Alter“ veröffentlichte. Der zeitliche Abstand zwischen diesem Buch und der Gegenwart ist nicht signifikant, vielleicht deshalb, während wenig über diesen Lebensabschnitt gesprochen wird, passt sich der Markt ihm an. Die Medien spiegeln ältere Menschen nicht wider, es sei denn, sie wollen Ihnen die Wunder eines Gesundheitsheims verkaufen. Sie besetzen jedoch zunehmend die Räume und zeigen, dass sie noch viel zu leben haben. Sie waren die Versorger ihrer Enkel, sie haben ihr Arbeitsleben über das Bestehende hinaus fortgesetzt und sie sind ganz besonders Konsument, was auch mit ihrer Freizeit zusammenhängt. Wenn wir von älteren Menschen mit Lebensqualität und einem gewissen Privileg sprechen, reisen sie, besuchen Kurse, gehen ins Theater oder ins Kino. Sie sind aktiv und präsent. Allerdings sollten Sie in diesem Fall das weibliche Geschlecht absolut verwenden, da der höchste Anteil aktiver älterer Menschen Frauen sind.

 

In „Escenidades“ geht es um Theater, ja, aber heute verbinden wir die Zeit einer Institution, die die Theatergeschichte unseres Landes aufgebaut hat, und zwei Schauspielerinnen, die diesen Prozess begleitet haben: Myriam Gleijer (81) und Silvia García (66).

Die Existenz dieser Frauen ist mit dem El Galpón-Theater verbunden, und obwohl das zentrale Thema das Alter ist, erlaubt uns das Nachdenken über die Zeit einer Institution, die mit Körpern auf der Bühne arbeitet, den Lebensweg, der sie verändert, aneinanderzureihen bestimmtes Gebiet, das das Theater ist. Mit ihnen werden wir verstehen, dass der Prozess des Älterwerdens von Schauspielern einen direkten Einfluss auf den Körper ihrer Frau hat.

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Das Gespräch beginnt als Chat. Myriam überrascht uns, indem sie über die Wechselfälle spricht, Teil von El Galpón von Anfang an zu sein, einer ganzen Struktur, die – in Idee und Tat – von diesen eigentümlichen Arbeitern vor Ort gebaut wurde. Sie wird innerhalb dieser theatralischen Grenzen geboren und entwickelt sich.

 

„Ich habe 1961 mit der Schauspielschule begonnen. Stellen Sie sich vor, mein ganzes Leben wird von diesem Ort bestimmt.“ Dann erzählt er uns eine Geschichte aus dieser Zeit. Wir haben Mai und können nicht aufhören, darüber nachzudenken, was die zivil-militärische Diktatur für dieses Land darstellte, noch bevor sie installiert wurde. Ich frage ihn nach dem Exil aus dem El Galpón-Theater nach Mexiko und es werden viele Erinnerungen ausgelöst, die dort klar in seiner Erinnerung sind. Seine Geschichte beginnt mit der Beschreibung der Meilensteine, die den Prozess bis zu dem, was heute die Theaterinstitution El Galpón wird, hervorbrachten.

 

Dieser Moment, verbunden mit sofortigen Sicherheitsmaßnahmen, geht in einer zerfallenden Demokratie Hand in Hand mit der Uraufführung des brasilianischen Stücks Libertad, libertad von Bior Fernández. Ein Werk, das sie der politischen Realität der Welt anpassten und das am Tag der Installation dieser Maßnahmen im Juli 1968 uraufgeführt wurde. In ihren Erinnerungen tauchen Bilder auf, die verraten, was dieser Moment bedeutete: […] entlang der Mercedesstraße – wo sich in seinen Anfängen das Theater befand – konnte man die vorbeiziehende Kavallerie spüren, und uns verband eine Mischung aus Angst und Rebellion. Viele junge Leute, die vor der Verfolgung durch das Militär geflohen sind, haben ein Theater gesehen und sind hineingegangen, um sich zu verstecken, dann haben sie das Stück Libertad, libertad gefunden». Ich weiß nicht, ob es möglich ist, sich die Szene in all ihrem filmischen Potenzial vorzustellen, der Repression zu entkommen und auf ein Werk zu stoßen, das sie von dem sprach, was damals eine Utopie war: die Idee der Freiheit.

 

Ich versuche, diesen Prozess zusammenzustellen, um ihn in unserem Thema zu installieren. Der Kontext ist ein zentrales Element unseres Wachstums. Myriam spricht aus ihrer Gegenwart als großartige Frau, versteht aber sehr gut, dass die Definition ihrer heutigen Realität nur Sinn macht, wenn sie sie mit der Geschichte ihres Erlebten verbindet.

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Das Thema Alter hat eine interessante Dualität, eine in den Körper eingeschriebene Gegenwart und eine Vergangenheit, die der Erinnerung entspringt, als Schlüsselzeuge dessen, was wir waren, was wir getan haben, und deshalb haben wir Geschichten zu erzählen. Wir haben zu sehr das Alter mit dem Verlorenen verknüpft, und dennoch merke ich, wie viel gewonnen wird, wenn ich ihnen zuhöre; Erfahrungen werden gesammelt, die in Form von Geschichten entstehen, die auch von uns als Menschen sprechen. Ich verstehe, dass hier meine Texte landen und die Stimmen zweier Frauen retten, die Teil der Geschichte eines der wichtigsten Theater des Landes waren und heute unser kulturelles Erbe sind.

 

Der Lauf der Zeit, der Bau eines Theaters, die Diktatur und zwei Frauen, die auf all diesen Ebenen aufgewachsen sind. Über sie zu sprechen bedeutet zu verstehen, wie all diese Aspekte eine wichtige Rolle dabei spielten, wie sie ihre Zeit, ihr heutiges Alter, leben. Wir wollen herausfinden, wie all diese Veränderungen in ihren Körpern als Schauspielerinnen installiert wurden. Vielleicht frage ich Sie deshalb, was die Verbindung zwischen diesem Prozess und der Erinnerung in Bezug auf das Theater ist.

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Silvia denkt mit analytischem Blick nach. Es ist ihm ein Anliegen, das Konzept der Erinnerung als Aufzeichnungsmedium zu markieren, das uns individuell und kollektiv definiert. Diese Idee bekommt eine andere Dimension, wenn er von „Exil und Liebe“ spricht, ein Titel, der uns anspricht. Sie war sehr jung, also lebt sie die Folgen der Verfolgung, weil sie beschließt, hinter der Liebe ins Exil zu gehen, was bedeutete, „sich als Person aus anderen Grenzen, aus territorialen Entfernungen und ausgewählten Nachbarschaften aufzubauen, die schließlich zur Familie wurden“. Er sagt: «Wir haben immer eng zusammengelebt, wir haben uns eingegrenzt. Ich wusste nichts, als ich ging, mit dem Crandon-Buch, das meine Mutter mir unter dem Arm gegeben hatte. Dort ließen wir uns als Familie nieder und spielten Theater auf der ganzen Welt, ein militantes Theater, das unsere Demokratie zurückgewinnen wollte.

 

Myriam denkt Erinnerung als Arbeitsmittel und trennt die Vielen. «Vielleicht kann ich aufgrund meines Alters Details, Namen vergessen, aber ich lerne alle Texte der Texte und vergesse sie nicht. Das hält unseren Kopf aktiv. Ich bin 1940 geboren, ich bin aus dem letzten Jahrhundert gereist, aus dem Zweiten Weltkrieg hierher. Dieses Theater hat die Geschichte Uruguays und der Welt bereist, und ich mit ihm».

 

Die Idee der Erinnerung im Zeitalter hat diese fantastischen Ecken und Winkel, die uns mit aller Klarheit die wesentlichen vergangenen Ereignisse bringen, um uns als Spezies aufzubauen. Sie denken von der Bühne aus über den Prozess der Zeit nach, so erinnert sich Myriam: „Ich habe ein Stück unter der Regie von Nelly Goitiño mit dem Titel Der Traum und die Nachtwache von Juan Carlos Gené gemacht. Ich musste einen ehemaligen Varieté-Star, der in einem Altersheim für Künstler lebte, mit einem ehemaligen Shakespeare-Schauspieler vertreten. Mein Charakter hatte Angst und Wahnsinn, vor dem anderen zu leben, der befreit wurde. Die Vedette behauptete, Shakespeare sei ihr Bruder gewesen und deshalb unsterblich. Von dort aus versuchte er, seinen Partner davon zu überzeugen, König Lear nachzuspielen. Wenn das passiert, überträgt sie ihm die Unsterblichkeit, sodass er friedlich stirbt. Und ich denke, dass wir Schauspieler gewissermaßen unsterblich sind. Wir gehen durch alle Charaktere aller Altersgruppen, von den Jüngsten bis zu den Ältesten, durch alle Epochen. Während Myriam spricht, scheint sie sich zu verwandeln, als ob sie immer noch diese Charaktere in einigen Ecken ihres Körpers schlagen fühlte.

 

Das Leben von Schauspielern und Schauspielerinnen hat diese Besonderheit, sie verbringen ihr Leben damit, verschiedene Charaktere zu bewohnen. Ihre Körper werden zu Quellen von Geschichten, Stimmen, Illusionen. Das Bewusstsein für diesen Prozess ist klar und die Art und Weise, wie sie ihn mit dem Alter verbinden, ist ebenfalls klar: «Wenn Sie jung sind, haben Sie keine Erfahrung, aber Sie haben Energie und der Körper reagiert gut auf Sie, im Erwachsenenalter erreichen Sie diesen Zustand Gleichgewicht, in dem alles auf die Reife zu reagieren scheint, in der wir uns befinden, und wenn wir das Alter erreichen, will unser Kopf, der die ganze Reise hinter sich hat, es immer noch tun, aber der Körper scheint ihm nicht folgen zu können. Wir müssen die gelebte Geschichte, unsere Gedanken still, ängstlich und begierig dem gegenwärtigen Alterskörper anpassen. Diese Übung hält uns wachsam, beharrlich, lässt uns weitermachen. Die Herausforderung, uns an die Charaktere anzupassen, hält uns am Leben, denn auf der Bühne, das schwöre ich, passieren Dinge. Man kommt krank ins Theater und wenn man die Aufführung beginnt, ist man geheilt. Das ist das Adrenalin, das wir in Gang setzen und das uns die nötige Energie gibt, um es aufrechtzuerhalten, was Sie überhaupt nicht altern lässt. Deshalb denke ich, dass ich bis zum Tod unsterblich sein werde (lacht)."

 

Die jüngere Silvia denkt über den Wachstumsweg in Bezug auf das Leben im Theater nach: «Wir passen uns vom Körper und seinen Möglichkeiten an die Bedürfnisse des Theaters an. Unser Leben dreht sich darum. Auch wenn das Alter eine Rolle spielt, ja, ich denke, dass wir als Schauspielerinnen alles können. Es gibt keine Grenzen, denn dafür sind wir gemacht. Wachsen bedeutet in unserem Fall, unsere Struktur, unsere Zeit den Bedürfnissen des Theaters anzupassen. Vielleicht gehen wir deshalb ganz natürlich durch die Jahre. Sie sagen da draußen, dass die Leute im Theater am wenigsten altern, das muss einen Grund haben».

 

Diese Worte erinnern mich an das Lied, in dem es heißt: «Die Künstler bleiben». Irgendetwas in ihnen scheint sie dazu zu bringen, die Zeit anders zu verarbeiten. Myriam hat die Antwort: «Es ist chemisch, der Kopf nährt den Körper und hält ihn irgendwie aufrecht, er lässt ihn nicht fallen. Es gibt eine innere Energie, wenn du Theater machst, die dich trägt». Sie sehen sich an, sie setzen sich fort wie in einem für unsere Kultur so typischen Kegelgespräch, das Thema fließt von selbst und Silvia fährt fort: «Wir sind dafür gemacht, über die Zeit und über das Alter hinaus auf der Bühne zu stehen. Es gibt einen Pakt zwischen Körper und Geist, der uns mit ungeheurer Lebenskraft auf die Bühne bringt. In die gleiche Richtung taucht Myriams Stimme wie ein Widerstand auf: «Manchmal bitten sie mich aufzuhören, aber ich will nicht aufhören, weil sonst mein Kopf stehen bleibt»

 

Es ist klar, dass bei Theaterleuten der Körper ihnen überhaupt nicht gehört. Das Spiel der Repräsentation erfordert, dass sie es anderen verleihen, Charakteren, die wie seltsame Geister auftauchen, um es für einen Moment zu bewohnen. Ich frage mich, ob es dort einen Vertrag gibt – wie den von Faust? – wo der Künstler zum Medium wird, um diesen vergänglichen Traum zum Leben zu erwecken. Die Anordnung? In der Zeit, in der der Charakter seinen Körper annimmt, gibt er im Gegenzug einen Teil der Energie zurück, die diese Mystik der Ewigkeit erzeugt.

 

Während wir die Notiz schließen, suchen die Fotos immer noch nach etwas von dem Geheimnis, das sich in diesen Räumen verbirgt. Ein geräumiges, großzügiges Theater, das die Heimat aller Theaterbesitzer war, die während der Pandemie keine Ressourcen hatten. Zwischen ihnen und diesem Theater werden all die Geschichten wahrgenommen, die wir noch zu erzählen haben.

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¹Im Laufe seiner 72-jährigen Geschichte hat es sich zu einem Kulturzentrum entwickelt, das sich mit drei Theatern an der Hauptstraße der Stadt Montevideo befindet. Es gibt auch Räume für Ausstellungen, eine Cafeteria und eine School of Performing Arts. Ohne jegliche dauerhafte staatliche Unterstützung oder Subventionen wird diese Institution, eine der ältesten, bekanntesten und angesehensten der Welt, dank der Unterstützung der Öffentlichkeit und der Mitgliedersysteme von El Galpón und Socio Espectacular aufrechterhalten.

²Die zivil-militärische Diktatur Uruguays dauerte vom 27. Juni 1973 bis zum 1. März 1985. Es war eine Zeit, in der Uruguay von einer Militärregierung regiert wurde, die sich nicht an die Verfassung hielt und nach dem Staatsstreich vom 27. Juni 1973 entstand.

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Karnevalsfrauen: Momo dekonstruieren

Text von Roxana Rügnitz Fotografie von Mariela Benítez

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Ich akzeptiere nicht die Dinge, die ich nicht ändern kann

Ich ändere die Dinge, die ich nicht akzeptieren kann.

Angela Davis

Der Februar vergeht und das größte Fest findet in unserem Land statt: der längste Karneval der Welt. Eine Ausstellung der Schöpfung, in der die uruguayische Populärkultur ihren wichtigsten Repräsentations- und Bezugsraum findet. Einen Monat lang fahren die Ensembles jeden Abend mit Lastwagen zu verschiedenen Bühnen in der Nachbarschaft, um ihre Shows zu präsentieren, die Teil des großen Wettbewerbs sind, der im Sommertheater von Montevideo stattfindet.

 

Traditionell ist der Karneval bis auf Ausnahmen ein von Männern bewohnter Ort. Es heute mit mehr Frauen auf der Bühne zu sehen, ist ein Zeichen, auch wenn es wie ein ständig umstrittener Raum erscheint. Um über dieses Thema zu sprechen, trifft sich Alterna Skin mit einigen dieser Frauen. Sala Emilia heißt uns willkommen, ein Ort der kreativen Impulse von Jimena Márquez und Luz Viera.

 

Das Treffen war von jener seltenen Emotion durchzogen, die den Karneval umgibt. Die Ankunft, die Bestätigungen, die Umarmungen, während wir uns auf etwas vorbereiteten, das ein Vergnügen werden sollte, mehr als ein Interview.

 

Wir sprachen mit Antonella Puda und Jimena Vázquez von Los Muchachos; Jimena Márquez und Luz Viera von Queso Magro; April Pereira von Wertpapieren; Carolina Pastorino von Green Devils; Emilia Diaz und Camila Sosa von Doña Bastarda.

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Der Auslöser war einfach und offensichtlich. Was bedeutet es, auf Momos Party Frauen zu sein? Jimena Márquez eröffnet das Spiel und erinnert an eine Begegnung mit Pochola Silva (2), die es uns ermöglicht, ein weibliches Erbe im Karneval zu retten, das viel älter ist als wir dachten, obwohl es immer von Konflikten geprägt war. Unterstrichen wird dies durch die Anekdote, die Jimena uns erzählt: «Wir haben sie gesucht, und dort erzählt sie uns von den Geschichten, wie die Frauen, die im Karneval aufmarschierten, «Huren, Huren!» gerufen wurden.»

 

Luz verdeutlicht mit aufmerksamem Blick und einem Lächeln im Gesicht die Unterschiede zwischen den Ensembles, die zwar durch ihre Kategorien begründet, aber auch gegeben sind, weil einige, wie die Komödianten – dies ist der Fall von Cyranos – immer Frauen hatten .

 

Wenn Jimena Vázquez eingreift, tut sie das mit der gleichen Selbstsicherheit, mit der sie auf die Bühne geht und spricht: «Es stimmt auch, dass die Frauen, die in den Karnevalsensembles auftreten, jetzt mehr Anteil haben als früher. Wir haben Márquez als Cupletera in Queso Magro, Emilia als Cupletera in Doña Bastarda. (3) Jetzt gibt es Frauen, die die Kreation leiten, mit zentraleren Rollen, und das gab es vorher nicht.“

 

Diese Idee installiert einen historischen Weg, der sich fortsetzt, einen anerkannten Prozess, der sich auf allen gesellschaftlichen Ebenen abzeichnet, wo Frauen Räume erobern mussten. Sie erobern das Revier des Karnevals, ihre Stimmen hallen, im Bewusstsein der Zeit, die sie zu leben haben. Emilia Díaz reiht sich in diese Geschichte ein und weist auf einige Schlüsselbegriffe hin: «In der Nachkarnevalszeit, für die ich dankbar bin, ist es eine grosse Herausforderung, Frauen in das «Momo-Patriarchat» einzubeziehen. Es geht nicht nur darum, Frauen in der Gruppe zu haben, sondern auch darum, den Platz zu definieren, den sie einnehmen. Es stellt das Innere der Gruppe in Frage, denn das bewegt alles. Es wird wahrgenommen, die Ideen sind da und sie kommen heraus im Gespräch unter der Bühne, in den Badewannen. Das, die Badewannen ändern sich.

 

Luz stimmt dieser Änderung zu und weist auf die Beweise dafür hin, wie sie in minimalen Dingen verarbeitet werden, selbst die Witze sind anders. Emilia erinnert sich diesbezüglich an eine Anekdote, die trockene Kehle, die Schwierigkeit, so viele Stunden lang ihre Stimme zu halten, die gesuchten Mittel, um das Problem zu lösen, und genau da stellt sich die Frage, was hätte sein können und was nicht: «Eines Tages, bei einer der Änderungen, fand ich eine Banane und dachte, ich probiere sie aus, um zu sehen, ob sie mir bei meinem Halsproblem helfen würde, wenn ich in die Badewanne steige, rufe ich "bo, Lolo, Ich habe die Banane gegessen.“ Dann wurde mir klar, was er gesagt hatte. Ich wartete auf die Reaktion, den leichten Scherz, aber alle schwiegen, niemand lachte. Ich war überrascht, aber ein Kollege sagte: „Die Dinge ändern sich, es ist nicht mehr lustig“.

 

Carolina definiert es mit großartiger Einfachheit als die Freiheit zu sein und zu sein, ohne von Männern unterdrückt zu werden. Das Thema lag in der Luft, es konnte nicht ignoriert werden. Dinge ändern sich und Beschwerden häufen sich, so dass es sich für immer ändert. Dann gibt Jimena den Kick: «Mir wurde plötzlich klar, dass sie mich in all den Notizen, die sie mir gemacht haben, aus allen Medien immer nach dem Thema Varones Carnaval gefragt haben, aber ich habe nie eine Notiz gesehen, in der sie gefragt haben, wie sie darüber gefühlt."

 

Vázquez fügt hinzu: „Ja. Wir sind diejenigen, die darüber sprechen, auch mit dem Praktikanten. Dem müssen sie sich auch stellen. Gesellschaftlicher Wandel muss aus einem Perspektivenwechsel kommen, aus der Aufhebung des Geschlechts. Dies ist eine Revolution von allen. Künstlerischer Wandel reagiert auf gesellschaftlichen Wandel. So entstand in ihnen allen das Thema Varones Carnaval, sogar aus ihren Körpern im Raum.

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Carolina Pastorino beginnt, als hätte sie das Thema in ihrem Mund gefangen, bereit herauszukommen: „Jede Situation, die angeprangert wurde, war mit meiner Erfahrung verbunden. Also dachte ich „Oh, wenn ich sprechen würde“, aber es waren die Teamkollegen und wir ließen es zu. Heute ist mir klar, was für ein großer Akt des Mutes es war, diese Beschwerden vorzubringen und dem, was geschah, eine Stimme zu geben. Sie haben eine Tür geöffnet, die uns alle herausfordert, von allen Seiten. April mischt sich ein, um eine Vision zu geben, die bekennend und ehrlich sein möchte: „Ohne Zweifel hat es uns nicht überrascht, wir werden nicht naiv sein. Wir haben diese Geschichte so oft in uns reproduziert gesehen, immer die gleiche Abfolge von Belästigungsaktionen.

 

Es ist Márquez, der die Mitglieder von Doña Bastarda zu einem bestimmten Lied befragt, nach der Erfahrung und der Verbindung mit den Fakten.

 

Camila Sosa spricht aus Überzeugung, sie sind ein aktiver Teil des Prozesses, den sie entwickeln, und deshalb sagt sie uns: „In Bezug auf das Thema Beschwerden gab es intern immer Raum für Gespräche, von der ersten Minute an. Als ich reinkam, hatten sie nichts gemeldet, weil einer schon ausgestiegen war. Ich wollte alles darüber wissen. Es war ein Thema, das diskutiert werden musste, und wir haben es als Priorität betrachtet. Wir waren diejenigen mit Emilia, die sagten, dass wir das Thema „Männer“ aus der Murga selbst ansprechen wollten. Sie sagten uns, dass sie sich nicht bereit fühlten, einen Song darüber zu machen, und wir dachten, es sei ehrlich von ihnen. Das gab uns die Möglichkeit, es selbst zu tun. So wurde es „das Lied der Gurisas“. Als die Platten wieder auftauchten, hatten wir wieder einmal Schmerzen und beschlossen, es nicht zu singen.

 

Emilia kann mit einem Stirnrunzeln nicht aufhören, ihre Gefühle auszudrücken: „Als die Platten erschienen, habe ich mich geweigert, sie zu singen, denn wenn sie keine Organizität und Kohärenz zum Inneren haben würde, schien sie mir nicht ehrlich.“

 

Es wird in allen wahrgenommen, ein Konflikt, ein Kampf, den sie, das wissen sie, zu geben haben. Einerseits der Schlag in jede Beschwerde – notwendig und von innen getragen –, der aber neue Wunden aufreißt. Auf der anderen Seite der eroberte Raum, den sie für sich und die Kommenden verteidigen. Zu diesen Spannungen kommt der Anspruch von Außenstehenden hinzu, diesen Platz einzunehmen. Wie fast jeder ist dies ein Land, das von Belästigung und Gewalt vermint ist, aber auch von dem Schmerz der Anschuldigung, die sie darauf hinweist, dass sie dort sind, als ob sie das Problem wären. Dazu Márquez, der bekräftigt: «Wenn wir zwischen uns fallen, lenken wir den Fokus der Sache ab».

 

Ein Vorstellungsgespräch abzuschließen ist nie einfach, geschweige denn, wenn man sich mit komplexen Themen befasst. Sie sind jedoch Frauen mit einem tiefen Bewusstsein für den Platz, den sie einnehmen und was sie tun, sie lassen sich nicht von Wut definieren, sie arbeiten für eine kontinuierliche Transformation. Von dort aus schlagen wir die letzte Idee vor. Sie gehören einer Zeit an, die wegweisend ist. Eine Zeit des Wandels. Sie wissen es, sie übernehmen die Führung und schließen mit gemischten und doch so klaren Stimmen. "Wir verändern uns, ja, mit allem, was das bedeutet", sagt Carolina, "weil wir intern die Kämpfe führen, die für Veränderungen geführt werden müssen, aber von außen ertragen wir die Stöcke."

 

Auch Jime Vázquez unterstützt diese Idee: «Als ich vor Jahren Witze machte, angeführt von Frauen, dachten wir, wir erfinden Schießpulver. Ich musste ihnen die ganze Zeit erklären, dass ich mich als Frau und Schauspielerin der Komödie verschrieben habe; heute ist es nicht mehr nötig. Heute sind wir Frauen, die in allen Räumen Karneval machen und das ist kein Konflikt mehr.

 

Aus Emilias Perspektive taucht ein weiterer Aspekt auf: „Ich denke, wir transformieren auch den Feminismus, weil patriarchalische Mandate überall sind, auch im Feminismus. Wir kämpfen als Künstlerinnen in diesen Räumen und es ist schwierig für feministische Kolleginnen, uns in Frage zu stellen.

 

Heute gibt es viel mehr im Karneval und sie erkennen einander, sie schauen sich zwischen den Etappen an, sie verstärken sich gegenseitig und weben dieses mächtige Netzwerk, das wir kennen und das die mächtigste aller Rüstungen ist. Die Geschichte sagt uns, dass es viel gekostet hat, diese Räume zu erreichen, die historisch von Männern bestimmt wurden. Es ist notwendig, sie zu verteidigen, und deshalb brauchen wir uns in diesem Netzwerk gegenseitig, weil es nicht einfach ist und Resignation keine Lösung ist. Die Idee, die sie hinterlassen, ist klar, die Transformation ist unter allen und für alle, weil wir Teil der menschlichen Spezies sind.

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König Momo ist eine der zentralen Figuren, die den Karneval leitet.

Juana Pochola Silva wurde in Las Piedras, Uruguay, geboren. In den 1960er Jahren stand sie als erste Frau vor einem Murga-Chor, der nur aus Frauen bestand.

Queso Magro und Doña Bastarda sind Murgas.

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Sudaca oder Sud hier. Das Theater: ein Territorium ohne Grenzen

Text von Roxana Rügnitz Fotografie von Alejandro Pérez Sacco

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Migration in der Welt war, ist und bleibt schwankend und vielfältig, durchzogen von Fragen nach Klasse, Geschlecht, Herkunft etc. Die Migrationserfahrung kann vorübergehend oder dauerhaft sein, aber sie geht immer durch uns hindurch. Es durchdringt unsere Körper, unsere Gedanken, unsere Subjektivitäten […] Wir sind Menschen auf der Durchreise. Aber was ist es, ein Migrant zu sein? Sind wir nicht alle immer Migranten?

KALIBAN USINA THEATER

Paula Gonzáles, die Autorin von Corporalidad Migrante , bestätigt: „Die Verlagerung von Subjekten von einem Ort zum anderen, von einem Gebiet, einer Stadt oder einem Land in ein anderes ist kein Thema, das als zeitgenössisches Problem abgegrenzt werden kann, sondern vielmehr es ist eine Eigenschaft, die die Subjekte immer begleitet hat». Das Thema ist jedoch heute besonders relevant, da es verschiedene Perspektiven einbezieht, unter anderem aus politischen, wirtschaftlichen, demografischen und kulturellen Aspekten, weshalb das Phänomen äußerst komplex zu behandeln ist.

Vielleicht ist deshalb der Blick, der von der Szene installiert wird, wesentlich, wo diese Schwierigkeiten durch mehrere Symbole gezeichnet werden, als Vorschlag, bei dem wir den Blick horizontal ausrichten, um das Problem zu fühlen. In diesem Sinne landet Sudaca als szenisches Ereignis im Theaterraum alle Blicke, alle Formen, alle Gefühle zu diesem Thema.

Sudaca wurde 2018 vor der Pandemie geboren. Diana Veneziano (Schauspielerin, Regisseurin und Theaterpädagogin, Gründerin des Kalibán Usina Teatro) schlug es der Gruppe vor, und es kam von Anfang an auf den Namen Sudaca : „Von der Idee, die Migrationsprozesse derer zu untersuchen, die machen Im Team haben wir ein Projekt ausgearbeitet, in dem wir mit Ana Kavalis und Oriana Iristy aus Berlin und mit Adán Torres aus Spanien zusammenarbeiten würden». Dabei artikulierten sie unterschiedliche kreative Wege, noch bevor die Pandemie dies erforderlich machte.

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Das Projekt wird von Anfang an innerhalb dieses Parameters der Virtualität entwickelt, sodass das Thema der Arbeit von der thematischen Ebene auf verschiedenen Ebenen durchkreuzt wird: von seinem Ursprung – der Geschichte, die sie zu erzählen entschieden haben – bis zum Arbeitsformat, das virtuelle Proben beinhaltete , da das gesamte Team in verschiedenen Teilen der Welt war. Der gesamte Vorschlag basiert auf den realen und persönlichen Erfahrungen der Projektmitglieder. Diana erzählt den Prozess: «Es wurde gesucht, um Materialien zu sammeln, die aus verschiedenen Ideen entstanden sind. Ich habe ihnen Anregungen gegeben, Fragen zum Thema gestellt und jeder hat in dem gewünschten Format geantwortet: Audio, Video, schriftliches Material, Fotografie usw. Der zweite Schritt war die Auswahl der Materialien zur Gestaltung der szenischen Dramaturgie. Den Schauspielerinnen diese Aspekte zu präsentieren, war am schwierigsten, weil sie es aus der Ferne und in der Einsamkeit tun mussten, bis wir uns alle trafen, um es im realen Raum zu verwirklichen».

Venezianos Vorschlag ist in diesem Sinne ganz Körper. Von der Herangehensweise an die Inszenierung können wir verstehen, inwiefern Theater ein Körper ist, der einen Organismus schlägt und konfiguriert, in dem eine Geschichte geboren wird, die durch Bewegung und Atmung erzählt wird, als Resonanzkästen von Bildern und Ideen.

Sudaca O Sud/Acá ist eine Geschichte über Frauen, die aus verschiedenen Gründen ausgewandert sind. Dieses Werk hat mehrere Erfolge, vor allem: in der Stimme und im Körper seiner Schauspielerinnen und seines Regisseurs zu existieren, in einer Inszenierung, die Intelligenz und Sensibilität vereint. Ein weiterer Erfolg ist, dass wir keine Geschichte darüber erzählen, was Migranten erleben, sondern sie, die Künstler, die emigrieren mussten und dann ihre Körper auf die Bühne stellen, um uns von ihren Erfahrungen zu erzählen. In diesem Sinne frage ich mich, ob diese Arbeit in das Selbstfiktionstheater eingeordnet werden kann.

Sudaca ist eine breite, komplexe Show, die Bilder, Musik, die Plastizität des Körpers auf der Bühne und das Wort als weitere Ressource verwendet. All diese Aspekte kommen in einem harmonischen Rahmen zusammen, um einen anderen Körper zu beeinflussen, den der Zuschauer, die diejenigen sind, die die Geschichte drehen, Bilder verbinden, Symbole einfangen und sich mit ihren eigenen Vorstellungen von Migration verbinden.


Die Art des Erzählens, die auch aus der Körperlichkeit verstanden werden könnte, wird zum Zugang zur Subjektivität der Protagonisten. Sobald wir als Zuschauer in den Vorschlag eintreten, können wir mit ihnen den Abgrund überqueren, der im Migranten existiert, zwischen der Idee voller Hoffnungen und einer Realität voller Unsicherheiten.

Kann man von einer Physiologie des Migranten sprechen? Können wir die Körper analysieren, die mit Koffern voller Erwartungen, Ängste, Verzweiflung migrieren, wenn sie die einzige Ressource sind, die es gibt? Zweifellos sind die Unterschiede der Migrantenkörper durch die Geschichte, durch die sozioökonomische Situation und durch ihr Geschlecht bestimmt. Wenn der Körper der Migranten weiblich ist, dann werden andere Singularitäten konfiguriert, bestimmt durch das androzentrische Paradigma, das sie immer noch als Objekt der Begierde und Eroberung betrachtet. Wenn dieser Körper fremd, fremd und arm ist, werden ihm Geschichten von Übergriffen eingeschrieben, er wird zu einem Territorium der Eroberung und des Missbrauchs.

Die Geschichten, die wir durch Sudaca aufbauen können – da wir selbst Sudaca sind – sind vielfältig. In allen hinterlassen die drei Künstlerinnen, Frauen, Migrantinnen, Spuren, die keine Ordnung vorgeben. Die Zuschauer wählen die Teile aus, die sie für das Gemälde benötigen, das zusammengesetzt wird. Einige dieser Spuren sind erkennbar, zum Beispiel der Moment, in dem die Trennung des Kerns, der Familie, des Landes erfolgt. Erinnerungen kommen als beharrliche Wellen, so dass das Vergessen sie nicht umfängt, so dass der Traum von einer Schwester, der Gedanke an eine Straße oder einen Brauch zu einem Anker der ursprünglichen Identität wird. Dann tauchen neue Hinweise auf, der Körper in einem Zustand der Migration, jemand anderes in einem fremden Land zu sein, eine Sprache zu lernen, Klangregister in seiner Stimme zu tragen, die ihn als nicht dazugehörig identifizieren. Lerne, in Stücken zu existieren. Die drei Schauspielerinnen konfigurieren all diese Formen, um uns zu Zeugen des Prozesses zu machen, in dem der Migrant schließlich ein anderes Territorium aufbaut, das zwischen Heimat und Einwanderungsland grenzt.

Definitiv ist Sudaca ein Vorschlag, der das Theater transzendiert, es ist eine vollständige Show und darüber hinaus eine These, die wir uns gut vor Augen halten sollten, darüber, wer wir als Menschen sind, wohin wir gehören, warum wir Grenzen auferlegen, die Formen abgrenzen der Existenz und geben den Menschen eine Kategorie. Drei Schauspielerinnen, Tänzer, drei Bühnentalente pflanzen ihre ganzen Körper in Sudaca , um uns zu sagen, dass es wichtig ist, uns als Spezies neu zu denken und das Existenzrecht zurückzuerobern, wo immer wir wollen, weil wir Bürger des Planeten Erde sind.

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Fetter

Regie: Diana Veneziano.

Darsteller: Oriana Iristy, Esther Jerez und Ana Kavalis.

Szenische Dramaturgie: Diana Veneziano und Sergio Marcelo de los Santos

Künstlerische Leitung: Adam Torres.

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Das Theater jenseits der Angst

Text von Roxana Rügnitz    / Fotografie von Mariela Benítez

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In einer kleinen oder großen Stadt oder Gemeinde, a

großes theater ist das sichtbare zeichen der kultur.

Laurence Oliver

Das Wort Kultur geht durch uns hindurch, wir verwenden es immer wieder, um einige Aspekte unserer Lebensweise zu erklären und andere zu rechtfertigen. Aber was ist Kultur?

Andrea Imaginario, Spezialistin für vergleichende Literaturwissenschaft und Geschichte, sagt, dass Kultur „eine Sammlung materieller und geistiger Vermögenswerte einer sozialen Gruppe ist, die von Generation zu Generation weitergegeben wird, um individuelle und kollektive Praktiken zu leiten“. Es ist offensichtlich, dass Kultur eine menschliche Tatsache par excellence ist. Dadurch zeigen wir, wer wir sind und hinterlassen Spuren unserer Existenz. In dieser Ausgabe wird der Begriff Kultur mit Geheimhaltung in Verbindung gebracht. Gibt es eine Zeit, in der Kultur in den Untergrund gehen muss, um zu überleben?

Der Untergrund ist eine politische Tatsache, die, verbunden mit der Kultur, als Handlungsmotor fungiert. Darin steckt ein Keim der Rebellion gegen eine Realität, die als unterdrückerisch oder ungerecht empfunden wird. Wenn Kultur unter dem Radar existieren muss, um zu überleben, wird ein Alarm ausgelöst, der uns zeigt, dass etwas in unserer Gesellschaft nicht stimmt.

 

Wir leben seit zwei Jahren in einer Pandemie. Die neue Kontrollstruktur heißt jetzt Angst und hat uns zu potenziellen Feinden gemacht, sodass wir uns selbst einschließen, ohne dass es eines formellen Unterdrückungsapparats bedarf. In diesem Zusammenhang sind die Künste verboten. Während Einkaufszentren gegen die Krankheit immun zu sein scheinen, sind Theater zu gefährlichen Orten geworden. 

Das Theater hat Erfahrung im Verstecken. Er musste es in jeder Hinsicht leben, von der Politik bis zur Gesundheit. In diesen Zeiten, in denen der Kontext einen Rückzug aus allen Kunstformen erzwang, musste das Theatergebiet umdenken und alternative Gestaltungsformen entdecken. In diesem Sinne wollten wir mit Escenidades Zeugnisse eines Theaters hinterlassen, das versucht, außerhalb des offiziellen Rahmens zu überleben. Durch die Umstände erzwungenes Überdenken von Vorgehensweisen erweitert die kreativen Möglichkeiten.

Als dann die Türen der Theater geschlossen wurden, brachen an den am wenigsten erwarteten Stellen Feuer aus. In Privathäusern wurden Räume eröffnet, die eine private Ressource für Theater boten. Dies bewirkte die Dezentralisierung des künstlerischen Handelns und die Begegnung mit einem anderen Publikum. Wie Sie verstehen werden, hindert uns das Konzept des Geheimen daran, Hinweise auf die Orte zu geben, an denen diese Ereignisse stattfanden. Es genügt zu sagen, dass wir als direkte Zeugen Teil von einigen von ihnen waren.

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Die erste der Erfahrungen, über die wir berichten können, ereignete sich in einem Privathaus in einem Randgebiet von Montevideo. Die Personen wurden auf privatem Wege kontaktiert, über die ihnen die genauen Wegbeschreibungen für ihre Ankunft mitgeteilt wurden. Es fand im Wohnzimmer eines Hauses statt, das eindeutig in einen anderen Raum umgewandelt worden war. Menschen ließen sich vor dem, was als Tatort identifiziert werden konnte, nieder. Die Handhabung der Lichter war manuell – alles sehr hausgemacht –, aber es war in dem fiktiven Pakt enthalten,   es installierte die notwendige Umgebung, damit die Magie dank der durchgeführten Arbeiten auftreten konnte Anlass, von Tatutheatre.

Die zweite Erfahrung geschah am Stadtrand von Montevideo, auf einer Farm, mit den gleichen Zugangspasswörtern. Der Unterschied besteht darin, dass die Show draußen um das Haus herum stattfand. In diesem Fall versammelten sich die Ankommenden in der Nähe eines Ofens, um zu warten. Es war Ende Juni und dementsprechend kalt. Der Boden war matschig, da es in der Nacht zuvor geregnet hatte. So sehr, dass wir dachten, es würde eingestellt werden, aber nein. Die Leute haben genauso reagiert. Sie waren auf Kälte und Regen vorbereitet und gespannt auf eine Begegnung mit dem Theater. Es war seltsam, die Gesichter der Gäste zu sehen, mit einem ungewöhnlichen Licht, bewegt von Faszination und dem Wunsch, selbst in einem ungünstigen Klima ein künstlerisches Erlebnis zu erleben, das niemand verließ.

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An einem Punkt wurden die Leute von der Schauspielerin geführt, mit einer Geste, die anzeigte, dass sie ihr folgen mussten. Als sie sie durch die schlammigen Pfade der Farm führte, sprach sie ihren Text. Dann passierte etwas Außergewöhnliches. Die Kälte verschwand, niemand machte sich Sorgen und der Regen war von Fedras Monolog (ein Text von Marianella Morena) übernommen worden. Der luxuriöse Abschluss war ein Konzert lyrischer Gesänge zwischen den Blättern und dem Wasser, umgeben von Emotionen. Nach der Show wurden die Teilnehmer mit einem Linseneintopf, selbstgebackenem Brot und einem Glas Wein in einem Akt der heiligen Kommunion verwöhnt. An diesem Tag wurde etwas klar, alle verstanden, dass sie Teil von etwas Größerem waren, dass es ein Privileg war, dabei zu sein.

Es gibt nicht viel mehr zu sagen. Hinterlassen Sie einfach eine Aufzeichnung, dass sich irgendwann Menschen, die nicht aus dem Universum des Theaters stammten, zum Handeln berufen fühlten und Ereignisse stattfanden, die vielleicht in Vergessenheit geraten, aber kulturelle Ereignisse des Lebensunterhalts waren.

Sind diese Räume hier, um zu bleiben? Werden jenseits der Pandemie neue Redouten eröffnet, um außerhalb des Zentrums Theater zu spielen? Was diese Erfahrung als Ausgleich hinterlässt, ist die Überzeugung, dass menschliches Handeln nicht aufzuhalten ist. Das Verbot wird immer als gefährliche Handlung gelesen, die weitreichendere Folgen hat als die eines Virus. Vor allem, wenn es um einseitige Verbote geht, die nur der Kultur und nicht dem Wirtschaftsmarkt auferlegt werden. Letztendlich sind diese Taten ein starker Beweis für die Macht der Kultur jenseits der Angst.

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Interview mit drei kreativen Kräften

Text von Roxana Rügnitz    / Fotografie von Mariela Benítez

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„Theater feministisch zu denken heißt, sich schwierigen Fragen zu stellen. Es macht kein Frauentheater, sondern lässt die Disziplin von den tiefsten Brüchen durchdringen, die zeitgenössische Feminismen vorschlagen, diejenigen, die antikapitalistisch sind, enthierarchisierend sind, solche, die die Geschlechtermatrix in Frage stellen, Zwangsheterosexualität und Privilegien.“ _cc781905 -5cde-3194-bb3b-136bad5cf58d_

Manuela Infante, chilenische Dramatikerin und Schauspielerin.

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Escenidades ist ein Raum, der geschaffen wurde, um über das reiche und vielfältige Theater zu sprechen, das in unserem Land existiert. Doch seit geraumer Zeit hinterlässt uns die Leere der Theater ein leeres Blatt Papier. Ich resigniere nicht. Die Theaterbesitzer sind dort, in der Stadt, und überleben. 

Ich denke über das Thema des Magazins nach, inwieweit Gender unsere Erfahrung von Räumen bestimmt und wie ich es mit dieser Rubrik verbinden kann. Es ist wahr, dass das Theater eines der Gebiete der größten Freiheit ist, vielleicht aus diesem Grund nehmen wir an, dass die Unterschiede von Geschlecht und Identität darin kein Problem darstellen. Das Theater aber nimmt auf, was in der Welt passiert, weil es in einen Kontext eingeschrieben ist, und nutzt es als Arbeitsmaterial. 

Bei dieser Gelegenheit werden wir nicht über Theaterstücke oder Inszenierungen sprechen, sondern darüber, wie Frauen das Theater bewohnen, und wir werden dies aus der Perspektive von drei Schauspielerinnen und Regisseuren tun, die an der Städtischen Schule für Schauspielkunst ihren Abschluss gemacht haben und eine umfangreiche künstlerische Karriere haben. Sie sind Marisa Bentancur, Gabriela Iribarren und María Mendive, die eines Tages den Mut hatten, auf eine Idee zu setzen, die heute zwanzig Jahre alt wird . Sie sind verantwortlich für das Montevideo Action Institute (IAM).

Der Ablauf des Interviews, durchgeführt im Espacio Cibils, hatte etwas von der Bühne. Als sie eintreten, ist es, als würde sich der Vorhang öffnen. Die Bewegung der Körper, das Wiedererkennen des Ortes, die Stimme, alles schien Teil einer Inszenierung zu sein, war es aber nicht. Ich verstehe sofort, dass ich drei starken, talentierten Frauen gegenüberstehe, deren Ziel immer die Schöpfung in allen Aspekten ist. 

Durchzogen von dem Bewusstsein, was es bedeutet, eine Frau im öffentlichen Raum zu sein und mehr noch, wenn ich die Leitung einer großen Struktur zur Ausbildung von Künstlerinnen und Künstlern leite, frage ich sie, was es für sie bedeutet hat, mitten in einem geboren zu werden Krise und so ein Projekt so lange am Laufen zu halten. 

Die Antwort ändert den Fokus und es ist interessant, über die Gegenwart nachzudenken, da Manager der IAM zunächst ihren historischen Prozess analysieren. Denn bevor sie Direktoren des IAM wurden, mussten sie sich als Frauen und Schauspielerinnen aufbauen. Das war der erste Kampf, den jeder einzeln auf dem Territorium des Nationaltheaters und vor einer Gesellschaft austragen musste, die die Rolle der Frau außerhalb des Hauses immer in Frage gestellt hat. 

Aus der Ferne wird den dreien klar, dass es notwendig war, einen hohen Preis zu zahlen, um sich die Anerkennung zu verdienen, die sie jetzt genießen. Die Zeit wird in ihnen zu einem grundlegenden Verbündeten, der die Konkretion des Instituts ohne großen Widerstand ermöglichte.

Marisa ergreift damals das Wort und denkt: „Zu unserer Karriere, als wir das Projekt zusammengestellt haben, gab es bereits Respekt vor uns“. Dann springt sie in die Gegenwart, wo sie bereits in die Rolle der Direktorin versetzt ist, und denkt über Gerechtigkeit nach, als Reaktion auf dieses kostbare Ziel, das gleiche Bedingungen für alle Menschen impliziert: „In einem bestimmten Moment haben wir das in Bezug auf die Geschlechterparität beobachtet und gesehen wir hatten von allem perfekte Quoten“. Was sie sagt, unterstreicht sie mit ihrem Körper, zeigt die Bedeutung, die diese Leistung für sie hat, als Ideal, das über die Grenzen der IAM hinausgehen soll.

In den Worten, in der Intensität, mit der sie ihre Ideen zum Ausdruck bringen, lässt sich erahnen, dass es sich hier um ein Projekt handelt, das über das bloß Kunstpädagogische hinausgeht. In ihnen steckt eine politische Vision, die voraussetzt, dass all diese komplexe soziale Dimension in der Struktur des Instituts landet. Sie sind Frauen, die stolz darauf sind, weil sie alle notwendigen Kämpfe durchgemacht haben, um dort zu sein, wo sie sind, und von dort aus denken sie über die künstlerische Ausbildung nach, aber aus einer ganzheitlichen und menschlichen Perspektive. Damit dies möglich ist, verstehen sie, dass das Projekt von allen Körpern, von allen Identitäten, von allen gesellschaftlichen Sektoren definiert werden muss. Das Interview beginnt damit, die Vision zu skizzieren, die die drei gewoben haben, in der das Tun mit einem theoretischen Rahmen der Verpflichtung aus einer Rechte-Perspektive aufrechterhalten wird.

Gabriela denkt über das Thema nach und projiziert die Geschichte darauf. Zuerst mussten wir uns als Schauspielerinnen aufbauen. Wie Simone de Beauvoir sagt, „Schauspielerinnen sind eine andere Art von Frauen“, traten wir erst 1545 auf. Wir waren Prostituierte für die Gesellschaft. Das ist der Weg, den wir alle gehen mussten, um heute freie Schauspielerinnen zu sein, mit den Kosten, die das bedeutete, sowohl für das Leben als auch für das Theater. Jeder von uns musste diese Kosten bezahlen, um sich als Schauspielerinnen zu etablieren. Als wir also das AMI erstellten, hatten wir bereits eine ganze Reise hinter uns, die von der Realität bestimmt war, Frauen zu sein, wie es uns allen passiert, aber unter besseren Bedingungen als andere. dafür, weiß zu sein. , westlich, cis und mit Zugang zur Kultur. Als Frauen, als Mütter und Theatermädchen sind wir so frei wie nur möglich. In diesem Sinne sind wir unschlagbar. Wir haben Kraft und Überzeugung. Es ist schwierig, drei weiblichen Kräften entgegenzutreten. Wir sind uns bewusst, dass dies unsere Konstruktion war. Ich erinnere mich gut an einige Kolleginnen in Führungspositionen, die uns als starke Frauen gesehen haben.

Die Blicke anderer, diejenigen, die ein Verhalten gemäß unserem Geschlecht auferlegt haben, diejenigen, die gemäß einem Format an uns denken und die vielleicht aus diesem Grund, wenn sie Frauen treffen, die sich diesen Kanonen entziehen, überrascht ausrufen: „Wow, was für starke Frauen ” . Teil eines sozialen Getriebes eines Körpers zu sein, der außerhalb der Hegemonie steht und damit eine andere Struktur definiert, überrascht, vielleicht verstört. Wir gehen jedoch durch die ersten Jahrzehnte des 21. Jahrhunderts, wir werden von vielen Frauen unterstützt, die sich androzentrischen und heteronormativen Regeln mit brutalen Folgen für ihren Körper stellen mussten. Frauen zu sein, Schöpferinnen, talentiert, in der Lage, ein Projekt zu denken und zu leiten, ist die aufrichtigste Art, sie zu ehren und es so zu tun, wie sie es tun, mit absoluter Überzeugung und Natürlichkeit. 

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Wenn ich sie höre, sehe ich sie als Zeichen der neuen Zeit. Für Gabriela muss eines klargestellt werden: Natürlich kommt es auch im Theater zu geschlechtsspezifischer Gewalt, es wird geklagt, es gibt diese Realitäten, die uns nicht verborgen bleiben. Es ist jedoch nicht das allgemeine Gesetz, weil wir eine sehr integrierte Gruppe sind, extrem frei, wo Dinge schnell gemacht und verstoffwechselt werden. Es gibt nicht viel Floh. Sie lassen sich diese Probleme nicht lange gefallen und stoßen sich schließlich selbst aus.

María bricht das Schweigen, in dem sie war, um auf eine Idee zurückzukommen: „Ich empfinde meine Ankunft am Theater als einen großen Bruch, da ich aus einer sehr machohaften Erziehung und Welt komme. Am Anfang war es schwer für mich, meinen Platz als Schauspielerin zu finden, denn wenn ich hübsch war, konnte ich keine gute Schauspielerin sein oder ich war ein bisschen wie das Model für diese Zeit. Aber als ich zum Theater kam, wurde mir klar, dass es ein Ort der Freiheit ist, wo alles gereinigt wird, um das wegzulassen, was nicht funktioniert, was übrig bleibt. Auf jeden Fall befinden wir uns immer im Kampf, im Widerstand, weil es uns bereits im Blut liegt, es ist Teil unseres Lebens. Schauspielern, Theater machen, am Leben sein ist Widerstand.

Diese Behauptung von María postuliert eine These, die mir bedeutsam erscheint und mit dem übereinstimmt, was Gabriela bereits gesagt hat. Das Theater als Geographie, dessen Grenzen ein Zeichen dafür sind, dass es möglich ist, eine andere Gesellschaft aufzubauen. Dissidentinnen sein, Frauen sein, intersektionalisierte Frauen, die Theaterinsel als Raum zur Beseitigung des Bösen bewohnen. Demontieren Sie die gesetzten Grenzen, um zu überdenken, was wir sein wollen, ohne Bindungen. Vom Acting Institute schmieden diese drei Frauen eine neue Art, in der Gesellschaft zu leben.

Ich schlage eine andere Analyse vor, weniger freundlich, vielleicht etwas entfernt von der Realität, die sie entwickeln. Ist es möglich, dass Frauen, um zu überleben, zu führen, zu unterstützen, eine Präsenz mit männlichem Charakter aufbauen müssen?

 

Die Antwort ist eindringlich. Es ergibt sich aus Marisas erleuchteter Analyse: „Obwohl wir uns einen langen Weg erkämpfen mussten, um dorthin zu gelangen, sehe ich nicht, dass wir uns von einem maskulinisierenden Register aus positioniert haben. Wir verteidigen sehr, dass wir eine Frau sind, wir verteidigen unser Geschlecht und wir lieben die Männer in unserem Leben. Es kann sein, dass diese Idee aus früheren Referenzen stammt. Ich denke an Elena Zuasti, die eine sehr interessante Grenze überschritten hat, aber reiche Grenzen überschritten hat und dass es in Wirklichkeit gut wäre, wenn wir alle das Genre freier leben könnten“.

Gabriela folgt ihr, problematisiert das Thema und tut dies durch kategorische Definitionen, zuerst über sie und dann zu dem, was das Frausein aus historischer Perspektive repräsentiert hat. Was ist männlich und weiblich? Auf jeden Fall, wenn wir uns irgendwo definieren wollen, sind wir drei kämpfende Frauen. Frauen, die niemand tragen wird. Wir sind individuell, aber wir sind auch als Team. Wir sind drei Frauen, die kämpfen, wir halten nicht die Klappe und wir sagen sogar das Unbequeme, wenn es nötig ist. Wir sind auch stark, Stöcke zu erhalten. Ist das jetzt männlich? Ich denke nicht, dass wir als Frauen diese Prägung haben, weil wir seit Anbeginn der Zeit kämpfen mussten, bevor wir eine Bewegung wurden. Wir waren Frauen, die verfolgt, isoliert und auf dem Scheiterhaufen verbrannt wurden. Das waren die Frauen, die vor uns kamen. Frauen mit der Fähigkeit, mit ihren Kämpfen, mit ihren Träumen, mit ihren Ansprüchen voranzukommen. Werden wir all diese Wunder der Bedingungen in das Männliche stecken? Wieso den? Ja, Frauen sind seit Anbeginn der Geschichte so, seit wir unterdrückt wurden. Wir sprechen von Tausenden von Jahren. Alle Frauen, die etwas tun wollten, alle, die in den Kampf gezogen sind, hatten diese Eigenschaften. Nein, das ist kein männlicher Zustand.“ Gabrielas Stimme gewinnt an Stärke, während sie ihre Idee entwickelt, und tut dies fast wie ein Manifest. Die historische Bestätigung derer, die uns vorausgegangen sind, als Grundlage einer Identität, eine Frau zu sein. Schwierigkeiten verstärken in ihnen das Bedürfnis, sich von einer anderen Gegenwart abzugrenzen. Sie reiten mit vollem Bewusstsein auf der vierten Welle. Sie gehören zu einer Kategorie von Frauen, die durch Handeln Veränderungen herbeiführen.

„Was passiert ist, dass sie uns, wenn sie dir die Geschichte erzählen, natürlich von der Stelle der Zartheit, des Anbetungswürdigen versetzen und uns von den anderen Eigenschaften trennen, die auch unsere sind, so wie auch Männer zart sein können.“ .

María mischt sich ein und fügt hinzu: "Eine Frau zu sein, spricht von einer Expansion, von all den Rollen, die wir mit Kraft und mit dem Mut einnehmen, der zu sein, der wir sein wollen."

Die Worte ergänzen einander und erzeugen eine Vision davon, was der Feminismus für so viele Frauen repräsentiert hat und was er heute als Rahmen für politisches Handeln ist. Sie wissen sehr gut, was es bedeutet hat, hierher zu kommen, und es ist aus ihren Ideen klar, dass sie nicht bereit sind, zurückzuweichen. Es ist Zeit für Frauen in allen Bereichen, unter gleichen Bedingungen. Es ist an der Zeit, einen langen Kampf, der noch zu viele Opfer hat, mit Inhalt zu füllen. Deshalb zögert Gabriela nicht zu sagen: Wir hassen Machismo, aber wir lieben die feministischen Männer, die uns im Kampf begleitet haben. Wir stellen uns entschieden gegen Machismo, wie Faschismus sowie gegen alle Überlegenheits-, Ausgrenzungs- und Unterdrückungsmentalitäten. Wenn wir Feministinnen sind, befinden wir uns im Rahmen unserer Haltung gegen alle Formen struktureller Unterdrückung, die Dominanz über Frauen bedeutet hat. 

Die drei schauen sich an und bekräftigen diese Definition als einzig möglichen Abschluss des Interviews. 

Wir verabschieden uns und denken an die Rückkehr in die Zimmer und ihre Gesichter strahlen. Es ist das Territorium, dem sie angehören und aus dem sie gewaltsam vertrieben wurden. Sie müssen Theater machen, um zu existieren, denn das ist ihre Identität. Sie erzählen mir, dass sie mit Gabriel Calderóns Werk „Ana contra la muerte“ ins Theater El Galpón zurückkehren, weil sie dadurch alles sagen können, was sie zu sagen haben.

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​​Wenn das Theater die Stille bricht

Über das Theaterstück „Muñecas de Piel“, geschrieben und inszeniert von Marianella Morena

Text von Roxana Rügnitz. Fotografie von Mariela Benítez 

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Foto: Mariela Benitez

Das Theater ist kein Territorium der Stille und enthält sie doch. 

Als ich an diese Notiz dachte, hatte ich bereits die Tickets für Skin Dolls in der Hugo Balzo Hall. Ihm war klar, dass sein Text von einem komplexen, von Stille geprägten Thema durchzogen war. Der einzige Nachteil war, dass diese Nummer herauskam, bevor ich das Stück sehen konnte, aber ich beschloss, den Prozess zu ändern. Ich würde aus der Stimme von Marianella schreiben, ihrer ursprünglichen Idee und den Mechanismen, die verwendet werden, um reale Ereignisse in Fiktion zu verwandeln. 

Wir treffen uns in Cibils, in Gustavos Werkstatt. Wir gingen durch den Raum, der, da war ich mir sicher, all die szenischen Möglichkeiten erwecken wird, die es noch nicht gibt.

Nach der Installation rahme ich das Interview mit einem einzigen Vorschlag ein. Ich zeige auf den Ursprung, ich nehme es mit auf den Moment, in dem die Idee geboren wird und sie zu sprechen beginnt.

„Die Nachricht erscheint in der Presse und fast sofort setzt sich ein Bild in mir fest. Sie ist von Wasser umgeben. Das Bild ist aus dem Selbstmord von „Jana“ entstanden – wir verwenden den Namen der Fiktion –  , der mit den Denunziationen des als „Operation Ocean“ bekannten Falls verbunden ist. Gerichtsverfahren, das im November 2019 wegen sexueller Ausbeutung von Jugendlichen in unserem Land beginnt. Die brutale Stille, die diese Geschichte enthält, ist in unserer Gesellschaft verborgen, sie hat ihren Ursprung im sexuellen Aspekt mit einer wolkigen Voreingenommenheit, wo der Körper einer Frau zu einem Territorium der Aktion und Herrschaft wird, in dem ihre Stimme keine Rolle spielt.

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Foto und Fotomontage: Mariela Benitez

Marianella beginnt eine Recherchephase zu diesem Thema, aus der die ersten „isolierten und sehr poetischen“ Texte hervorgehen werden. Es gibt eine Vision der Entfremdung über diese Herkunft, die nicht viel mit dem Universum dieser Mädchen zu tun zu haben schien, "scheinbar frivol wegen ihres Verhaltens in Netzwerken, wegen ihrer Art, sich zu zeigen, wegen ihrer Besessenheit von Marken und doch was in mir poetisch installiert wurde, besonders in Bezug auf Aldana“  Das Eröffnungswort tritt sofort in Dialog mit der Szene „das Bild war von ihr in einem Goldfischglas mit Wasser, mit Löchern, durch die sie eintreten und Mikrofone kommen heraus“ und dann wird der Text als Übersetzung dieser Vision geboren, als ein Prozess der Enträtselung dessen, was darin enthalten war.

Während der Ermittlungen veröffentlicht der Journalist Antonio Ladra die Namen der Beteiligten. Sich durch stumme Geschichten zu bewegen, die durch den Schutz des Schweigens bestimmt wurden, würde nicht einfach werden, diese Barriere musste durchbrochen werden, die Schlösser mussten geöffnet werden, damit die wahre Geschichte in den Stimmen aller Schauspieler erscheinen konnte. Dies geschieht im Prinzip durch die Befragungen, die sie mit der Staatsanwaltschaft und den Verteidigern, mit Interpol, mit den Opfern und Angeklagten führen. 

 „Die Begegnung mit dem anderen ist sehr wichtig. Man ist voll von Vorurteilen darüber, was andere sind. Wir definieren vorher den anderen, was von dem anderen erwartet wird, von dem, was wir bauen. Man bewaffnet und installiert jemanden an einem Ort, der auf seiner Vision der Dinge basiert“.

„In Darviña zum Beispiel – er bezieht sich auf den zuständigen Staatsanwalt – habe ich jemanden gefunden, der glatt und ohne jegliche Konstruktion von seiner Stelle ist. Es war keine Kurzgeschichte darin."

Wir lösen unseren Blick vom anderen, um Informationen von einem reineren Ort zu verarbeiten, wo das Rauschen einer zuvor konstruierten Vision nicht existiert, geben unsere Ideen auf, um als Mechanismus der Schöpfung zuzuhören, um ihre eigenen Vorurteile zum Schweigen zu bringen. Es gibt in Marianella ein Bewusstsein für die Bedeutung intellektueller Ehrlichkeit für das Schreiben ihres Theaters.

„Als wir zur Interpol gingen, dachte ich, ich würde einen Ort finden, an dem Männlichkeit am besten ist, alle Männer zusammen, und doch fand ich mich selbst wieder, ja, visuell mit diesem grafischen, materialisierten Testosteron, und doch sagen sie als Erstes, dass sie es sind waren Opfer von all dem.  Sie erzeugten eine Verzerrung zwischen dem Image, das sie zeigten, als sexy, und als sie sprachen, war es klar, dass sie Mädchen waren“.

Die Begegnung mit ihnen, die oft als "Provokateure" bezeichnet werden, hat auch damit zu tun, das Aussehen anderer zu demontieren, das Rollen stört und den Täter an die Stelle von "Opfern" stellt, weil sie "gute" Männer, "gute Eltern" waren. , „gute Arbeiter“. Dort entsteht die Stille, für die wir alle verantwortlich sind. Von einer Gesellschaft, die vordefiniert und nicht annimmt, dass das, was schlecht ist, durch diese Konzepte repräsentiert werden kann. 

Ich schlage Marianella vor, dass ihr Theater etwas von einem Dokumentarfilm hat, der zwischen Ereignissen entsteht, der uns als Menschen an komplexe Orte, in dunkle Bereiche versetzt, als Mechanismus, um jene Übel sichtbar zu machen, die wir unter den Teppich gekehrt haben. Sie antwortet jedoch mit einer anderen Analyse: „Im künstlerischen Bereich plädiere ich nachdrücklich für das Schaffen mit allen Mitteln. Die Arbeit an diesen Themen hat für mich mit der Art und Weise zu tun, wie ich mit meiner Zeitgenossen in Dialog trete. Mich reizt das Bedürfnis, es zu finden, nicht allzu sehr: Ist es Dokumentartheater, ist es Biodrama? Was mich interessiert, ist etwas Lebendiges in meinen Händen zu haben, weil es mich dazu zwingt, an einem Ort der Wachsamkeit zu sein, und das birgt immer Risiken.“

Er kehrt zur Arbeit zurück, kehrt zum Ursprung zurück und denkt an Jana als seine Hauptantriebskraft. „Zuerst wollte ich ihm huldigen, denn Menschen sterben, aber Charaktere leben. Wenn ich sie in die Fiktion einführe, wird sie zu einer Figur, die in die Ewigkeit eingeht. Das war meine ursprüngliche Idee, weil ich die Etymologie ihres Namens nachgeschlagen hatte - der echte -  und herausgefunden hatte, dass er "diejenige, die niemals stirbt" bedeutet.

In Marianellas Stimme schwingt eine Mischung aus Gewissheit und Wut mit. Die Gewissheit, was er mit seinem Werk erzählen will, und die Gedankenwut einer 17-jährigen Teenagerin, die beschließt, sich das Leben zu nehmen. Ein Teenager, der zwei Formen hatte. Einerseits diejenige, die Sugar Baby war, und andererseits diejenige, die in ihrem persönlichen Tagebuch versteckt auftauchte, die von ihrem Image besessen ist, aber gleichzeitig in die Kinemathek geht und Tolstoi liest. Ich habe das Gefühl, dass uns allen in seinem Selbstmord etwas entgangen ist. Ich habe das Gefühl, dass wir sehr wohl mit der Vorstellung gelebt haben, dass die guten  und die schlechten unterschiedlich und leicht erkennbar sind. Die Männer, die als "gut" definiert werden, haben dafür bezahlt, dass diese Mädchen Puppen sind, still, ruhig, bereit für ein Verlangen, das nicht Teil dessen zu sein scheint, was wir als Menschen eindämmen können sollten._cc781905-5cde-3194- bb3b -136bad5cf58d_

Die Schauspielerin, die den Charakter der „Puppe“ darstellen wird, ist Sofía Lara, mit ihr arbeiten sie vom Körper aus an der Idee der Zerbrechlichkeit, die manipuliert werden kann. So erscheint das, was Marianella definiert als:   „Der Körper, der wiedergeboren wird und lebt, oder der tote Körper im Leben. Tot beim Sex, weil es kein gewähltes Geschlecht ist. Ein Körper, der tut, was er tun muss, aber nicht von Absicht getragen wird.

Das Werk hat eine letzte Stille, die das gesamte Nationaltheater erlitten hat. Es wurde noch nicht veröffentlicht. Uns blieb ein stilles Theater, das mit der Entschuldigung der Pandemie gestoppt wurde, während andere Geräusche weiterhin ankündigen, dass der vorherrschende Wert auf dem Markt liegt. 

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Foto: Mariela Benitez

Künstlerisches Blatt der Arbeit:

Text und Regie: Marianella Morena

Darsteller: Álvaro Armand Ugón, Mané Pérez und Sofía Lara

Musik: Maia Castro.

Raumgestaltung: Ivana Domínguez und Mariana Pereira

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meiner Szenen

Von: Roxana Rügnitz  

Es gibt ein Bild, das sich wiederholt, das in meiner Seite schlägt: eine schwere Schreibmaschine, ein schwaches Licht und ein Mann, der raucht, während er wie ein Verrückter in die Tasten hämmert. Die Augen, die dieses Gemälde fixieren, sind meine, der Schriftsteller, mein Vater. Wenn ich in den Abgrund schaue, sehe ich ihn als Rettungsleine, die mich daran erinnert, wer ich bin.

 

Von diesem Ort aus schreibe ich…. Sehnsucht danach, einfache Worte zu komponieren, die eine Bedeutung erreichen…. Ich schreibe.

Wenn sich Schlaflosigkeit in Angst verwandelt, wenn dieser Impuls mich aufweckt, der körperlich ist, dann verstehe ich, dass ich reagieren muss, und ich schreibe.

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Detail der Arbeit von Gustavo Fernández

Foto: Mariela Benitez

Ich stecke im Theatergebiet fest. Vielleicht wurde ich hineingeboren und konnte es nie verlassen. Es gibt etwas in seinen Grenzen, das mich immer zum Verlieben bringt. Wenn ich an Theater denke, schießt meine Erinnerung in die intimsten Ecken, wo ich sie finde, da sind die Gespenster mit ihren Geschichten, dahinter die Vorhänge, die Bühnen, die Gerüche gehen mir durch die Haut, sie verdrängen die Realität, es ist wie eine Rückkehr zum Haus meiner Großmutter, getragen von Ahnendüften. Das passiert mir mit dem Theater. Theater und Schreiben als unmittelbare Reaktion zu sehen, damit diese eindringenden Kräfte endlich aus meinem Körper herausschießen. Als Nelly Goitiño mich zum Nachforschen schickte, wusste ich bereits, dass meine Theatergeographie immer in meinem Schreiben definiert werden würde.

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