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¿Vos sabés de qué murió tu mamá?

En la Frontera

Texto y fotografía: Javier Gramuglia¹

En ciertas ocasiones, las fotos funcionan como restos arqueológicos a partir de los que podemos reconstruir historias. Tengo una foto en la que estoy en el largo pasillo de mi casa de la infancia, de la mano con mi mamá, saliendo hacia mi primer día de escuela: el guardapolvo blanco impecable, el peinado a lo Gardel.

Dice John Berger que la fotografía puede funcionar como un sustituto de la memoria social y ayudar a reconstruirla, pero también puede contribuir definitivamente a la atrofia de esa memoria. Una fotografía descontextualizada puede transformar una historia en un mero espectáculo. Cuando se pierde la memoria, se pierde la continuidad del significado y el juicio.

La mañana del 10 de agosto de 1989 hacía frío en Buenos Aires. Mi papá llegó a la casa solo. Recorrió ese largo pasillo de la foto hasta el final. Abrió la puerta de madera del PH, atravesó el patio de baldosas y entró a la habitación donde dormíamos con mi hermano. En ese momento yo tenía once años, y mi hermano, seis. Nos despertó y nos sentó en la cama. Con los ojos cargados y entre sollozos nos dijo: «A mamá la operaron ayer por una infección en el corazón. Le pusieron una válvula, pero el corazón no resistió… Se murió… ahora la pusimos en una cajita para despedirla».

A partir de allí, sobrevinieron años oscuros, dominados por el silencio y la introspección. La imposibilidad de comprender por qué mi mamá ya no estaba más. Fueron días de buscar refugio ilusorio en los libros y la música, cuando no había refugio posible.

Cinco años después, me encontraba cenando en la casa de mis abuelos. En la televisión discutían acerca de la legalización del aborto. Expresé que no estaba seguro acerca de mi posición. Fue entonces cuando mi tío me preguntó: «¿Vos sabés de qué murió tu mamá?»

Esa noche, al regresar a mi casa, mi padre nos convocó a mi hermano y a mí, como un déjà vu de aquella primera conversación. «No quiero ser madre de nuevo. Éste es mi cuerpo» fueron las palabras que mi mamá le había dicho en aquel invierno de 1989. La interrupción voluntaria del embarazo era ilegal en Argentina y mi madre se vio obligada a recurrir a una clínica clandestina. La infección en el corazón que le provocó la muerte fue la consecuencia de esa intervención realizada en condiciones inseguras.

 

 

 

 

 

El año siguiente a su fallecimiento, en 1990, el V Encuentro Feminista de América Latina y el Caribe, en la pequeña ciudad balnearia de San Bernardo, muy cerca de donde veraneábamos todos los años, propuso el 28 de septiembre como el Día de la Lucha por la Legalización del Aborto en América Latina.

Para mí, tendrían que pasar más de dos décadas para que en el 2015 la irrupción masiva del movimiento feminista en torno a la consigna «Ni una menos» me libere de lo inefable y me permita sentir la necesidad de hablar de mi experiencia personal como un acto de manifestación política. Así es como comienzo a trabajar en el fotolibro Clara Mabel, que es el inicio de un proyecto artístico transmedia, pensado como una herramienta para recuperar las fotografías de mi álbum familiar, resignificarlas con el objetivo de reconstruir la historia de mi madre, y poner en evidencia los efectos que la prohibición del aborto causa en la sociedad, que se expanden más allá de la víctima directa, y afectan de forma definitiva la vida de todo su entorno social. León Ferrari decía que para decir algo revolucionario había que decirlo con palabras nuevas. Tiene que cambiar la forma para que no muera la idea, porque el lugar común anula la fuerza del mensaje.

Finalmente, en la madrugada histórica del 30 de diciembre de 2020, el reclamo sostenido durante años y las movilizaciones masivas impulsadas por el movimiento feminista lograron que el Estado argentino reconozca el derecho de las personas gestantes a decidir sobre su propio cuerpo.

Mientras tanto, en la mayoría de los países de Latinoamérica, África, y ahora también en muchas regiones de Estados Unidos, la interrupción voluntaria del embarazo continúa siendo ilegal y cientos de mujeres, como mi madre, pierden la vida cada año por abortos inseguros realizados en la clandestinidad.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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¹ Soy fotógrafo, artista visual y docente de la Licenciatura en Fotografía de la Universidad Nacional de San Martín (UNSAM). Participé en numerosas exposiciones colectivas e individuales entre las que se destaca la exposición de una de mis fotografías de la serie «Sin pan y sin trabajo / La cultura no se achica» en el Museo Nacional de Bellas Artes en 2016. En el año 2019 autoedité el libro de fotografías y textos Línea Roja. A principios de 2021, publiqué el fotolibro Clara Mabel, de amplia difusión nacional en internacional. En 2022, mi trabajo fue seleccionado para ser expuesto en la Bienal de Fotografía Documental de Tucumán, en el premio AAMEEC del Museo Caraffa (Córdoba) y en Santiago Foto (Santiago de Chile). En 2023, fui seleccionado para exponer en el festival San José Foto, en Uruguay.

on the border

Hablando de barrio en la frontera

Texto por Raquel Cremonesi Rippa¹

Fotografía Virginia Mesías

La Brigada China María surge de la Asamblea Permanente de Mujeres, Lesbianas, Trans y no binaries de Paysandú. La asamblea es abierta y autoconvocada para la organización del 8 de Marzo de cada año en nuestra ciudad. Funciona como red frente a situaciones que afectan a mujeres y disidencias a nivel local, realiza acompañamiento, escucha y asesoramiento en situaciones de violencia. En abril de 2021, se presenta una situación de una madre con dos niñes en situación de calle por huir de una relación violenta. Consultamos a las diferentes instituciones sobre algún refugio o acogida para madres víctimas de violencia de género, pero no obtuvimos respuesta.

Además, nuestro departamento es uno de los más golpeados por la desocupación y el trabajo informal, precarización laboral que afecta a toda la población, pero mayoritariamente a las mujeres. Al ser límite fronterizo con la ciudad de Colón (Entre Ríos) las personas que más sufren del desempleo y con bajos ingresos abaratan su canasta cruzando el puente Paysandú-Colón, para comprar alimentos.

Paysandú cuenta con un refugio para mayores de 18 años, donde no se aceptan niñes, por tanto, una mujer que decide salir de un vínculo violento con sus hijes, debe ingresar a los menores en INAU para ella poder acceder al refugio. La Intendencia de Paysandú contaba con una casa para casos de violencia de género, (para casos de riesgo de vida con orden judicial) pero no funciona más. El 4 de junio de 2021, como Asamblea, nos reunimos con la Directora de Inmujeres, Mónica Bottero, quien nos plantea que un proyecto de estas características era inviable debido al costo en recursos humanos y que era muy difícil lograr la transitoriedad de las mujeres que accedían a estos dispositivos. Sostuvo que la infraestructura no era el mayor impedimento.

Decidimos conformar la Brigada, luego de varios meses de trabajo, accedimos a una casa en estado de abandono, logramos hacerla habitable a base de beneficios. Realizamos un arduo recorrido por varios barrios de Paysandú, también a través del boca a boca. Es así que dimos con ella, se realizaron entrevistas a los vecinos para conocer las características de quién era la casa, cómo podíamos contactar algún familiar, nos contaron quiénes vivieron allí, cuánto tiempo hacia que estaba deshabitada. Los problemas que les provocaban esta situación ya que no existía un mantenimiento de la misma. El barrio es un poco alejado del centro pero con buena accesibilidad a centros educativos, líneas de ómnibus, comercios. Lo fundamental para nuestra causa es que la zona es tranquila y la calle es poco transitada. El vínculo con los vecinos pasó por varios momentos. Cuando recién llegamos fuimos bien recibidas, luego se tensó cuando se enteraron de cómo habíamos accedido a la casa. No pasó a mayores. Las mujeres y niñeces que han pasado por allí ya se los ganaron y ahora todo funciona en armonía. Se ayudan mutuamente. Desde el inicio se conversa sobre las pautas de convivencia dentro del hogar, pero también el vínculo con los vecinos. La importancia del respeto de los horarios, evitar hacer ruidos molestos, en Paysandú la siesta es sagrada y sobre todo en el caluroso verano, por lo que hacemos énfasis en esos aspecto para la buena convivencia.

La Brigada también busca abordar el acompañamiento de forma integral, brindando sostén psicológico, asesoramiento legal y tender redes en temas como: salud, alimentación, educación, trámites, acceso a beneficios sociales, documentación, haciendo conexiones interinstitucionales a los efectos de atender las diferentes carencias.

Ante la falta de empleo y precarización laboral, se crea La Cocina de la China, emprendimiento de las mujeres que viven allí para tener su sustento, para lo que se impulsan las gestiones de carnet de manipulación de alimentos. No contamos con la colaboración del Estado, la financiación es a través de la autogestión realizada a base de beneficios: venta de rifas, de ravioles, bonos de colaboración, eventos culturales para abonar la luz, el agua y las reparaciones de la casa, también recibimos donaciones por parte de la comunidad.

 

Este proyecto tiene un año y nueve meses de ejecución. Han pasado hasta el momento dieciséis mujeres, diecinueve infancias, y tres adolescentes, que resuelven transitoriamente la situación de calle. El objetivo de este proyecto es evitar la situación de desamparo, vulneración de derechos y situación de calle de mujeres con infancias que deciden salvaguardar el bien más preciado: la vida. Lo hemos logrado acompañando, tejiendo redes y estimulando el empoderamiento en la búsqueda de autonomía y calidad de vida.

 

Lamentablemente, estamos ante una urgencia. El 1. ° de junio de 2023 vence el comodato que firmamos. Necesitamos firmar otro comodato, ya sea con instituciones públicas o privados que tengan una casa deshabitada, para poder continuar con nuestro proyecto que deja en evidencia una carencia del Estado. Estamos asesorándonos para gestionar la personería jurídica, que nos amplía los horizontes, trámite complejo que excede la urgencia. Inmuebles deshabitados y el compromiso de mujeres y disidencias demuestran que sí es posible dar una respuesta a madres y sus hijes víctimas de violencia.

La Brigada China María necesita una casa para poder continuar desarrollando este proyecto.

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¹ Raquel Cremonesi Rippa nació en 1970 (53 años). Es feminista, madre de dos hijes de 16 y 26 años. Es médica familiar y comunitaria y es defensora de la salud y de la educación públicas.

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¿Vamos a seguir calladas?

Texto por Silvia ARCE VILLALOBOS¹

Fotografía por Alex Molina

El pasado mes de enero Jacinda Ardern anunció su dimisión como primera ministra de Nueva Zelanda. Me acuerdo de su rueda de prensa con la primera ministra finlandesa, Sanna Marin. Un periodista se atrevió a preguntar: "¿Se reúnen ustedes porque tienen la misma edad y muchas cosas en común o podemos esperar acuerdos?".

 

Al día siguiente del anuncio de Ardern, Emmanuel Macron y Pedro Sánchez firmaban un gran acuerdo de cooperación entre Francia y España. Nadie les preguntó por qué se reunían. Las mujeres nos reunimos porque sí, para hablar de “nuestras” cosas de mujeres. Los hombres se reúnen para tratar lo importante.

 

Da igual la posición que ocupes, primera ministra, reina, ejecutiva, jefa, empleada, becaria…siempre seremos mujeres y si preguntamos, todas hemos sufrido alguna experiencia de desigualdad por el hecho de serlo.

 

He tenido la suerte de trabajar siempre en entornos laborales feminizados, pero no por ello exentos de machismo. Obviando la brecha salarial, hay dos aspectos clave que creo que marcan la vida laboral de una mujer, podríamos decir la vida con mayúsculas: el aspecto físico y la falta de sororidad.

 

Este último quizás sea el más controvertido. Últimamente parece que vivimos en un mundo de fantasía y arcoíris en el que las mujeres nos apoyamos las unas a las otras, nunca nos criticamos, nos ayudamos y somos seres de luz. Nada más lejos de la realidad. Las mujeres somos humanas y nos han programado desde que nacemos para competir, y encima competir entre nosotras. Competir por el cariño, la atención, el reconocimiento, la belleza. Competir desde el jardín de infancia, en el colegio, en el instituto, en la universidad. Es lógico que vayamos pisándonos cada vez que tenemos oportunidad y que siempre juzguemos a las mujeres que han llegado alto. Será por su físico, por su padre, por enchufe, o lo habitual…por zorra. Aterrizamos al entorno laboral con la competitividad por las nubes, herencia del sistema capitalista, y potenciado por el patriarcado, y aupado gracias a la industria cultural que consumimos desde que tenemos uso de razón.

 

El siguiente aspecto, el físico, lo vertebra todo. Da igual si tu trabajo solo depende de tu cabeza, siempre habrá alguien ahí para juzgar tu apariencia. Da igual lo arreglada o casual que vayas, lo delgada o guapa que seas. Siempre vivirás batallas con el cuerpo, la autoestima y el peso (literal y figurado) que conlleva ser mujer. Aunque cueste creerlo todavía hay miles de ofertas de empleo hoy con el requisito “con buena presencia”. Todavía los uniformes masculinos y femeninos siguen siendo diferentes, desde la escuela hasta las azafatas de los aviones. Ya no hablemos de los tacones y el maquillaje. Desde el Festival de Cannes que obliga a las mejores actrices del mundo a calzarse unos stilettos a los comentarios por la vestimenta de Hilary Clinton. Siempre lo primero que se juzga de una mujer es el aspecto físico, da igual lo que digas o hagas. Desde que tengo memoria llevo aguantando comentarios sobre el largo de mi falda o lo bien que me queda un vestido. ¿Disculpa? Capítulo aparte merece la infantilización y el paternalismo derivado del aspecto físico, únicamente por el hecho de ser mujer. Me han llegado a decir que me pinte los labios y me ponga un traje para una reunión porque si no van a pensar que mandan a una junior. Hombres sorprendidos por mi edad y apariencia, tras miles de llamadas telefónicas y proyectos exitosos y rentables. ¿A cuántas les han preguntado dónde estaba su jefe cuando la jefa era ella? Podemos llamarlo micromachismos, pero el menosprecio, las interrupciones, el mansplaining, la condescendencia, agotan y mucho.

 

Este Black Friday explotó en España una huelga de las dependientas de Inditex, el mayor gigante textil del mundo, y se supo que a estas empleadas se las conoce en la empresa como “las niñas”. Y podría pensarse que Inditex podría ser una empresa feminista, con sus mensajes de empoderamiento en camisetas y la compañía dirigida por otra mujer, Marta Ortega. Una de las reivindicaciones de estas mujeres es simplemente equiparar sus ventajas con las que ya disfrutan el personal de logística, fábrica y centrales, en su mayoría hombres. Las mujeres trabajadoras sufren dos veces, por mujeres y por trabajadoras. Y que la batalla está en la igualdad de condiciones y oportunidades. En el respeto y la dignidad.

 

Todo esto nos lleva a decir que hay un problema en nuestro entorno laboral. ¿Qué decimos? ¿Qué hacemos? Ya se sabe que las mujeres hemos sido educadas para ser sumisas, para obedecer, para tener este empleo precario, para no pedir un aumento, en definitiva, para trabajar sin que sea lo más importante, porque ya se sabe que a lo que aspiramos es al amor romántico, al matrimonio, a la maternidad, la más noble y santa de todas las metas de la mujer. ¿Vamos a seguir calladas?

 

Es necesario colectivizar nuestras emociones porque son lo que nos une, lo que nos hace iguales, lo que rompe la brecha socioeconómica: el dolor de regla de cualquier CEO puede ser igual de doloroso que el de la trabajadora del Starbucks.

 

Deberíamos poder hablar de nuestras emociones, de nuestros miedos, de nuestras experiencias, de nuestras necesidades. Es vital y sanador, aunque siempre se haya percibido como vergonzoso e improcedente en los entornos laborales. Y ahí sigue, esa brecha entre lo que vivimos unas y lo que ven los otros.

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¹ Licenciada en Periodismo por la Universidad Camilo José Cela y con un Executive Program en Marketing Digital por The Valley Digital Business School. Con una sólida carrera profesional vinculada al ámbito de la comunicación y las Relaciones Públicas, Ana ha trabajado en agencias de comunicación como Equipo Singular o Pelonio, y prensa como GQ, Vanity Fair o Yo Dona. Desde 2015, trabaja en Trescom, en la ejecución y desarrollo de la estrategia de comunicación de clientes como Nike, Nintendo, J&B y Adecco.

Nuestro nombre como lindero del deseo

Texto por Silvia ARCE VILLALOBOS¹

Fotografía por Alex Molina

De cuyo nombre no puedo olvidarme es un monólogo de la destacada directora teatral y escritora costarricense María Bonilla. Este sugerente título parafrasea el memorable inicio de la obra cervantina El ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha, de la cual se extrae el entrañable personaje de Aldonza Lorenzo (imaginada por don Quijote, como Dulcinea del Toboso). Este monólogo llegó a mis manos hace algunos años y el hecho de que abordara al que para mí es uno de los más hermosos personajes del Quijote se convirtió en un auténtico regalo. Lo más mágico que puede pasarle a una actriz es encontrarse con un personaje que la ponga a dudar, a pensar: a desear. Finalmente, en 2022, le presté mi piel a Aldonza para nacer en escena. Y ella me prestó su nombre.

 

Primero pensé en el reto artístico de abrazar la piel de esta mujer que ha sido creada varias veces: por la pluma de Cervantes, en primera instancia; en la imaginación del noble caballero andante después. Pero esta vez no se trata de Dulcinea, dama de belleza sin par, sino de Aldonza Lorenzo, de la mujer sudorosa que labra el campo y tiene callos en las manos y en el corazón. Esta vez, a Aldonza la creó otra mujer, con una mirada cómplice y solidaria desde el interior de una casa donde siempre hay mucho que hacer, mucho que recordar. Así, podemos adentrarnos en la esencia de un ser (más allá de ser un personaje) que piensa, y que, desde la memoria, se nombra.

 

Aldonza tiene una voz contundente, que no ha sido escuchada porque ha sido soterrada por otros, y por los ideales que esos otros han construido a su alrededor. Aldonza ahora habla de ella, de su deseo. Sus recuerdos la reviven y, entonces, es capaz de traer a su incierto presente la verdad de sus emociones. Y es que, en esta obra, la memoria es fundamental, es la que sostiene al personaje en todo momento: la memoria de sus vicisitudes, de su juventud, de lo que cree haber escuchado o aprendido; pero, sobre todo, la memoria de su propio nombre: «Aldonza Lorenzo». Así la llamó su madre, quien siempre supo que lo más importante era defenderse, como versa el texto: «Del mundo, de los hombres, de estos tiempos»² (que son todos los tiempos).

Sin embargo, hubo una vez (siempre bordeamos esa vez) en que el recuerdo la abraza y la abrasa. No es el recuerdo del caballero que la ha idealizado. No. Recuerda una tarde, una plaza, un trovador que canta sobre pueblos, ciudades grandes: «Ser libre ir de pueblo en pueblo, sin rumbo, por caminos nuevos…»³ Y entonces ella es quien quiere ser. En ese momento detenido en el tiempo sabe exactamente lo que es sentirse libre, la seduce la música, la voz del trovador y, sobre todo, las palabras que salen de su canción. Baila, mueve su falda, abre sus brazos, sigue con la mirada los sonidos de esa voz y tiene una certeza. Desea eso. Desea irse, fugarse a esos lugares dibujados por aquella música.

 

Y quiso hacerlo, pero no lo hizo:

Toda la noche pensé en irme con él. ¡No sé por qué no lo hice! No fue miedo. Fue, tal vez, la voz de mi madre, la voz de las monjas, la voz de todos: «una mujer no está hecha para travesías, para aventuras. No está hecha para la libertad, la dignidad, el deseo, el compromiso, el riesgo, el sexo, el erotismo, los celos, el encantamiento, la visión mágica, la locura, la tragedia y la venganza, no. Está hecha para… ¿para qué estará hecha una mujer?⁴

Y, con un golpe de realidad, se da cuenta que su deseo ha estado supeditado a los deseos de otros, a lo que escuchó y dio por un hecho, y comprende que es momento de buscar en el único sitio seguro que tiene: su propio nombre, su propia voz. Este monólogo nos plantea la urgencia de volver a nosotras: «No quiero un hombre. Ni más trabajo. Ni telas para bordar, ni oro para mis orejas. Tampoco quiero más comida. Ni un castillo. Ni siquiera un hijo. Me gusta el silencio de este techo»⁵. En el deseo profundo de Aldonza, quizás no hay caballeros andantes que la salven, o trovadores que le prometan caminos de libertad. Quizás nosotras, como ella, podremos encontrar en la intimidad de nuestro nombre la esencia de quiénes somos, de nuestro deseo, y así lo diremos en voz alta cuando la historia pregunte.

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¹ Silvia Arce Villalobos es actriz y directora profesional de teatro graduada de las carreras de Artes Dramáticas y Filología Española de la Universidad de Costa Rica. Logra amalgamar sus dos pasiones en la docencia —disciplina en la que obtiene su maestría y labor que desempeña desde hace más de una década— en el Centro de Estudios Generales de la Universidad Nacional (Humanidades). Desde 2005, aproximadamente, ha participado en múltiples montajes en el ámbito institucional, comunitario e independiente. En el 2014, se hace acreedora del Premio Nacional de Teatro por la calidad artística de las puestas en escena del grupo de teatro profesional que fundó en 2011, y del cual es directora artística hasta la fecha: La Maga Teatro. También es la fundadora y directora de un grupo comunitario de teatro llamado Los Cronopios, con quienes ha montado obras de grandes autores y autoras del teatro universal. Su enorme amor por la literatura, el teatro y la docencia la ha llevado a compartir obras teatrales, charlas, ponencias y cursos en Costa Rica, Uruguay, Argentina y Cuba, y conocer a estudiantes de diversas latitudes gracias a las tecnologías en línea.

²Bonilla, María. De cuyo nombre no puedo olvidarme. Estucurú. 2022, p. 23.

³ Ibid., p. 26.

⁴ Ibid., p. 27.

⁵ Ibid., p. 31.

Performance política feminista
para aparecer en nuestra territoria

Texto por Jazmín Ra¹

Fotografía por Niebla

En la actualidad, los movimientos sociales feministas y disidentes han utilizado la performance como una práctica que va más allá del nicho del arte, adquiriendo relevancia política al ingresar contenido del contexto sociocultural y la experiencia vivencial de las sujetas que habitamos dichos contextos, movilizando así los significados que nos representan (Fernández y Escobar, 2006).

En cada época y en cada país, las performistas enfatizan y abordan estos tópicos de acuerdo a circunstancias concretas. Pero dentro de esta multiplicidad saltan a la vista las coincidencias que están marcadas por el espíritu de los tiempos, que rebasan fronteras y lenguajes (Alcázar, 2008, p. 332).

De esta manera, se ha comenzado a reformular la estructura de sentido, para que las categorías con las que las sujetas significamos nuestras condiciones materiales de producción de la vida y elaboración de la memoria puedan aparecer (Luna, 2007, Butler, 2015)., haciendo visibles temáticas que muchas veces quedaban en la esfera de lo privado (Pateman, 1988) o incluso en el ámbito de lo traumático, de lo que no ha podido ingresar al registro de comprensión y representatividad sociocultural (Tubert, 2010).

En el escenario local, existe una pluralidad de feminismos que ponen de relieve en sus diversas posturas, una expansión discursiva de la acción política que hemos ganado las mujeres y las disidencias del sistema sexo-género (Luna, 2007). En la performance latinoamericana esto se materializada revelando la pluralidad de contenidos, metodologías y enfoques que se adaptan para abordar una diversidad de temáticas, tales como: «La discriminación, el sexismo, la religión, el amor, la represión sexual, la marginalidad, el dolor, la identidad, los sueños, el racismo, la muerte y el arte mismo» (Alcazár, 2008, p.332).

Para la teórica de los estudios de performance Diana Taylor (2011) la performance funciona como un «lente epistemológico», capaz de generar un archivo y un repertorio cultural, en el que «las performances operan como actos vitales de transferencia, al transmitir saber social, memoria y un sentido de identidad, a través de acciones reiteradas (p. 34)». Convirtiéndose de esta manera en un «discurso encarnado» en donde el repertorio cultural se lleva y se transmite desde la cuerpa (Taylor, 2011).

Es por ello que, en el contexto chileno y latinoaméricano, la performance ha cobrado marcada relevancia como forma de manifestación política, como un artivismo que ayuda a tramitar la falta de entendimiento ante el horror, especialmente cuando la memoria histórica oficialista, se construye de manera fragmentada, omitiendo las consecuencias de necropolíticas que han operado como forma de represión social y dominación. La performance aparece como un arte que franquea las barreras de la censura, para poder transmitir memoria a través de su imaginario. Particularmente en Chile tenemos como antecedente la vanguardia de arte durante la censura mediática de la dictadura militar (1973-1990). Allí aparecieron importantes obras de performance como Zonas de dolor de Diamela Eltit, La conquista de América de Las Yeguas del Apocalipsis e Intervención corporal del espacio público de Elías Adasme. Obras que destacan entre muchas otras, donde las corporalidades fueron el telón de denuncia. En Zonas de dolor, la artista encarna, con los brazos quemados y la lectura de su obra Lumpérica, la explotación que ocurría en espacios de comercio sexual, existente debido a la marginalidad, crisis y hambre que se vivía en la época. Limpiando acuclillada con agua y esponja la vereda de un prostíbulo olvidado en la periferia de Santiago.

También en la época se denuncian directamente los crímenes de lesa humanidad —torturas, desapariciones y muertes— que se estaban aplicando como doctrina del shock para reprimir a la población. En La conquista de América, Las Yeguas bailan la cueca solas, símbolo de duelo, juntas, pero con audífonos. Bailan a pies descalzos sobre vidrios de botellas de Coca-Cola ubicados en un mapa de América que se teñía de sangre real. Adasme, por su parte, se cuelga de cabeza semidesnudo, junto a un mapa de Chile en la estación de metro Salvador. Allí representó al pueblo chileno, herido y torturado. Por esta acción casi se lo llevan detenido.

En Latinoamérica, el discurso encarnado (Taylor 2015), es intenso y corporal, como la vida misma, dando cuenta de la violencia histórica que atraviesa a las cuerpas en esta territoria. Siendo la reiteración de un imaginario abyecto, el síntoma que aparece para recordar aquello que fue reprimido y tramitar el dolor psíquico de la memoria fragmentada; el síntoma en común de haber crecido en una cultura prohibitiva y castigadora.

Este síntoma se manifiesta en la praxis de la performance latinoamericana como una suerte de apertura del fuero interno; como una acción que adquiere directa eficacia simbólica, que zamarrea los escenarios sociales e instala en su hacer un cuestionamiento validado por la marcada investidura biográfica que las cuerpas performáticas acarrean. Dando un factor de realidad, que va más allá de la representación escénico-teatral, sino que, al contrario, da cuenta de una construcción profundamente arraigada en la cultura, que atraviesa, de manera estilizada, actos, gestos y significantes discursivos en las cuerpas (Butler, 1990).

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Referencias bibliográficas

¹ Artista de performance chilena. Es licenciada en artes plásticas y psicóloga postitulada en clínica psicoanalítica con especialización en género, formación académica realizada en Santiago, en la Universidad de Chile.

²Fernández, Roberto, Escobar, Marcia. «Performatividad, memoria y conmemoración: la experiencia de la marchaRearme en el Chile post-dictadorial». Forum: Qualitative social research. 2008, vol. 9, n. ° 2, art. 36. Recuperado de  <http://www.qualitative-research.net/index.php/fqs/article/view/389/846>

³Alcázar, Josefina. Mujeres, cuerpo y performance en América Latina. Estudios sobre sexualidades en América Latina. Editado por Kathya Araujo y Mercedes Prieto. Quito, FLACSO, 2008.

⁴Luna, Lola. «Entre discursos y significados. Apuntes sobre el discurso feminista en América Latina. La manzana de la discordia», 2007. vol. 2, n. °. pp. 85-98. Seminario Interdisciplinar Mujeres y Sociedad (SIMS), Universidad de Barcelona.  Recuperado de: <http://bdigital.unal.edu.co/48215/1/entrediscursosysignificados.pdf>

⁵Butler, Judith. Cuerpos aliados y lucha política: hacia una teoría performativa de la asamblea. Barcelona: Paidós, 2015.

⁶ Pateman, Carole. El contrato sexual. México: Anthropos, 1988.

⁷Tubert, Silvia. Psicoanálisis, feminismo y posmodernismo. 2010. Recuperado el 07 de agosto de 2022, de <https://www.iztacala.unam.mx/errancia/v17/PDFS_1/LITORALES%201%20PSICOANALISIS%20FEMINISMO.pdf>

⁸Taylor, Diana. Estudios de performance. Nueva York: Instituto Hemisférico de Performance y Política, 2011.

⁹El término artivismo proviene del híbrido de arte y activismo. Se trata de una forma de arte reivindicativa y de resistencia que suele ser llevada a cabo por personas o agrupaciones anónimas interesadas en la intención política de sus acciones. 

10 Butler, Judith. El género en disputa. Barcelona: Paidós Ibérica, 1990.

¹¹Taylor, Diana. El archivo y el repertorio, La memoria cultural performática en las Américas. Chile: Ediciones Universidad Alberto Hurtado, 2016.

¹² Bey, Hakim. Los pasquines del anarquismo ontológico. 1985. Recuperado de <https://www.lahaine.org/pensamiento/bey_caos.htm>

¹³Goicovic, Igor S.A. La propaganda por los hechos en el movimiento anarquista chileno 1890-1910. Recuperado el 10 de marzo 2019, de < http://www.memoriachilena.gob.cl/602/w3-article-92161.html>

¹⁴FE.AS y L.I.L.A.S. (S.A). Taller de acción feminista. Recuperado el 03 de marzo de 2020, de <http://www.feministas.org/IMG/pdf/20-Taller_de_accion_feminista-FEAS-LILAS.pdf>

¹⁵Ortiz, Ma. Alejandra. Activismo posporno y subversiones normativas en el contexto argentino. 2018. Recuperado de <http://conti.derhuman.jus.gov.ar/2018/03/seminario/mesa_15/ortiz_mesa_15.pdf>

¹⁶Picazo, Luis Claudio, Retamal, Ma. Elena.  Irrupción postfeminista en Chile a través de las artes visuales y performance. 2017. Recuperado de: <https://scielo.conicyt.cl/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S0718-23762017000200029>

¹⁷The Clinic Online (s. a.). De culto: Entrevista a Hija de Perra & Wincy en revista Fill. Recuperado el 20 de marzo de 2020, de: <https://www.theclinic.cl/2014/08/27/de-culto-entrevista-a-hija-de-perra-wincy-en-revista-fill/>

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Los legados de la eugenesia en la construcción de la belleza en Latinoamérica: una perspectiva interseccional

Texto por R. Sánchez-Rivera
Departamento de Sociología
Universidad de Cambridge

Fotografía S/A

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Los preceptos de belleza siempre han sido dominados por ideas y prácticas normalizadoras que revuelven en la colonialidad del poder y constructos de género (Quijano, 2000; Lugones, 2008; 2007; 2010). Asimismo, la belleza tiene que ser analizada por medio de distintos ejes opresivos como, por ejemplo, procesos de racialización, clase, capacidad, gordofobia, entre otros.

Ideas y prácticas de normalización estadística y belleza convergen con la popularización del racismo científico en el siglo XIX (Davis, 2017). Estas ideas llegan y se desarrollan en Latinoamérica para adaptarse, producirse y malearse a su propio contexto (Stepan, 1991). Por ejemplo, luego de la revolución mexicana (en 1921) se crea el concurso ‘La India Bonita’ para cimentar ideas de belleza alrededor de construcciones mestizas sumamente exclusionarias y construir a la mujer indígena como «aceptable» para el mestizaje (Sánchez-Rivera, 2021; Samaniego, 2018; Samano Verdura, 2010; Zavala, 2006; Ruiz, 2001).

El mestizaje como proceso político de finales de siglo XIX y principios del siglo XX se cimenta como un proyecto nacional para homogenizar la «nación» en México así como otros países en Latinoamérica (López Beltrán, 2013). De esta manera la figura del mestizo se convierte casi en un sinónimo a ser mexicano o a la «mexicanidad» (Silva et al 2018). Estas lógicas mestizas (Moreno Figueroa, 2011) que provienen del mito de mezcla entre mujeres indígenas (La Malinche) y el hombre español (Hernán Cortés) tienden a invisibilizar a todos aquellos que caen fuera de estas categorías de cómo el mestizo aceptable se debe ver.

José Vasconcelos, en su libro seminal titulado La raza cósmica (1925), discute el proyecto estético de la nación. Aquí el argumenta que el desarrollo de la raza cósmica pasaría por tres procesos: la colonización, la ciencia, y la estética. En estos procesos, Vasconcelos hace alusión a cómo dentro del proceso estético los individuos no necesitarían de la ciencia para autorregular la reproducción ya que la estética (o quien es considerado bello o no) iba a ser el factor principal para el mejoramiento racial y el advenimiento de la raza cósmica. Dentro de este proyecto estético podemos observar los procesos de racialización del mestizaje, ya que el mestizaje que Vasconcelos creía idóneo tendía a excluir las ‘razas’ ‘amarillas’ y ‘negras’ (utilizando la taxonomía del momento) (Chang, 2017).

En conclusión, el proyecto estético del mestizaje es sumamente excluyente y continúa en el pensar de muchas personas, ya que estas ideas se tradujeron a constructos de pensamiento popular. Por ejemplo, ideas de «mejora de la raza» y de control poblacional aún persisten en el pensamiento colectivo.

falo x falo- el estado de chile nos viola y nos mata- jazmín ra- fotografía  x Niebla (1).

En el habla hispana existe una rica discusión en torno a la utilización de la palabra performance como una palabra foránea, que no nos pertenece (Taylor, 2016). En Chile y en países vecinos se escucha mucho la palabra acción como sinónimo de performance. Lo que podemos inferir que proviene justamente de estas acciones ya narradas de la vanguardia tardía, del «arte de acción» que apareció como una forma de resistencia al olvido selectivo. Utilizando además la conjugación accionar como sinónimo de realizar una performance. El arte de acción tiene a su vez componentes de «la acción directa del anarquismo» (Bey, 1985, Goicovic S. A., FE.AS y L.I.L.A.S, S. A.). La acción directa es el método revolucionario más conocido del vocabulario anarquista, que se manifiesta, por ejemplo, en prácticas como la huelga insurreccional y la desobediencia civil, consistente en el levantamiento de huelgas, la ejecución de sabotajes, la destrucción, apropiación y resignificación de los símbolos institucionales que representen a la hegemonía (Goicovic, S. A.).

En el feminismo la acción directa y la desobediencia civil han sido claves para manifestar el malestar ante la falta de representación pública (FE.AS y L.I.L.A.S s. a.), llevando las problemáticas resguardadas en el ámbito de lo privado, a la esfera de lo público, permitiendo ejercer el derecho de aparición a cuerpas que no lo tenían (Butler, 2015). Históricamente, los diversos movimientos por la liberación de la mujer han empleado métodos creativos para despertar la autoconciencia de las cuerpas. Además de las acciones de desobediencia civil y propaganda por el hecho como los encadenamientos de protesta, las marchas y manifestaciones realizadas, por ejemplo, por las sufragistas también se han utilizado en múltiples contextos, procedimientos artísticos, poéticos y conmemorativos (FE.AS y L.I.L.A.S. s. a.). Dichas manifestaciones conllevan en sí mismas una enorme carga simbólica y performática; por ejemplo, la quema de los sujetadores, en donde se toma una prenda ropa como un artefacto que simboliza un discurso de opresión corporal que debe ser destruido.

También aparecieron producciones artísticas relacionadas sobre todo con la cuerpa y la sexualidad, como una forma de entablar soberanía corporal, en las que la cuerpa pasa de ser objeto de deseo y satisfacción de la mirada patriarcal, a ser sujeta de una sexualidad propia. El posporno es un ejemplo, que, como su nombre lo sugiere, es un concepto derivado de la pornografía, pero que se posiciona desde un pensamiento crítico; influenciado por la teoría queer (Butler, 1990), la historia de la sexualidad (Foucault 1976), el manifiesto contrasexual (Preciado, 2002) y movimientos de trabajadoras/es sexuales y feministas pro-sexo (Ortiz, 2018). Las prácticas pospornográficas buscan revelarse ante el relato normativo de la performatividad sexual y el goce, mediante la exhibición de cuerpas usualmente expulsadas de los marcos de inteligibilidad normativa y de los cánones de belleza hegemónicos (Ortiz, 2018).

En Chile durante la primera década de la transición posdictadura aparecieron performances que enunciaban espacios de marginalidad y disidencia sexual feminista. Atendiendo tareas pendientes tales como la igualdad entre los géneros, la visibilización y legitimación de grupos minoritarios de sexo y género en Chile (Cortes, s. a., citado en Picazo y Retamales, 2017). Circunscribiendo lo queer en la escena local, «agresivamente erotizades, cuerpas colizas alejados de la codificación gay, cuerpas provincianas en sus gestos y desconectado de las referencias prestigiosas del arte, eclipsadas con una homosexualidad marginal, lumpen y underground» (Carvajal, Delpiano y Machiavello, 2011, citados en Picazo y Retamal, 2017).

Ejemplo de ello son Hija de Perra, performista y cantautora travesti, fallecida el 2014, quien es una figura recordada y reconocida en su activismo por las disidencias sexuales. En sus performances utilizó recursos del cabaret, además de una estética bizarra y humor hipersexualizado, para lograr instalar una crítica visible a la idiosincrasia conservadora de la sociedad chilena. Además, realizaba charlas y producción teórica sobre discriminación y enfermedades venéreas como el VIH (Revista Fill 2014).

La premisa de liberar la cuerpa y la sexualidad se ha extendido a hacer de nuestras cuerpas y biografías un instrumento de rebelión de las normas sociales opresivas, lo que se ve materializado en las acciones de performance feministas. En particular a mis propias acciones de performance, al igual que muchas otras compañeras y compañeres, también he explorado temáticas autobiográficas y políticas, posicionándome desde una perspectiva crítica y feminista. Trastocando símbolos fálicos y nacionalistas; y problematizando la división de género, las labores domésticas, la maternidad obligatoria y la violencia obstétrica al parir. De esta manera, en mis performance busco rebelarme ante la misoginia general, la pedagogía de la desconfianza entre mujeres, y la competitividad general que el capitalismo impone a nuestras vidas.

La performance política feminista en la actualidad se ha consolidado además como una práctica insurgente que aparece en la esfera pública, como una herramienta de manifestación masiva. Teniendo registro de su paso tanto en la emergente ola feminista originada en el mayo del 2018, donde las estudiantes salieron a marchar encapuchadas y a torso desnudo por las calles del centro cívico de Santiago de Chile (Faride, 2018) en contra de la educación sexista. Como en acciones de performance que ocuparon la calle para resistir y para denunciar la represión estatal durante el estallido social chileno del 2019 (Registro, Contracultural, 2019). Allí destacan acciones como Estado de rebeldía de la Yeguada Latinoamericana, Libertarie de Colectivo Maygara y El violador eres tú de Las Tesis, (Registro, Contracultural, 2019) entre muchas otras, en donde las cuerpas encarnaron la fuerza de la revuelta social y enfrentaron públicamente la violencia y el terrorismo de Estado que ha surgido reeditado como forma de ordenamiento y represión social.

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Referencias bibliográficas

Chang, Jason Oliver. Chino: anti-chinese racism in mexico, 1880-1940. Urbana, IL, University of Illinois Press, 2017.

Davis, Lawrence James [editor]. The Disability Studies Reader, Fifth edition. New York., Routledge, Taylor & Francis Group, 2017.

López Beltrán, Carlos. «Aproximaciones Científicas al Mestizo Mexicano.» Rio de Janeiro, Historia, Ciencias, Saúde, vol. 20, n.° 2, 2013, p.391-410. 

Lugones, María. «Toward a Decolonial Feminism.» Morelos, Hypatia, vol. 25, n.° 4, 2010, pp. 742–759. https://doi.org/10.1111/j.1527-2001.2010.01137.x

—«Colonialidad y género.» Bogotá, Tabula Rasa [online], 2008, pp. 73–102.

—«Heterosexualism and the Colonial/Modern Gender System.» Morelos, Hypatia vol. 22, n.° 1, 2007, pp. 186-219. https://doi.org/10.1111/j.1527-2001.2007.tb01156.x

Moreno Figueroa, Mónica G. «Distributed intensities: Whiteness, mestizaje and the logics of Mexican racism.» Ethnicities 10.3, 2010, pp. 387-401.

Chang, Jason Oliver. «Racial Alterity in the Mestizo Nation.» Journal of Asian American Studies, vol. 14 no. 3, 2011, pp. 331-359. Project MUSE, doi:10.1353/jaas.2011.0038.

Quijano, Anibal. Colonialidad del poder, eurocentrismo y América Latina, en: «La colonialidad del saber: eurocentrismo y ciencias sociales.» Consejo Latinoamericano de Ciencias Sociales (CLACSO), Buenos Aires, Argentina, p. 246.

Ruiz, Apen. «La india bonita: nación, raza y género en el México revolucionario.» Debate Feminista, vol. 24, 2001, pp. 142–162.

Samaniego, Arturo Albarrán. «1921, el año de la India Bonita. La apertura del discurso indigenista en El Universal.» Artelogie, 2018. https://doi.org/10.4000/artelogie.2729

Samano Verdura, Karina. «De las indígenas necias y salvajes a las indias bonitas: Prolegómenos a la construcción de un estereotipo de las mujeres indígenas en el desarrollo de la antropología en México, 1890-1921.» Signos Históricos, 2010, pp. 90-133.

Sánchez‐Rivera, R. «The Making of “La Gran Familia Mexicana”: Eugenics, Gender, and Sexuality in Mexico.» Journal of Historical Sociology, vol. 34, 2021, pp. 161-185. https://doi.org/10.1111/johs.12308

Silva, Graciela Moraes y Saldivar, Emiko. «Comparing Ideologies of Racial Mixing in Latin America: Brazil and Mexico.» Sociologia & Antropologia, vol. 8, 2018, pp. 427-456. https://doi.org/10.1590/2238-38752017v824

Stepan, Nancy Lays. The hour of eugenics: race, gender, and nation in Latin America. Cornell Univeristy Press, 1991.

Vasconcelos, J. The cosmic race, en: «Modern Art in Africa, Asia, and Latin America: An Introduction to Global Modernisms.», por Elaine O'Brien, Blackwell Publishers, 2013, pp. 402-413.

Zavala, Adriana. «De santa a india bonita. Género, raza y modernidad en la ciudad de México, 1921» en: Orden Social e Indentidad de Género: México, siglos XIX y XX, por María Teresa Fernández Aceves, Carmen Ramos Escandón, Susie Porter, [coordinadoras]. Ciesas, Universidad de Guadalajara, 2006,  pp. 149-187.

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Get older

Text by Isabel María Banchero. Photography by Analía Piscitelli

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I had to accept that my body would not be immortal, that he would grow old and one day it would be over. That we are made of memories and forgetfulness; desires, memories, residues, noises, whispers, silences, days and nights, little stories and subtle details. […] And I had to accept that I don't know anything about time, which is a mystery to me, and that I don't understand eternity. […]

Silvia Schmidt

"And I had to accept"

The aging process is constituted by biological, psychological, sociological, historical and philosophical aspects coordinated and characterized by personal development, which is the catalyst and defining element of each old age. It is not an isolated time, but it is inserted in the course of life, which begins in gestation and rises in old age that accounts for that future.

 

There are several aspects that, deployed, give it the possibility of being a better stage away from the negative prejudices that sometimes accompany it:

—The arduous and wonderful challenge of knowing oneself, clearly knowing who I am and how I am; the possibilities of that being and the commitment to make these potentialities active, without comfortable transactions.

—The development of ties of diverse emotional quality, taking care of the deepest ones as sustained and supportive treasures, at all costs.

—Respect for oneself, based on realities of being, respect for others who deserve it, and respect for oneself from others. Or, as Cicero said in The Art of Aging: "Be worthy of respect and be willing to defend and protect your rights and exercise them to the end to endure age with dignity with serenity, moderation and good sense."

—Always be willing to continue learning everything that disturbs the feeling and the intellect, making experience at every moment that will become the ability to return what has been learned into teaching.

 

There are painful, suffering aging, with illnesses, loneliness, historical frustrations, anger, grudges that produce an unpleasant course of old age, not being exclusive to this time, but to any moment of life.

 

Beyond the logical limitations of age, at this stage the freest time shines, less demanded, the enjoyment of leisure, the right to firmly decide who I want to be with and how and what I want to do, without requirements.

 

How many losses and failures suffered and overcome through duels, how many achievements recognized and valued, how many difficult circumstances overcome, and how many other happy ones enjoyed and shared!

 

Thus, facing the certain and perhaps close possibility of no longer being, of death, with serenity and peace. "Life, you owe me nothing!" (Amado Nervo, "In peace").

I make mine the words of Pablo Neruda: «I confess that I have lived». And I live.

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Elizabeth Maria Banker

Master, Bachelor of Psychology. Former professor of the Department of Mental Health, Faculty of Medicine, University of Buenos Aires (uba). Scientific adviser of the journal Claves / in Psychoanalysis and Medicine. Author of articles and coordinator of scientific conferences. Coordinator of homework therapy groups. Buenos Aires, Argentina.

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That evil urge to bite that grabs me

Text: Cristina Lobaiza Estrada. Photography: Virginia Messiah

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I'm going to the least known in my life:

I go to my body.

HECTOR VIEL TEMPERLEY

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It doesn't go that every morning I take to go for a walk.

Ritual, every morning I concentrate on the modest revolt that consists of making me walk, in the opposite direction to all the senses, with which I was fastened to that which said "I", my body.

Not for modest, less noise —always constant, never discreet— I intend to disentangle the leaks with which sooner rather than later and in the name of Good my body was forced. I do it as a conjured politician and against all desire to remain swindled there, because —devious and personal— I knew and realized that my desire was programmed in the key of subordination. Sometimes in the name of love, other times in the name of need.

Therefore, while I walk and because the skin of my hubbub is hairy, I extreme my powerful mouth to extract from my body a voice that reminds me that I was already born; that I exist; that I am the owner

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I walk, pagan hossana, towards my body, quilted stitch.

It doesn't work that because it was far from my body, I walk until the time something else happens. Inside me, I walk until the minute of knowing what the time was made of when the distance between my "me" and my body was billed.

I walk and think. I think that I walk and think about the range of possibility of a rage that tells me. I think of the possibility of a rage that is not agreed upon in advance. Negotiated to stay there, cathartic pustulita that hardly records. I think of a rage, another that does not calm down. I think of a rage at my due "me". In one that does not end or is consumed in an emancipatory rant, closer to grumbling than revolution. I bow to a rage that doesn't capitulate embedded in my march like a finishing touch to the old trick of changing something so that nothing changes. Testicular tinsel. More of the same.

I'm worried about the usual bad guys proclaiming the logic of the body for others. Mandinka from morondanga. But I'm more concerned about the good ones and that's why I'm not going to walk the ropes of rage, towards my body in solidarity with the alcoves of the possible where it was installed. I would like to go out and break everything, but I refrain because I already know that breaking everything is very little. It will be necessary to cut the shadow with a knife, from front to back, stop the ear in a counterclockwise direction and walk while it burns with new fire.

In that crackle there are more bodies. Bodies and bodies and bodies that walk.

Behind, together, in front there are more. Hundreds. Thousands. Millions.

We walk. Or are we leaving?

Yes. We're leaving.

And we left. Because our body was always far away. Why want it ours? But the vault where the fire is kept is palatine and there is noise that sounds like a river while we all march. The killed ones, the ones that went crazy, the over-adapted ones, the diverse ones and the rebellious ones. The ugly and the pretty, the good and the bad, the silly and the alive, the fat and the skinny, the old and the young, the cowardly and the brave, the poor and the rich, the whores and the saints. All.

We go and we go, I think. I think that we march and that we leave time in the key of what hope, in the key of much less.

That is why, when I hear that seminal sound spilling out in the march in which we marched to want to find the body in the opposite direction of the forcing with which love was ignited in the name of necessity, it seems to me that these are the good ones, the good ones . And here we are, who love them so much, with a face of "I can't believe you!", out of jaws from so much sucking astonishment.

And if before they forced our bodies with forcing in the name of love in the name of meaning in the name of necessity, now it was time to force the march with those same forcings in the name of good in the name of union in the name of opportunity.

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It has been happening, but this time it is more noticeable.

It doesn't go that after that we start to go out every morning.

Let it not be a thing that we leave so much after that, let the march be the coffee grounds, let it read us a letter from the future, let it capture what has already fallen in pastel glans tones.

Between the bathroom and the kitchen we will march. Between the patio and the sidewalk we will march. Walking around the square. We will march against any attempt to trap us. We will march past every dinosaur attack and every progressive skirmish. We will march sustained in the anger that does not end or is spent in the diatribe or in the evil desire to bite that they grab us. We will march towards the dislocated body of the tucks that folded us to fate, that we wished for, when we promised never to be able, never to know, to despair. We will march towards life as what it is: a dripping signifier.

We leave the little shelf with chest hair where they send us to keep it.

"Let's go!" I say.

Needless to say: they will not pass.

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Cristina Lobaiza Estrada (Santa Fe, Argentina; 1958)

 Poet, psychologist, feminist, plastic artist, activist. Degree in Psychology, uca, Diploma of Honor, 1982. Lives and works in Buenos Aires. In his professional practice he has dedicated himself to clinical, institutional and educational psychology.

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Photography and nudes: the art of being vulnerable

Text and photography by Ana Harff 

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How photography became more than just making images

 

I still remember my first nude sessions and Ana full of doubts, not knowing what to expect. In my head it was all simpler: «You are a photographer, you just have to be there and take pictures». But the practice was much more complex. Over time, I understood that portraying someone entails a responsibility that goes beyond knowing how to photograph, it has to do with knowing how to be present, pay attention and, especially, be genuinely interested in the other person's story.

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That's how I went, from session to session, adding photos, experiences, stories. They say that undressing in front of the camera is not only a physical act, it is also an act of undressing in front of the stranger and for a few moments knowing oneself vulnerable and not fearing this vulnerability. It may sound cliché, but I know it very well, I feel it with an intense truth. Getting naked in front of the lens for me has to do with trying, for a few hours, to be part of the history of the women I have in front of my lens.

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I also realized the therapeutic element that photography brought me. After so many years of knowing new women's stories and listening to them, I ended up, little by little, putting together some missing pieces that I had in my own story. For us women, it is almost inevitable not to think of the relationship we have with our body as a separate chapter of our life, most of the time it is not a friendly story. We suffer with the eternal dissatisfaction of seeking blissful perfection. Even knowing it is impossible, we still look for it. 

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Photography forced me, to a certain extent, to face my ghosts of discontent towards my own body, that ghost that comes in the form of a mirror, of "extra" skin, of fat legs, of marks, of cellulite. Our body is a war wound. And the photograph there, by my side, trying to show a new possible path, kinder, more pleasant, a place in space where I felt I could admire myself with all these apparent marks.

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Photography is also inventing that own world with a new look, allowing me to see my body and try to tell a different story, where our "extra" kilos, our cellulite, our marks, are only marks of existence and not suffering. A possible path of freedom is one where we genuinely love each other as we see ourselves. And I feel that photography can have a big role to play in all of this.

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Anne Harff

Ana Harff is a photographer born in Rio de Janeiro. He currently resides in Buenos Aires. He is studying Anthropology at the University of Buenos Aires and, in Brazil, he studied Social Communication at the Federal University of Rio Grande do Norte. Her work with photography puts the body in perspective as the center of the message, especially the body of women and its representativeness. His work tells us about the infinite possibilities of the nude as a political and transformative tool, as well as about the stories behind these diverse bodies. Currently, he is dedicated to teaching analog photography, nude photography, experimental techniques and working on personal projects.

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Curfew at sunset

Text by Céline Schmitt and Ivon Delpratto / Photography by  Mariela Benítez

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1. Within the framework of the State of Health Emergency established by the French government, the mandatory attestation is a declaration of honor certifying that the displacement of a natural person is justified for certain authorized reasons (article 3 of the decree of March 23, 2020) . are authorized reasons: work (as long as you cannot telecommute), purchases (in premises authorized by the government). medical consultations (when dates cannot be postponed or only seriously ill patients), compelling family reasons, short trips within a radius of one kilometer (walking a dog, individual physical activity, walking between people living under the same roof).

Any person who does not carry this statement may be sanctioned with a fine or transferred to the correctional court.

Prolegomena of an eclipse.

Schools, theaters, cinemas, concert halls, bookstores, media libraries, restaurants and cafes: all closed. 

Only the supermarkets, the shopping carts, the numerical and pixelated culture of each one in front of the flickering light of the screen continued their explosive ordinary life. 

"We are at war," says the government.

 

Our mountain town, accustomed to the chimes of the tower and passing a small flock of sheep every afternoon and morning, was also entering the global rhythm of the state of health.

New neighbors, escaped from the big cities, opened the windows of their secondary homes, teleworking and doing their solitary jogs .

Forests and mountain trails were banned, and hunting shots came to silence the bellowing of the deer. The members of the FNC (French National Federation of Hunters)  were the only French citizens with the privilege of nature in a pandemic. 

We ran out of meetings, or almost.

 

It was in October 2020, in the midst of that outraged European autumn, experiencing the throes of the first confinement and the preparations for a resurgence of the state of health emergency, when we came into contact with the Freddy Morezon collective, made up of jazz musicians who develop a crossing of adventurous and improvised musical aesthetics. We were invited to a musical ballad by bike along the greenway , the old railway line that linked Vernajoul to Saint Girons in the Ariège department. We were a small family entourage, six concerts and tastings to share at the end of the day.

 

At that time, an old, heavy and long-awaited Steinway piano, a family heirloom, also arrived at our house, in a move delayed by the first snow and more than a thousand kilometers of travel. A gift. A piece of furniture full of stories, which smelled of tobacco and hand sweat.

First concert at home: Curfew 6 pm. Compulsory attestation for traveling more than 10 km. 

 

SMS invitation:

 

“To rediscover the pleasure

of music and to be together

on 03/20 from 3:00 p.m.

a coffee-concert at home

with Betty Hovette (piano)

Laurent Paris (percussion)

and Aymeric (Trumpet);

Dissonant and unpredictable jazz.

Concert to the cap

We appreciate confirming your presence.”

 

Concert without slogan. At the entrance, a hall with a sofa and a table to support the things brought by the guests (a wide variety of culinary dedications). To the left, a narrow hall serves as a musical corner.

Laurent's percussion set plays close to the stove (which we let consume to avoid suffocation and the occasional instrumental distemper). At his side, Aymeric with his trumpet, followed by Betty at the piano. All around, crowded chairs and benches plus the staircase which, lit up with garlands, is also the improvised upper stall. 

Subversive nature, hungry diners to see and see each other, entangled in music, tell me and tell, sustained stuns, applause. We answer the curfew with music, alterity and dancing bodies.

 

From that meeting, a spontaneous succession of concerts passed through the house, like an expected appointment of The inexorable spring. Level musicians in search of alternatives to continue playing and neighbors eager to participate and share what's new.

Curfew 9pm:

 

“Two concerts to come.

Sunday 23rd from 18:30 

Marco Mafiolo (bass saxophone) and Betty Hovette (piano and keyboard).

Free concert with food offered by the musicians.

We appreciate bringing drinks. 

On Saturday 29, apéro-concert with Sikania, 

Sicilian traditional music revised. 

Concert to the cap. As spaces are limited 

We appreciate confirming your presence. 

Kisses and see you soon!"

 

Duos, trios, quintets (Andy Bishop, Olympic Pool) in the little flower garden. 

 

"J'en ai marre!, J'aime l'art!" (I'm fed up! I love art!). 

We build unintentionally, wanting, an intimate and intense space. A musical refuge. A simple event turned by itself into a political act…

 

Where is the war? 

 

In the streets, the mobilizations unfurled their banners in white on black: «Culture in danger! Occupied theater!».

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Celine Schmitt

Doctor in Audiovisual Aesthetics, in charge of courses at the University  of Toulouse Jean-Jaurès - ENSAV.

In 2006, she performs  7 installations  with the  poet Serge Pey at the Marathon des Mots. Elle launches  next in the theatrical adventure with: Les Ateliers du Spectacle de Jean-Pierre Larroche (2007-2009), Omproduck (2008-2009), les Ombres Portées (2014-2015). From 2013 to 2017, he was part of Camille Boitel's company L'Immédiat, with whom he discovered  stage and body work. 

He also works  making paintings for the  Théâtre du Soleil for «Les Naufragés du Fol Espoir» (2009) and designs_cc781905-5cde-3194-bb3b-1586dba_ycf he made sets for various  companies  (Les Ptits t'Hommes, Les Lorialets, L'oiseau Bleu, Et Demain, L'Insomnante).

 

Ivon Delpratto

Initially, she trained as a teacher  at the IPA in the specialty of History. theater designer in 2007. 

From 2008 to 2014 she works as a set designer and lighting designer for numerous theater companies in Montevideo and is part of the collective  Efímero Teatral. During this stage he also performs the technical coordination of show rooms.

Settling in France in 2015, he founded the theater company Espégéca together with Céline Schmitt. In 2017, he integrates the company 

"L'Immédiat" by Camille Boitel. 

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​​From Colombia

Text by Sair Garcia

“Our only enemy was the devil. We knew everything about the devil, we knew more about the devil than about God.”

Emma Reyes.

  It must be said that since the 70's of the last century, women have had a more predominant role in the Latin American art scene of a macho and patriarchal society to the core. Today, his fight claims the place that has been taken from him and that, still, continues to be discouraging, if we look at the endless battles that are generated daily in the world. It seems that the fences are closed by a male squad, which according to their social impositions, continues to deny them the possibilities that men have enjoyed throughout history.

 

       A partir de las transformaciones que, en este aspecto, han propiciado estos tiempos , women have acquired a leading role, causing changes from political and cultural activism in our Latin American countries. In Colombia, currently, there is a social problem of imperial size due to the unjust and irresponsible government of the day, which has propitiated the participation of women in an impetuous way, demanding respect and dignity raising the flag of feminism in a society that excludes, mistreats and oppresses, placing itself in the front line, which is much mentioned today, leading demonstrations and defending young people who demand their rights. They continue to be a symbol of struggle against the unjust and unfortunate. In the context of forced displacement,1 the process of building a new map, whose conventions are autonomy, identity, history and authenticity, is limited. The routes that the woman and her family had to travel from a certain space and time, in the field, on the sidewalk, back on the farm, on their little land, are obscured, since they are like prisoners put on the run, leaving them to choose only one option: "Resistance or Submission". The first has to be done from detachment, there will be hope, sadness, illusion and uncertainty; the second represents pain, fear, resignation, shadow of death. The decision is not easy, but there is no way out. 

 

       Por esta obligada determinación, se encuentran diseminadas por los pueblos miles de mujeres que , persecuted by fear, anguish, exhaustion, depression, and clinging to life, have been forced to detachment for which they have assumed the rupture by marching and protesting to build a fertile scenario of ideas and rights, where they can lead a dignified life, where their gender does not deprive them of privileges. If a new phase is added to the already known stages of feminism throughout history, we could say that this would be the exaltation of cultural, social, religious, racial and sexual diversity, adding to the achievements already known historically as They are the right to vote, sexual equality and abortion.

 

      In art, exclusion and misogyny by that have exhibitions and collections as their banner, where the number of female participation is immensely reduced, if one takes into account that the new generations of female artists are increasingly larger. Given the imminent but increasingly narrowing gap between men and women, it must be said that the possibilities of participation by the feminist movement have not yet completely permeated the social cracks, since machismo and patriarchy still reject and silence their struggle. , in some of our Latin American countries. The conclusion does not follow from the thesis.

 

      It is time to start normalizing the inclusion of work and the actions of women in our lives, to recognize the immense value they have in their works of art, of betting blindly as has always been done in the masculine, opting for new governments and addresses, inclusion and respect for the validated and argued discourses in history and that have cost so many lives.

Emma Reyes (Bogotá, 1919 – Bordeaux, 2003) was a Colombian plastic artist.

 

1. Cf. MARIN RUEDA, Evangelina and others. Affects and effects of war on displaced women. Barrancabermeja: Popular Women's Organization, 2004. 

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Sair García, plastic artist born in Barrancabermeja, Colombia, in 1975. Master of Fine Arts from the National University (2001). He has been the recipient of multiple national and international awards. His paintings have transcended borders, reaching countries such as Cuba, Romania, Korea, France, Germany, among others. Although his work touches on sensitive issues in the national context, García manages to approach them with subtlety, respect and beauty. 

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Iansa

By Danuza Meneghello. Florianopolis. Brazil

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Photo: Mariela Benitez

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I was educated to decorate and sketch.

I was a student during the civil-military regime in Brazil. I was born with him. 1964. Eleventh of April.

My father was not in the motherhood. Minha mãe, Maria, foi sozinha. He was quartered.

She says that at the time of delivery, in the room, we talked about the political situation, about the army on the street, the conflicts and the uncertainties. And during the conversation she has to give or alert: a criança tá saindo!

I was born fast. They hit me, I didn't know.

And I continued assim pela life, impatient, wanting to understand the conversations, the realities, the silences, “flying as tranças ou desgadeiada”, as my pai would say.

I was taught not to know. 

I decorated taboo, very badly, I confess. Decorei or name of rivers, relays and climates (more I apaixonei pela geography bem depois). I decorated this is a table, and I know basically English. With difficulty decorating or crossing the races, to such miscigenação, and no via sense naquilo naquilo. Decorei as conjugações ea periodic table.

I decorated. I decorated. I decorated.

At school I learned morals and civics, religion (I only loved to sing) and compete in physical education. As meninas cozinhavam, bordavam, pintavam e os meninos batiam martelos e serravam tábuas. Alias, so that I was born running was something that seemed to be more interesting.

But some thing deu wrong.

I think we foram os livros. Não queimaram or enough. At home, even me pai sendo milico, lia a lot. Thing that was a problem for him inside the barracks. Several times he was arrested for mistrusting that he was a communist. When he told me about these events, he laughed, "Are you a communist?"

He has all kinds of books at home: fables of the inner world, encyclopedias, philosophy, Brazilian and foreign romances. Devorava. 

Certainly foram os livros.

Discover the school, freiras, the library. It became a space for frequent visits. Read all the most famous Brazilian authors. Between his lyrics I was discovering other Brasis. Very diverse people days that I tinham feito decorate. Black men and women, indigenous people, so many and so diverse that I would never be able to name all of you names. Povo people. Unjustified women. Miséraveis. 

The books tell me things that are not silent at school and at home, not at all. 

The books trouxeram in the clear light of knowledge and fizeram spring to memory. And as questions.

Foram os livros. And I went to street. And I went to music, that chegava hair vinyl records.

As a child, I was a six-year-old domestic, I became guria da cidade. And I realized that when they wanted to lock me at home it was exactly the moment that I should leave. 

A street is the best school. A estrada é boa master e dá lição trueeira.

In Florianopolis, on its streets, I learned and I learn. 

I learned that “o povo united” is threatened and must be openworked. I learned that when he comes to the cavalaria “or pau vai quebrar no lombo do trabalhador”. Na rua soube two disappeared, two tortured, two drowned, two assassinated. I learned that the dictators when they descend from their saccades and are going to walk not with the population, they are ready to run. From the top of a tree of Praça XV, I saw one of them, in November 1979, receive the lição that freedom is seiva that same on torture and repression breaks walls and returns to sprout. Always.  

Na rua me fiz mulher. I fiz vento. Pressed to participate, talk, question, write.  

 

Nestes times of plague, I miss your movement, your burburinho, your cores and cheiros. In the street or found it happens and political resistance and possibility of action.

 Fomos educated to decorate and sketch. 

At the death of four hundred and fifty thousand Brazilians, in May 2021, it is not enough to wake up part of the population of this country. Pedem a volta da ditadura, gives monarchy, do empire. Pedem a limpeza do Brasil. 

We are, still, educated to decorate and outline. 

Fazem leis, escrevem decrees, mentem, iludem e proíbem. The Brazilian State, now, with the use of violence, sometimes explicit, sometimes veiled, kills, tortures, oppresses and hides. Insist on forgetfulness, do not scheciment and do not forgive hypocrite. 

But we invent verses, verbs and ways to remain attentive and strong. Let's make the memory bluff against the gags of the mind and the voices.

And we cultivate a raiva, dignified, and assim or only remains fruitful of rebellion.

And we will never, we will never forget. Never.

Photo: Mariela Benitez

Danuza Meneghello . The seventh day of May two thousand and twenty. Ten hours and twenty and four minutes. South wind

Capoeirista and professor of geography at the Federal University of Santa Catarina Colégio de Aplicação

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