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Disidencias

De la familia tradicional al reconocimiento de la diversidad:breves nociones sobre el debate en torno a la «crisis de la familia»

Texto: Juan Martín Sánchez¹ y Sheina Leoni Handel²

Fotografía: Mariela Benítez

No existe algo como la familia, solo las familias

Diana GITTINS

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Diferentes sectores políticos presentan los cambios sociales como una muestra de la decadencia de la familia y de los valores tradicionales, y engloban como prueba de ello fenómenos tales como la transformación de los roles de género, la despenalización del aborto, el matrimonio igualitario o la mayor visibilidad de la diversidad sexual.

Intentar definir con precisión el concepto de familia no es nada sencillo, incluso en las ciencias humanas se manejan diferentes acepciones del término. Siguiendo a Macionis y Plummer, podemos decir que una familia es: « […] una institución social que agrupa a los individuos en grupos cooperativos encargados de tener y cuidar a los niños. Estas unidades sociales se basan en el parentesco, definido como vínculo social basado en la sangre, el matrimonio o la adopción³».

 

 

 

 

 

Sin embargo, como los mismos autores señalan, la definición está sujeta a debate. Por ejemplo, podríamos hoy cuestionarnos: ¿es necesaria la presencia de hijos para que exista una familia?

Nuestro imaginario social está dominado por el concepto de «familia tradicional» (es decir, la familia nuclear formada por padre, madre e hijos), el cual nace de la sociedad burguesa de fines del siglo XIX e inicios del siglo XX; pero que, pese a ser un constructo social, se nos presenta como una realidad ontológica inmutable, como si por fuera de ella no existieran familias.

Entendemos la familia como una realidad social e históricamente construida, lo central en ella es su carácter de grupo primario, dentro del que se desarrollan funciones como la socialización, la seguridad económica y afectiva, el cuidado de los hijos; el apoyo moral y psicológico. Funciones que se desarrollan de forma independiente al sexo, orientación sexual o identidad de género de sus miembros.

Este concepto engloba la diversidad de modelos familiares, entre los que podemos señalar: familias tradicionales, las familias extendidas (aquellas en las que se incluyen personas de diferentes generaciones), familias ensambladas (cuando se componen con agregados de dos o más familias), familias monoparentales (cuando solo hay uno de los padres a cargo), familias homoparentales (cuando se conforman con padres del mismo sexo), familias de elección (cuando las personas que la conforman no están necesariamente unidas por vínculos legales o de parentescos), entre otros.

El pasaje de la familia tradicional a la diversidad familiar es fruto de una serie de transformaciones sociales que han impactado en el relacionamiento social, sexual y afectivo de los seres humanos. Entre ellos, la transición demográfica, cambios en los roles de género, una disminución de la nupcialidad, un aumento de los divorcios, la postergación de la maternidad, etcétera, todos ellos vinculados con lo que Giddens⁴ denomina la sexualidad plástica, es decir, liberada de la visión exclusivamente reproductiva.

A la luz de estos cambios, ¿por qué entonces la familia sigue siendo objeto de disputa del discurso político? Porque es un aspecto central en la cosmovisión del orden social en el que los grupos conservadores centran sus esfuerzos por preservar el statu quo de las jerarquías en torno al sexo y el género. Al decir de Phillippe Masanet⁵, la referencia a «la familia» es uno de los mecanismos homofóbicos más tradicionales.

Detrás del discurso «profamilia» se esconde una estrategia a través de la que se construye un enemigo (a saber, la diversidad sexual y el feminismo), percibido como amenaza para el orden existente. El objetivo de esta narrativa es la relegitimación de la misoginia y la LGBTfobia en el ámbito social.

Es fundamental comprender estas modificaciones para elaborar un nuevo concepto de familia, que ha sido y es imprescindible, tanto en el pasado como en el presente de la humanidad. Podremos concluir con una idea digna de un nuevo debate: la familia no ha decaído ni está desapareciendo, simplemente se ha transformado.

 

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¹Juan Martín Sánchez nació en San Carlos, Uruguay. Es profesor de Historia en educación secundaria. Activista del colectivo Rainbow Families Uruguay.

² Sheina Leoni Handel nació en Montevideo, Uruguay. Es profesora de Sociología y Derecho en educación. secundaria y UTU. Es escritora y activista del colectivo Rainbow Families Uruguay.

³ Macionis, John y Plummer, Ken. Sociología. Madrid: Pearson, 2011.

⁴ Giddens A. La transformación de la intimidad. Sexualidad, amor y erotismo en las sociedades modernas. Barcelona: Cátedra, 1998.

⁵ Masanet, Philippe. «Familia», en Diccionario Akal de la homofobia, editado por Louis-George Tin (dir.). Madrid: Akal, 2012.

Valores

Disidencias

Texto por Angélica Beatriz Ramírez Abella¹

Fotografía por Mariela Benítez

A la memoria de la gran compañera Élida Pintos,

que nos prodigó con sus valores de amor,

sororidad y solidaridad.

En primera instancia, quisiera compartir algunos aspectos que entendemos centrales a la hora de hablar de las expresiones culturales colectivas de origen, africanas y/o afrodescendientes, como son las comparsas. Sin duda, las características que se fueron dando en la esclavitud y en el periodo poscolonial adquirieron nuevos contornos, fundamentalmente se trata de un fenómeno que se tornó público, que tomó las calles, nada diferente a otras expresiones de América Latina, con la particularidad de que en Montevideo se desarrolló en el ámbito urbano, en el centro de la ciudad, con un anclaje barrial, con referencias y gestionado por familias, pero que se extiende a otras y otros construyendo lazos de identidad colectiva. Se convocan se organizan en más de un liderazgo, lo que posibilita que se dé una entidad particular de cada grupo humano.

El período de la dictadura rompe con estas características de anclaje barrial expulsando a familias enteras a los márgenes de la ciudad, lo que no quiere decir que estas formas de expresión tradicional de danza, toque y símbolos decaiga; por el contrario, se expande, crece y se multiplica creando nuevos cimientos con especificidades nunca antes vistas, más de una comparsa ya no pertenece a las familias tradicionales, otras familias se dividen y dan lugar a múltiples comparsas en el mismo barrio o cercanas.

Surge un nuevo fenómeno: el de las cuerdas de mujeres que se apropian desde nuevos sentidos de pertenencias y empoderamiento pleiteando espacios nunca antes ocupados por las mujeres. Sin lugar a dudas, hablan de que esta expresión libertaria toca fibras a la sensibilidad de nuevas generaciones. Estas situaciones arrojan nuevas tensiones en las que los «naturales» (personas afrodescendientes) ven con preocupación el desvío o distorsión de las formas de toques, danzas y cantos que, otrora, eran patrimonio de los grupos excluidos y discriminados para ser un patrimonio de otros colectivos y personas que también sienten el candombe como parte de su identidad colectiva. Estas tensiones siguen vigentes y son parte de los desafíos a los que una comparsa joven de un barrio tradicional como Palermo se enfrenta.

La comparsa es impulsada, dirigida por un hombre joven Diego Paredes Ramirez, hoy con 39 años, no perteneciente a las familias que vivían en los conventillos, quien no llegó a ver la tragedia de la expulsión, ni tampoco el sentido comunitario que regía previo a los desalojos, pero que aprendió a respetar y valorar a sus referentes —particularmente a su maestro Gustavo Oviedo (jefe de la cuerda tradicional de Ansina por más de treinta años)— y lleva con humildad y respeto un legado que entiende debe resguardar, preservar y enaltecer. Con el compromiso que será hasta que generacionalmente otras y otros tomen la responsabilidad que él, junto a otras y otros, asume hoy.

Los tamborileros de tradición africana aprenden desde niños a tocar observando, van junto a sus padres, tíos familiares mirando la desde el proceso organizativo, el armado de cuerda, los lugares y la formas de ejecutar el instrumento central de la cuerda, hombres y mujeres conocen las jerarquías y referencias de esa orquesta que se desplaza, pero cuyos códigos y roles son de conocimiento de todos sus integrantes.

El resto de las personas acompañan bailando, caminando, ocupando todo el espacio público, adelante, a los costados y atrás, en una procesión donde personas de todas las edades, géneros, razas, expresan un sentir lleno de musicalidad y expresiones corporales de danza y canto. Valores de Ansina surge de la mano de uno de esos niños que participaba de las distintas comparsas que surgieron a lo largo de su vida. Jugaba a las comparsas, como reza la despedida de Valores escrita por Lucas Lessa, como muchos de les niñes del barrio, quienes tienen juegos que reflejan su cultura.

Diego Paredes tenía en su haber el hecho de ser hijo de una mujer que desde su juventud elige el candombe como su expresión musical de lucha y resistencia: Chabela Ramírez Abella, ella se autodefine más que como una cantante, como una mensajera de la cultura del candombe, por lo tanto, cuasi naturalmente comienza, casi adolescente, a tocar con sus amigos, a salir y compartir los toques y la música que se convierte en la pasión que centraliza su vida.

Diego forma parte de una familia con profundo compromiso social y político desde sus abuelos y familia extendida, él explica en una nota que le pone el nombre Valores por los principios éticos inculcados particularmente por su madre. Entiende tempranamente que el candombe es más que toque, danza y canto: es una forma de vida, un ritual impregnado de la resistencia de un pueblo que lucha por sobrevivir y emanciparse preservando su esencia identitaria. Sabe que, como se ha hecho tradicionalmente y a lo largo de los años, la comparsa se convierte en una gran escena donde la cultura afro expresa su pensar, su sentir y su posición frente a una sociedad que le ha dado la espalda.

Las comparsas le cantan a sus realidades, a su contexto, con la diversidad de pensamiento y de visión que cada grupo humano posee. Valores es una comparsa joven que no se ajeniza a los cambios sociales que se transita y ha puesto en el escenario de carnaval aspectos que hacen del cotidiano de las personas, las tensiones, los colectivos invisibilizados, las temáticas como el racismo, el sexismo y la diversidad sexual, para sacarlos del closet y mostrar sus consecuencias en la vida de las personas.

Sin dudas, se trata de una comparsa disruptiva, que rompe con formas más tradicionales colocando nuevos relatos desde las generaciones que atraviesan nuevas disyuntivas sociales ideológicas y políticas. Su espectáculo 2023, Entre, da cuenta de ello, incursiona en realidades diversas (no binarismo) que interpelan a la sociedad y nos ponen en el desafío de tomar posición. Así lo hace, más allá de los resultados que los jurados definieron. La proyección de la comparsa proyección toma lo cultural como herramienta social y política, incursiona en aspectos de fuerte preocupación para la sociedad uruguaya, como es el fenómeno de las adicciones, realizando el «Candombe salud», espectáculos callejeros en el barrio, apelando al cuidado a través de buscar formas de acortar riesgos en el consumo problemático. Por otro lado, luego de muchos años reedita los festivales de candombe en Candombe Vivo, promoviendo un espacio de presentación de bandas jóvenes que incursionan en este género, y cuenta con apoyo del Gobierno nacional y el Gobierno departamental.

Valores Comparsa ha tenido un plantel de dirección en el que Diego comparte con Agustina Martínez, Gabriel Skliro y un gran equipo de componentes y técnicos de alta exigencia técnica y profesional han tomado la responsabilidad de llevar adelante, junto a un numeroso plantel joven, esta propuesta innovadora de profundo raigambre palermitano. Hay dos mujeres que marcan la diferencia y le dan una identidad única, ellas son: Chabela Ramírez, con su clara esencia candombera, mujer de tradiciones y defensora ultranza de la cultura afro, y Jimena Márquez, quien abre un campo de nuevos enfoques y quien, desde su profesionalismo, sintetiza en su propuesta artística una aguda mirada de la realidad que nos circunda. El rápido ascenso de Valores en las premiaciones los encuentra entre las comparsas que definen, ocupando los primeros lugares.

Todos estos aspectos tienen como correlato que cada domingo cientos de jóvenes de todas las procedencias, razas y géneros acompañan su salida tradicional disfrutando de una comparsa que se ha tornado de referencia.

En una composición intergeneracional, interracial, que promueve la equidad de género y la inclusión, que sostiene las formas tradicionales esenciales y se abre a nuevos caminos donde explora y avanza a un compromiso social con aquellos sectores históricamente postergados. El carácter periférico de la comparsa va tomando un rumbo hacia la centralidad. Su trabajo en equipo, mujeres y hombres aportando en igualdad de condiciones en todos los ámbitos de la comparsa —tanto desde lo organizativo como desde el aporte humano de cada une de sus integrantes— son la clave del éxito de este bello grupo humano. Sus principios rectores establecen que, más allá de la competencia en términos carnavaleros, la cooperación, la solidaridad y el cuidado de las personas se tornan ejes claves de una sociedad que necesita de nuevas apuestas. Nuevas voces, nuevos tiempos, pero siempre: ¡Valores!

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¹ Angélica Beatriz Ramírez Abella nació en 1958 (65 años). Está formada en trabajo social (sin finalizar). Experta en racismo y afrodescendencia, género y gestión pública. y descentralización territorial. Integración al Grupo de jóvenes año 1973-1978 de la Asociación Cultural y Social Uruguay (ACSUN). Integración de la secretaria Ejecutiva de ACSUN (1984 a 1987). Integra el Concejo Editor de la Revista Mundo Afro.(1988). Cofunda Organizaciones Mundo Afro 1989. Impulsa el Grupo de Apoyo a la Mujer Afro (GAMA) 1989. Impulsa el Programa de Mujeres Negra de Mundo Afro. (1989) Delegada por Mundo Afro al Primer Encuentro del Cono Sur (1990). Delegada por Mundo Afro Al Encuentro Nacional de Organizaciones Afro (1990). Delegada al Primer Encuentro de Mujeres Negras ,Afrolatinas y Afrocaribeñas , República Dominicana, 1992. Delegada por el Cono Sur por la Red de Mujeres afrolatinas ,afrocaribeñas y de la Diaspora, 1992 al 2006. Jefa del Departamento de Mujeres Afro del Instituto Nacional de las Mujeres 2006 -2009. Directora Nacional del Instituto Nacional de las Mujeres 2010 -2014. Directora de descentralizacion (División de DDHH)2015 -2017. Directora de División de DDHH 2018 -2020. En 2018 fue declarada Ciudadana Ilustre de la Ciudad de Montevideo. Premiación Nelson Mandela (Ministerio de Educación y Cultura). Durante el 2021 Asesora del Municipio B. Es madre de cuatro hijas, abuela de ocho nietes y bisabuela de una bisnieta.

dissidence

Normal soy yo

Texto por Ana Núñez 

Fotografía por Virginia Mesías

Esa noche yo decidí irme. Nos dijeron «será para otra vez, compañeros», y fue la vez que estábamos tan ilusionados. Era el año 1994. Pensé que íbamos a tener un cambio y yo había jurado que esa noche, si perdíamos, me iba a ir. La razón no estuvo relacionada con mi sexualidad —si bien los tiempos no eran iguales a los de ahora, afortunadamente no sufrí discriminación de ningún tipo—. Si la raíz de tu vida, que es tu familia, te apoya, te da confianza y te dice que el que te quiera, bien, y el que no, que marche, y que respetes para que te respeten, ya desde ahí se comienza a ser más madura. Nunca estuve pendiente de si me aceptaban o no. Si son mis amigos, me van a aceptar, no me van a juzgar si me ven feliz, si me quieren de manera sana: esto fue lo que tuve desde la cuna y desde la raíz. No sufrí tanto el tema porque en mi casa me educaron así, aunque cuando dije que me gustaban las chicas, que yo creía que era lesbiana, fue un asombro, obvio. A pesar de que yo soy de izquierda, mi padre era policía; nunca fue duro conmigo, no sufrí discriminación por su parte. En los noventa, a mis novias las traía a casa. Los tiempos estaban un poco revueltos, no hacía tanto que habíamos salido de la dictadura, preferían que yo estuviera en casa y no por ahí.

 

Pero estaba decepcionada con Uruguay, estaba entusiasmada con mi militancia de izquierda a pesar de que significara enfrentarme a mi padre. En aquella época creo que vivíamos todos con más fuerza. Recuerdo caminar por 18 de Julio en la ciudad de Paysandú, con Tabaré Vázquez al lado, e ir con el pecho tan grande, tan orgullosa, que se lo conté a todo el mundo. El llegar a la plaza Artigas y ver la gente, las banderas… Llegué a llorar, viví la política muy fuerte. Hay temas de los que uno no sabe ni entiende, pero, en ese tiempo, era la revolución en mi cuerpo lo que sentía: emoción, rabia, ganas. Hay cosas que son inexplicables.

El trabajo fue el motivo principal para emigrar. Soy aventurera y me gusta conocer cosas nuevas. Siempre trabajé en la cocina. Primero estudié tres años en el Instituto Gastronómico de Buenos Aires, de cocina internacional, para irme a España. Todo lo que quise, lo planifiqué y lo hice. Pasé por Buenos Aires a estudiar y reunir dinero, porque en aquel entonces no podía irme de un día para el otro; empecé de abajo. Viví allí seis años. Amo mi profesión y, a partir de ella, estudié sobre vinos, maridajes y fusiones, hice cursos de deshuesar jamón, por ejemplo, siempre dentro de mis historias de profesión. Yo creí que no iba a poder progresar en Uruguay como quería: soy ansiosa, no me gusta quedarme. Al día de hoy, sí que logré lo que quise, pero se sufre mucho, la distancia cada día es más dura. En la academia me decían: «Si querés ser alguien algún día, tenés que ser humilde, empezar de abajo. Vas a limpiar platos y a limpiar campanas y a limpiarle los zapatos a los cocineros durante diez años mínimo para empezar a subir», y eso es así. Nunca me creí que era una chef, o sea, un título no me hizo la profesión, la hicieron los años, el quemarme, el estar diez horas o doce horas con mesas de cien u ochenta comensales. Hay que ser muy dura y constante para llegar a ser alguien en algún momento.

 

Si damos un paso para atrás, lo que me dijeron en la academia me lo tomé en serio. Me lo tomé muy en serio y por suerte, porque fue así. Me recibí de chef en Buenos Aires en 2003, me fui y es verdad que el título no servía para nada sin experiencia. Soy quien soy gracias a la gente que me educó trabajando. Llegué a pasar mal y a estar en situaciones difíciles, varias veces quise volver y me di cuenta que acá lo tenía todo. Los inicios son difíciles y lo afectivo me llevó al extremo. Pero mi orientación sexual no me complicó en lo laboral, soy una persona que pone un límite entre lo profesional y lo personal y, veinte años después, habiendo enfrentado cualquier tormenta, soy jefa de una cocina con personal a cargo que implica, para mi forma de ser y pensar, tener que separar totalmente. Si quiero y necesito que se me respete, soy estricta y mi trabajo tiene que ser así, porque alguien impuntual, desprolija, que beba o fume durante su horario no corresponde.

 

No sufrí discriminación porque yo no lo permití. En mi casa no me manda nadie, en mi trabajo tengo jefes. Respeto ciertas normas sin involucrar mi vida personal. No me vinculo con ninguna persona del trabajo, mi vida privada es privada y puse una línea divisoria de la cual mi equipo no pasa, y yo tampoco. Sí sufrí una discriminación muy fuerte en mi vida personal, en una relación: diferentes clases sociales, una familia española frente a una inmigrante latina, trabajadora. Pero esa es otra historia.

Crónica de un deseo

Texto por Rodrigo Borda¹ 

Fotografía por Virginia Mesías

Siempre fui gay, desde mi cuaderno escolar con recortes de prensa de Tina Turner, pasando por bordar desde niño en secreto (que diga que bordo, no necesariamente significa que haya aprendido a hacerlo bien). Fue pensando en la historia de mi deseo que busqué sus primeras apariciones, y el viaje me remitió allí.

 

En la infancia es cuando comienzo a desear de manera abstracta. Abstracta quizás no sea el mejor adjetivo para indicar que esas fantasías eran sentidas como posibles realidades. Me proyecto coreando en grandes escenarios, aprendo canciones y, con la aparición del VHS, ensayo coreografías. Mezclado entre juegos y utopías de niño, al deseo lo ubico primero como pulsión, antes de convertirse en objetivos y objetos. Cuando la carga de inocencia va cambiando por experiencia, comienza a limitar y volver más concreto al objetivo/objeto del deseo.

 

«Siempre fui gay», significa ser predisidencias, prediversidad. La opción posible, no a mi alcance, era llamada closet. Desde antes de la pubertad me acompañó una etiqueta, no creo necesario hacer el ejercicio de recordar exactamente desde cuándo. Ya que lo importante es ahora resaltar que el deseo sexual es de aparición tardía dentro de los objetos/objetivos del deseo. Puedo identificar como un deseo fuerte y claro que la etiqueta, impuesta desde les otres, así como apareció, desapareciera.

 

Las etiquetas no hacen a las personas. Sí influyen en el desarrollo de la personalidad. La sexualidad estuvo presente mucho antes del deseo sexual, la asignación de les otres despertó mi curiosidad. La falta de referentes signaba la soledad, y las pocas referencias a la vista no eran muy optimistas.

 

Cierro los ojos y puedo recordar perfectamente la cocina a media tarde, el televisor Grundig Color, nuevamente un VHS y la sensación, que hoy podría asociar a un orgasmo, cuando Almodóvar con su Ley del deseo² me cuenta que existíamos. El nuevo mundo que me estaba mostrando no parecía Disney, pero estábamos en él y podríamos sobrevivirlo.

 

Ahora coexisto con una realidad que se va liberando de etiquetas, destinando su uso a lo reivindicativo. No soñaba de niño ni de adolescente con un objetivo tan concreto y alcanzado como los actuales «niveles» de naturalización de la diferencia. La lucha en colectivo hace vislumbrar victorias, el hecho de no existir más en soledad y en secreto no es reversible. Existen y se quedan referentes en todos los ámbitos de la sociedad. Esta revolución ya ocurrió. Podrán volver a variar los discursos y los usos de las etiquetas a lugares tanto imaginables como inimaginables, a lo que habrá que acompañar con atención como colectivo. Se actualizan mis deseos.

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¹Rodrigo Borda (Canelones, 1973) es Licenciado en Artes Plásticas y Visuales, Licenciado en Ciencias de la Comunicación, director de arte de cientos de publicidades, videoclips, cortometrajes y largometrajes nacionales e internacionales y docente de dirección de arte.

²Almodóvar, Pedro, director. Ley del deseo. El Deseo, 1987.

El dolor es una imposición, una construcción social

Texto por Thomi Berton¹ 

Fotografía por Virginia Mesías

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El dolor se percibe y se siente a diferente escala dependiendo del ser que lo carga, dependiendo de quién nos lo carga; por eso, hay diferentes maneras de sentir un mismo dolor.

Hay dolores que con el tiempo duelen menos y otros dolores que nunca se pasan.

Hay dolores que ayer nos desgarraron y hoy, tiempo después nos dan gracia.

Hay dolores físicos, hay dolores emocionales, hay dolores sociales, familiares y culturales.

Hay dolores fuertes, los hay también silenciosos, hay dolores que traemos de nuestros antepasados cual carga kármica, hay dolores profundos, dolores del alma.

Como dijo Cesar Vallejo en Los heraldos negros, hay dolores causados por los golpes que «abren zanjas oscuras/ son las caídas hondas de los Cristos del alma»

Somos hijes del dolor

El primer dolor que mamamos es el dolor del ser que nos trae al mundo. El dolor físico que acompaña al cuerpo a la hora del parto es, popularmente, el más conocido. Pero el dolor del parto va más allá del dolor físico genérico. Somos hijes del dolor de un parto no deseado, del dolor de un parto culposo, del dolor de un parto buscado, del dolor del parto por  «error», somos fruto del dolor de un parto calentito y también del parto hambriento, sediento y sucio.

Somos hijes del dolor, nos enseñan y nos adiestran bajo el mandato del sufrimiento. Nos imponen la obligación de aprender a resistirlo y cargar con él, aunque la fuerza del cuerpo no alcance y la pena nos desborde. Es el mismo mandato de sufrimiento el que nos lleva a situaciones extremas en las que la dolorosa cotidianeidad no se aguanta y el flagelo de terminarla y abandonar el sufrimiento nos trae realidades en las que el dolor impuesto termina valiendo más que la libertad y pesa más aún que la propia vida.

Venimos del dolor, nacemos con dolor, aprendemos que toda vida que valga la pena debe ser dolorosa y sufrida, nos creemos eso que nos dicen de chiquites, eso de que tenemos que sacrificarnos, idealizando nuestros dolores y miserias porque —según dicta el mandato— la vida debe ser sacrificio, porque nuestros ancestros se sacrificaron, porque nos enseñaron que el sacrificio, por más doloroso que sea, dignifica.

El dolor es discurso de victimización y es método de supervivencia, pero el dolor también es doctrina. Esta doctrina proviene de la tradición cultural judeocristiana en la que el sacrificio doloroso asegura el lugar en el paraíso, en la que los dioses se han sacrificado derramando su sangre por la humanidad y esta debe devolver ese sacrificio y dolor para honrarles, discursos que llenan las arcas de las instituciones religiosas que se convierten en espacios de opresión a las comunidades más débiles.

Este concepto permea toda la cultura que genera constantes dolores a la otredad sin medir la magnitud de ellos, hasta creando un discurso de odio que busca subordinar a quien es sujete de ese discurso y sacarle de la clase para colocarle fuera de toda clase, convirtiéndole en une desclasade o paria generando el dolor de no pertenencia.

El dolor da miedo, viene del miedo, se alimenta de las creencias impuestas y de las carencias que nos enseñan a cargar con dolor, pero sin motivarnos ni compartirnos las herramientas para salirnos de ellas. Nos acompaña durante toda nuestra vida y en el trayecto de esta sin importar las creencias, la raza, la etnia, el género, la edad u orientación sexual.

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Pedimos y deseamos llegar al ocaso de nuestras vidas sin él. Morir sin dolor, morir en calma, morir antes de doler. Para muches, hablar de la muerte es llenarse de miedo al pensar que pueda pasar después. Para otres, la incertidumbre de partir es el miedo de no saber si cuando muera voy a sufrir. La muerte es ese dolor que nos acompaña toda la vida sabiendo que cada día que vivimos nos acercamos más al final o a lo que creemos que es el final y, como nos enseñaron que la muerte es dolor, nos genera miedo; es a raíz de ese miedo es que aparece otro dolor, el enemigo, el tiempo: «Oh dolor, oh dolor, el tiempo come la vida» dice Charles Baudelaire en El enemigo. El tiempo, entonces, se vuelve aún más doloroso sabiendo que nos va quitando vida y no podemos detenerlo, pero sí aprovecharlo, animándonos a destruir las creencias impuestas, rompiendo el miedo a la o las muertes, haciéndonos fuertes desarmando lo que la sociedad ha armado para generar dolor, resistiendo, resiliendo, racionalizando lo impuesto y, de esa forma, romper ese miedo que causa dolor.

El primer dolor al que me enfrenté fue gracias al miedo impuesto, tan impuesto como ese mismo dolor. Dolor hijo del mandato que te hace sentir la presión, la obligación de deber ser. Deber ser lo que nos imponen, lo que quieren y esperan que seamos, esclavos del deber anhelando el poder ser.

De chiquita, adoraba bañarme de short bajo el chorro de agua de la manguera que colgaba en la cuerda de ropa, esos días de verano que sofocaban el pueblito de Tarariras, allá por los años dos mil y pico.

Todo estuvo bien cada verano hasta los cinco o seis años. Ahí conocí mi primer dolor, intentaban convencerme de que antes «no pasaba nada» porque era una niña chica y mi cuerpo «era igual al de mi sobrino», pero que a partir de ahí me estaba haciendo grande y debía comenzar a tapar mi cuerpo. «Los nenes no tienen tetas, por eso pueden estar sin remera. Las nenas no pueden mostrar las tetas, está mal».

Con esas justificaciones que mi entorno había aprendido y creía correctas, entendí que debía aprender a «ser nena» porque me enseñaron que eso debía ser. Me obligué a forzar mi esencia, quien yo realmente era, lo que me hacía feliz, lo que me daba vida, lo que me gustaba.

 

Hasta los doce años jugué a la pelota cada mañana contra la pared del frente de casa, a veces, cuando estaba con mi sobrino y hermano mayor o cuando los demás niños del barrio no me molestaban, también me animaba a pelotear en la canchita del baldío, donde me sentía libre cada vez que pisaba.

Insistí mucho para que me dejen hacer fútbol en algún cuadro del pueblo, pero fue a los doce cuando entendí que el no era porque «yo era nena», «el futbol es cosa de hombres» y «mirá si te pegan». Nunca más quise jugar a la pelota, a veces la levantaba en el fondo de casa un rato, pero no quería que me vean.

Mi primer dolor fue impuesto, nadie me dejó ser. Pero es que nadie sabía que ser, sin importar en que piel, siempre está bien. Imposiciones sí, creencias, miedos. No justifico a mi entorno, pero tampoco lo culpo ni lo condeno. Ellos, al igual que yo, aprendieron lo que les enseñaron, con las herramientas que tuvieron.

La sociedad se esconde tras un mandato de réplica que nos quiere formar con su molde a todes por igual, incluso desde antes de nuestro nacimiento, para que seamos un número más, una copia del anterior.

Como personas trans, tenemos el gran desafío de interpelar los mandatos tradicionales y obligatorios de la hegemonía patriarcal, cuestionar los privilegios, buscar espacios de reflexión y de deconstrucción de la matriz patriarcal, generar herramientas de autocuidado para quienes aún hoy por estos mismos mandatos, no pueden expresar su identidad de género. Como personas trans, debemos ser capaces de percibir y reconocer los desafíos para un cambio estructural.

 

La sociedad dictamina que tode aquelle que se salga de lo esperado, del molde que la matriz crea y multiplica, será libre solo con la fortaleza de ir contra la estructura toda, pagando de por vida el doloroso precio del ser por querer y no por imposición, y quien no tenga las herramientas, la fuerza y valentía de ir contra el gran monstruo también será condenado al dolor de por vida, pero con un dolor más inmenso aún, el deber ser para encajar, aunque eso signifique dejar de ser une misme y despedirse de la felicidad.

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¹Activista, militante por los Derechos Humanos, transfeminista, poeta popular. Integra Corpora en Libertad, una red de trabajo con personas LGBTIQ+, privadas de libertad.

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Autoficción: hacia un teatro introspectivo y estético

Texto por Sergio Blanco

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Fotografía por Virginia Mesías

En esta oportunidad, hemos elegido entrevistar a Sergio Blanco (1971), dramaturgo y director teatral franco-uruguayo. Algunas de sus obras son Kiev, Opus sextum, Kassandra, Tebas Land, Ostia, La ira de Narciso, El bramido de Düsseldorf, Cuando pases sobre mi tumba, Memento mori, entre muchas otras. Nos cuenta acerca de su vivencia respecto a la identidad y a la belleza, y su relación con estos conceptos en la vida y en la creación artística.

 

Sobre las multiplicidades del yo

 

Me multiplico porque me gusta reproducirme al infinito. Me gusta la idea de saber que puedo ser varios a la vez, es decir, que hay varias versiones distintas de mí. Me da seguridad pensarme de forma múltiple.

Siempre digo que el yo no existe, sino que lo que existe es una multiplicad infinitas de yoes. Tengo la convicción de que no soy uno, sino varios o varias. Algo así como si estuviera integrado por las distintas piezas de un puzle. Y te diré algo más: las distintas piezas de un puzle que no encajan necesariamente entre sí. Esto último me seduce mucho, me gusta sentirme dislocado, desarticulado, desvertebrado. Es por esto mismo que la noción de individuo no me atrae mucho: no me siento un ser indivisible, sino todo lo opuesto, es decir me siento un ser divisible en mil pedazos. La noción del estallido me parece hermosa. Me gusta mucho sentirme un ser divisible en mil pedazos que incluso entran en contradicción. Detesto la idea de la unidad o de la coherencia del ser. Siempre repito que mis diferentes yoes de alguna manera están en permanente colisión entre sí.

 

En ese deseo de multiplicarme al infinito, me gusta la idea de dar con esos yoes oscuros que también me integran. Tengo muchas zonas oscuras y me gusta muchísimo ahondar en ellas. Desde niño siempre pensé que la oscuridad era tan interesante como la luz. En estos días, por ejemplo, estoy pensando en escribir un texto en donde me pueda inventar en tanto que asesino, no sé, tengo ganas de experimentar el horror de quien comete un crimen. Pienso que debe de ser algo fascinante. Y entonces pienso que imaginarme como criminal me va a permitir experimentar un nuevo yo que nunca he probado aún.

 

Pensar en la belleza dentro del proceso creativo

 

No sé si soy yo quien piensa en la belleza o si es ella quien piensa en mí. En todo caso, la belleza está siempre muy presente en mi escritura, en mis puestas, en mis trabajos, en mis clases, en mis semanarios, en mis conferencias. No sé mucho lo que es la belleza. Y, al mismo tiempo, tengo bien claro lo que es. Con la belleza me pasa lo mismo que le pasaba a San Agustín con el tiempo cuando decía que sabía perfectamente lo que era pero que se sentía incapaz de explicarlo. Yo también sé lo que es la belleza, pero me siento incapaz de definirla o de explicarla. De todos modos, me gusta tratar de alcanzar la belleza, me gusta aspirar a ella, tender hacia ella.

En mi último texto, Zoo, en un momento el personaje de la veterinaria Rozental le pregunta a mi alter ego: «¿De dónde viene esa obsesión por la belleza?», y mi alter ego le responde: «Es algo que nos obsesiona a todos, ¿no?». Yo creo que todo ser humano está obsesionado o habitado por la idea de la belleza. Creo que uno de los sentidos de la existencia es tender hacia lo bello. Ahora bien: ¿qué es lo bello? No tengo idea. Y sin embargo lo sé reconocer sin ningún problema.

 

La idea de la belleza en el proceso de escritura está ahí, en algún lado. Mientras estoy trabajando —ya sea escribiendo o dirigiendo—, de golpe, algo en mí me dice: «Eso es bello». Y entonces lo registro. Es como si hubiera algo en mí que es capaz de detectar lo bello. Inmediatamente lo comparto con mis equipos y con mis colaboradores. Es algo que aparece de golpe, que no siempre es provocado o buscado. Es muy extraño. Te diría que es algo que acontece, que se produce de pronto, y, una vez que aparece, lo que hago es concientizarlo para que podamos darnos cuenta. El surgimiento de la belleza es como una especie de epifanía: es algo que sucede de golpe. Por eso siempre digo que cuando escribo o cuando dirijo, me es sumamente importante poder estar muy concentrado para ser capaz de poder detectar esa belleza con precisión y rapidez.

 

La belleza es siempre una convención, pero que, paradojalmente, no tiene reglas claras. Y es por esto mismo que no es algo fácil de lograr o de alcanzar. Es una verdadera paradoja: se trata, sin lugar a dudas, de una convención, pero sin reglas. Por otro lado, yo creo que nunca trato de desconfigurar nada, al contrario, te diría que todo mi trabajo es tratar de configurar. Por eso mismo, ni bien siento que estoy ante algo bello, inmediatamente lo que hago es configurarlo.

 

El cuerpo, la sexualidad, el arte y la belleza

 

La tríada entre cuerpo, erotismo y sexualidad es extraordinaria. Es como si fuera una especie de Santa Trinidad en donde se dan cita tres entidades fascinantes que están condenadas a entrelazarse hasta el infinito. Y es cierto que en mis textos el cruce del cuerpo, el erotismo y la sexualidad es una constante, pero ¿cómo no abordar esta tríada a la hora de buscar hablar de los seres humanos? Creo que el cuerpo es lo que nos contiene —una especie de continente—, que el erotismo es la manera en que este cuerpo se organiza y que la sexualidad es una de las posibilidades de articularlo. Y si bien, como mencioné anteriormente, no sé mucho definir lo que es la belleza, sin embargo, sí soy consciente de que la belleza tiene mucho que ver con todo lo que es continente (es decir, forma), organización y articulación. Esto es lo que hace que, a mi entender, la belleza, que es muy frágil, tenga tanta importancia en el ser humano. A mí me resulta imposible hablar de las personas sin evocar estos temas que son constructores de nuestras subjetividades y de sus múltiples experiencias, es decir, constructores de relatos.

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Fotografía por Masiar Pasquali

El miedo a morir y perder la belleza del cuerpo material

 

Creo que sí, que todos tenemos estos dos miedos, ¿no? Quien no tiene miedo de morir, que arroje la primera piedra y quien no tenga miedo de perder la belleza de su cuerpo —porque todo cuerpo tiene su belleza propia—, que se arroje entonces a sí mismo una piedra. Me parece que todos tenemos estos dos miedos y creo que está bien que así sea. Tenerle miedo a la muerte quiere decir que tenemos ganas de estar vivos. Y eso es algo positivo. El tema es que, al mismo tiempo, que tenemos que aprender a vivir con ese miedo, paralelamente tenemos que prepararnos para la muerte porque tarde o temprano, la muerte será una cita ineluctable. Y entonces ahí es en donde cada uno tiene que ir elaborando, de forma muy personal, este asunto de cómo prepararnos para esta cita. En lo personal, voy tratando de que ese miedo vaya disminuyendo y que, poco a poco, vaya siendo reemplazado por otras cosas como, por ejemplo, la curiosidad.

 

Y en lo que se refiere a la pérdida de la belleza del cuerpo, también es algo que de a poco hay que ir aceptando. Yo no utilizaría la idea de la «pérdida», porque no creo que la belleza se pierda, sino que utilizaría la idea de la transformación. Me gusta pensar en la idea de que la belleza de un cuerpo se va transformando en otra cosa. La aparición de los signos o de las marcas del pasaje del tiempo en un cuerpo tiene algo muy bello. Pero es algo que hay que ir contrayéndolo, pensándolo, elaborándolo. Y entonces la idea de pérdida —que siempre supone una idea de dolor o desgarro—, puede ser reemplazada por la idea de transmutación o de conversión, que son ideas hermosas. ¿Y si dijéramos, por ejemplo, que el cuerpo no pierde su belleza, sino que la transforma? El cuerpo podría ser de esta manera un espacio metafórico, es decir, un territorio que acepta la noción de la mudanza en sí mismo.

 

El registro de la búsqueda de la belleza en la obra de arte y su recepción

 

Yo estoy absolutamente convencido de que la búsqueda de la belleza queda para siempre grabada en el ADN de toda obra de arte para que esa pesquisa sea retomada mucho tiempo después por el receptor que se enfrenta a esa obra. Cuando contemplo una pintura rupestre de hace miles y miles de años, siento que, poco a poco, me empieza a llegar desde un tiempo muy lejano la belleza que buscó la mano de la mujer que realizó esa pintura en las cavernas. Y cuando escucho un fragmento de (Claudio) Monteverdi me sucede lo mismo. O cuando miro un cuadro de (Joseph Mallord William) Turner. Cuando me enfrento a una de sus telas, voy dejando que la belleza del mar que Turner buscó en su pintura pueda pasar a mi cuerpo. Y cuando leo un poema de Idea Vilariño, me dejo impregnar de esa búsqueda de belleza que la poeta alcanzó al enhebrar las palabras. La experiencia artística es dejar que la búsqueda de la belleza de otros logre pasar a nuestro cuerpo. Por eso mismo, siempre insisto en que toda experiencia artística es algo absolutamente corporal: mi cuerpo por medio de mis sentidos recibe y hospeda el trabajo de otra persona. Es algo extraordinario, ¿no? Creo que de esta manera el arte logra inmortalizar la belleza, es decir, la va pasando de un cuerpo a otro cuerpo por los siglos de los siglos. El arte, de este modo, podría ser el único antídoto contra la muerte de la belleza, ¿no? Podríamos decir que el arte es lo único logra volver inmortal a la belleza. La belleza del lenguaje de Virginia Woolf ahora vive en mí y mañana vivirá en las hijas de nuestras hijas. Amén.

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Fotografía por Virginia Mesías

Old age, ethnicity and pain

Text by Fernanda Olivar. Photography by Mariela Benitez

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Those of us who have the privilege of having our grandmothers know that old age is not an easy stage. My grandmothers are older adults between 82 and 92 years old, black women who were born at the beginning of the last century into families submerged in structural poverty, who grew up surrounded by gender mandates and constraining social expectations that forced them to assume adult responsibilities even being infants. Both have only completed a few years of primary school, know how to read and write, began working as children, at the age of nine or so, in a "family home". One of them managed to develop a trade and even retire as a seamstress, the other continued to perform precarious care tasks until the end of her economically active life. One became a mother at fifteen, the other at thirty.

 

Despite being only ten years apart, their lives took very different paths since, despite having a similar origin, the opportunities that were presented to them conditioned dissimilar outcomes for one and the other. Today, their faces reflect the weariness of those resilient lives. His hands are maps of life, in his bodies he managed to map experiences.

 

In the family we see how the psychological well-being of the grandmothers is diminishing as relatives, sons, daughters, friends -that is, the reference group- are absent, the social landscape becomes deserted and, in the absence of having had the possibility of choosing and developing a life project based on their own motivations and interests, older adults are unable to achieve full adulthood.

 

The daily life of the elderly —needs, demands and challenges— is the absence of social policies, even from analyzes that incorporate the age dimension. When analyzing the population data of Uruguay, it is clearly possible to see a significantly greater component of children and young people in the Afro-Uruguayan population than in the rest of the population, marked by inequalities in access to essential services, an adulthood where this is consolidated as a situation and that This leads to older Africans having a lower life expectancy in general.

 

It is urgent to think about reparation actions for those who, having started working from a young age, in conditions of extreme job insecurity, without social rights, without labor protections, today face the need to continue working to support themselves, since they did not generate during their economically active life retirement contributions. Today there are few civil society organizations that bring together older people, most of those who are organized are people of reference for the social movement but there is very little organization that includes among its ranks and direct political actions the voice of older people in the community.

 

Some of the demands are focused on improving the quality of life, mental health care, the enjoyment of sexual rights, social security and economic autonomy. In Afro-old age, moreover, we must take into account the consequences of structural racism on self-esteem, on identity construction, which, added to the ageism typical of our culture and intertwined with gender issues, will have differential repercussions on women, men and racialized dissidence.

 

The social denial of structural racism, its relationship with sexism and class condition conditions the pain with which Afro women live and experience life throughout our life journey. Vilma Piedade says that machismo is racist, with it race and class intervene and, when we fail to see this imbrication, sisterhood goes away and pain remains.

 

Today I have my grandmothers alive, although without much motivation to resist existence. His few joys lie in seeing his offspring standing up, taking the post that they give us and obstinate in continuing to conquer rights, standing up, proudly black, for those who were and those who will come.

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¹In the book Doloridade, by the Afro-Brazilian writer Vilma Piedade, experiences involving common pains of black women are analyzed because they are sustained by the fabric of race/ethnicity-class-gender power. It is, therefore, the pain caused by racism that unites racialized women, distinguishing their experiences from non-racialized women, and analyzes from there the transforming power of these common experiences as learning turned into strategies towards the anti-racist struggle.

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The survival of transfeminism against feminism

Text by Laura Martínez Novas. Photography by Mariela Benitez

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When we talk about transfeminism, we are talking about the branch of feminism that starts from the actions of dissident identities of the gender assigned at birth. Therefore, transfeminism is, fundamentally, a movement by and for trans women who consider their liberation intrinsically linked to that of all women and more. She believes in the notion that there are as many ways to be a woman as there are women in the world, being free to make our own decisions without feeling guilty. For which, thus stated, can a trans woman be part of feminism? A trans gaze says, along with Simone de Beauvoir, that a woman is not born, she is built. It is possible that, in the collective memory, this thought is not shared in its entirety, therefore, we continue in the struggle within the femininities themselves.

 

Let us re-inform the concept of «woman». Women are not only those who have female genitalia, because then we make the masculine construction of transgender men invisible by putting them in the drawer of femininity, thus denying the masculine self-perceived gender identity. We think of «woman» as the construction of a gender identity and/or gender expression, independent of genitality.

 

Feminism, as a social and political identity, embraces us in our struggles, even if it does not fully share our interests. Even so, the transfeminist movement shares some claims with feminism in terms of health, education, housing, economy, violence, etc.

 

On the issue of health, trans people have some claims that are different from feminism in general, the health of trans femininity intersects and has particularities of both genders. For example: the health of trans men must take into account that they have bodies with the capacity to gestate. It is an aspect that is often not visible, so they are left unprotected from the legislation. In terms of violence, trans women are murdered throughout Latin America and the Caribbean just for being dissident femininities, for betraying the male clan and becoming women. The transphobic hatred of the patriarchy leads to murders and intersectionalities play an important role there, because if you are Afro, poor, indigenous, among others, those numbers increase.

 

Transfeminism came to show the peculiarities of a struggle that, although it is true that feminism opened up, has its own realities and specific requirements. In that sense and given the wide variety of feminisms, some of them embrace trans struggles. Others are trans-exclusive. In the latter case, hate speech, especially towards trans women for not having been born with female genitalia, seeks to make our struggle invisible, becoming very violent.

 

These hate speeches from that radical feminism —although we know that from feminism there is a resistance to calling them feminisms— trans women do not have a place in the movement. For transfeminism, inclusion in the feminist movement is difficult. Some aspects of feminism include the trans, but they do not listen to their voice, only a passive accompaniment is carried out. There are also other feminisms that include and listen to their voice, incorporating their claims. We had a clear example of this in the campaign for the Comprehensive Law for Trans People, in which feminism worked, supporting this conquest of rights that is so important for the trans population.

 

As trans women, we have learned that our safety often depends on how we look. The more unnoticed we go, the less our identity is noticed to see us as cisgender women, the more acceptance we achieve, but this also requires trans women to live in constant tension between what is required by hetero-cis-normativity and what each woman wants achieve in its construction. In the capitalist world in which we live, this depends on the economic level of trans people who, as we know, belong to the lower classes, which is why great anguish is generated and a distance between "should be" and " Want to be". This demand of a society that stigmatizes, violent and discriminates, is a scourge that trans women suffer daily.

 

However, that imaginary perfection that we want to achieve in order to respond to the expected parameters and be accepted is not always real. Possibly, they respond to old cultural fears, we must rethink that perfection can play against those who do not have the possibility of achieving it. From our place, it is important to continue making visible and supporting our struggle, which is everyone's.

 

The situation today is that feminism and transfeminism must walk hand in hand and fight hand in hand, because in the current geopolitical context, where religious hate speech predominates, feminism and transfeminism have the same objective: the fight against patriarchy that takes the places of power to oppress us.

 

That is why in each instance of struggle for acquired and other forgotten rights, it is important for us to feel accompanied by feminists, involving their support for our causes. And this is how we should continue walking and not question or be questioned in any of the new positions, although the debate must be permanent to position the struggles and thus, eradicating transmisogynous feminisms, achieve a greater and truer force of unity.

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Laura Thaís Martinez Novas is from Canelones. National Coordinator of the Territorial Referents of the Trans Collective of Uruguay.

He is studying Social Work at the Faculty of Social Sciences.

She is head of the Museum Network Department for Heritage and Culture in the Municipal Government of Canelones.

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It's the body's fault

Text by Julio Boffano / Photography by Mariela Benítez 

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Author of the book Knowing Me Made Me Free

    The second meaning of the Royal Spanish Academy defines the body as a "set of organic systems that constitute a living being" and, like any system, needs organize themselves to function interrelatedly and with interdependence. This is the first basic point to emphasize: the body is relational. From early childhood we talk about emotional, affective and relational regulators of our bodies, which will remain in the memory of what we learned to be and do in relation to how other people touched us, cared for us, fed us and, in my case too, for example, abused and raped. Already in the first years of life we learn not to disappoint those people we consider important, because we need approval, love and affection to develop socially. The body knows this and remembers it, but the good news is that it can be rebuilt, precisely because relationships and bonds allow change, if we choose to rebuild.

    The memories are implicit and also have to do with how they told us bodily that they loved and touched us. We learn how to share and communicate from our body, that is why it is very important to choose and decide how we share with other people, with whom we want to do this process and to what extent, because we do everything with our body and it is from that memory that we must go deconstructing Here  enter the impacts of what we conceive and perceive, as well as the cultural constructions of how a man, a woman or a mother should be, leaving almost no room for dissonance and dissidence._cc781905-5cde -3194-bb3b-136bad5cf58d_

      Guilt, then, has a very powerful role in influencing our behavior. When do you feel bad? When do you feel guilty? Guilty of what? Of not corresponding to what they awarded you? Of not complying with what they told you you had to be or with what you convinced yourself that you had to be? In the book, I dedicate an entire chapter to guilt because it is a control measure of the hegemonic power that makes you feel more and more vulnerable and vulnerable. There is a society that tells you how your body should be and, thanks to the struggles of many groups in recent years, diversities have opened up, also from the point of view of the bodies that we are and inhabit.

  In my case, I had to work for decades so that my body (which includes the brain) would not link everything with the abuse I suffered as a child. That process that I explain in my book Knowing me made me free implies, for example, learning the place that the ass has in the imaginary and in reality and the legitimacy of man-macho, it is very interesting to go through the different sayings and songs that there are about this theme.

      Accepting before others having been abused and being a survivor is very difficult. One feels sullied, dirty. The situation is very complex for women, who have been the great majority of the victims and who, even today, are socially accused of being indirect accomplices of the abusers. But it is also terrible for men. In our macho societies, where it is the man who dominates, the one who "has it the longest", how is it publicly assumed that one was abused or raped? How to say that one was also violated from that place? How does one look in the faces of others being an abused man?

     Patriarchy also oppresses us men who want to live new masculinities in and from our bodies, because we are relationships in and from our bodies. We tend to believe that we communicate with other people from the verbal, however, most of the communication is from our bodies with the implicit and learned  of everything that is corporeal and is always present , consciously or unconsciously. 

     In formal education, sometimes what is expected is that those bodies that are naturally always in motion stop moving during the cognitive process for learning; This "obligation" to neutralize the body has resulted in so many children and adolescents being medicated. The challenge will be what has happened during these years of the pandemic, where the body was mediated by information and communication technologies and to see how it was built there, since we are the body that we have been able to build and that shaped us , although, fortunately, we know and feel that it can be deconstructed and changed.

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  Fight against a Christian culture in general, which has an anthropology based on the idea that the body is evil and sinful conditions all people, as it happens with other religions. We must remember that the main sexual organ is the brain and sexuality is the energy that moves us, this being a different concept from sex in general and in particular from the reified and genitalized visions that exist in most Christianities.

     Most of our relationships and links are from that awareness and regulation that we have had in our bodies, that gives us the possibility of opening ourselves up, because we all have different bodies. It is for this reason that diversity is a wealth and is the only natural thing. The body is our territory and self-knowledge opens us to compassion, solidarity, altruism, respect and, ultimately, helping other people is the only path to interdependence and, therefore, to "happiness". And this is indeed a choice. The procession also goes on the outside, so let's allow ourselves to stop disguising and externalizing what we feel, let's free ourselves from guilt.

      Choosing who I am is choosing which faults go with me and which faults I decide to put aside, a bit like burying memories and the ones I decide to keep. We do not need the permission of any institution to be what we are.

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Julio Cesar Boffano (Paysandu, Uruguay 1966)

Bachelor of Communication, expert in organizational communication. University professor with a postgraduate degree in Education. He studied philosophy, theology, social sciences, human rights and public policy.

Journalist specialized in migration issues. Researcher, consultant and advisor in communication in different organizations, including political groups.

Municipal Councilor in Montevideo (2019-2024).

For 17 years he was a seminarian, religious and Jesuit priest of the Catholic Church.

Militant and human rights activist with accompaniment of people and movements

LGTBIQ+.

He defines himself as a migrant. He lived 13 years in Rome, one of his places in the world.

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In the most absolute secrecy

Text by Josefina González / Photography by Mariela Benítez  

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Transvestites-trans people have built our identity in the most absolute secrecy. This statement does not only refer to the fact that we have not had historical references to mirror us, but also that there has been  un  attempt_cc781905-5cde-3194-bb3b-136bad5cf585 -5cde-3194-bb3b-136bad5cf58d_ de  anularnos,  desaparecernos;  obligandonos  a transitar the margins of life in society, inhabiting common places, assigned for the simple fact of not having complied with the mandates that we were supposed to reproduce.

Navigating a world-system that is not built to allow us to freely transit our desires is violence, constantly putting our dead is  violence,  no_cc781905-5cde-3194-bb3b- 136bad5cf58d_ contar  con  voces  representativas  en  primera_cc781905-5cde- 3194-bb3b-136bad5cf58d_ persona  en  political spaces of decision is violence, being considered an object of fantasy-desire and not deserving of love-affectivity is violence.

When for the rest of the Uruguayan citizens democracy arrived in 1985, for the transvestites it was not like that.

Para  nosotras,  la  democracia  institucionalizada  llegaría_cc781905-5cde -3194-bb3b-136bad5cf58d_ recién  en el año 2005 cuando  la  primera  gestión_cc781905-5cde- 3194-bb3b-136bad5cf58d_ del  progresisimo repeals the razzias decree that allowed the police to detain us for 24,48,72 hours, or the time that they were given_cc781905-5cde-3194-bb3b-136d5cf58bad5cf antojara,  para  ficharnos  as sex workers and incidentally humiliate us, abuse us, rape us, ask for their "bribery" and a yes Endless other violence that was allowed because we were not considered citizens worthy of rights.

The secrecy, in our case, is not only reduced to institutional political contexts; but they also respond to pacts, social agreements that all the time place us in those places of subalternity, of non-legitimation, of no voice, the not possible, the not desirable.

People are more than complex beings, we cannot be reduced to simple genitality. However, a whole system of surveillance and control over bodies and identities continues to be reproduced. Everything is in order when there is concordance and correspondence between our genitality, gender, gender expression  e  identity_cc781905-5cde-3194-bb3b-136bad5c90-bb3b-136bad5cf58d_ de_cc194-de95-cc758d_ de_cc7581 bb3b-136bad5cf58d_ género.  Pero  las  alarmas  suenan  y  surveillance-punishment systems are activated when someone who does not reproduce those hegemonies excels, and much more to places of exposure and/or social, political, cultural recognition.

A recent example was all the discussion that aroused the participation of a few trans people in the last Olympic Games in Tokyo 2021.

 

“Of course, I am not totally oblivious to the controversy surrounding my participation in these Games,” Hubbard said after leaving the competition. “And as such, I would like to thank the IOC, for, I think, really affirming their commitment with the principles of Olympism, and establish that sport is something for everyone. It is inclusive. It is accessible."

Recién   en   el   año   2004, _cc781905-5cde-3194-bb3b- 136bad5cf58d_ el  Comité  Olímpico  Internacional  (COI)  admite_cc781905 -5cde-3194-bb3b-136bad5cf58d_ la participación de personas trans  y pone como condición que hayan pasado dos años de  estas  haber_cc781905- 5cde-3194-bb3b-136bad5cf58d_ realizado    la  cirugía  de_cc781905-5cde-3194-bb3b -136bad5cf58d_ reassignment_cc781905-5cde-3194-bb3b-136bad 5cf58d_ sexual.  Es  decir,  si  su genitalidad se correspondía con su expresión de género and gender identity could participate. In 2015, the entry conditions changed and they were a little "benevolent". Transgender athletes could participate if their testosterone levels were below 10 nanomoles per liter during the twelve months prior to competition. In addition, it is established that the athlete who declared that her gender identity is female could not change her gender for at least four years for sporting purposes. In this way, surveillance of bodies and identities is perpetuated, once again, in the 21st century, discussions focus on how male or female you are from a physical, hormonal, chromosomal, and genetic point of view. But we are not capable of revising the hegemonic competition-participation categories that respond to the male-female binarism. It is a clear message of exclusion, of "this is not your place". 

Exclusion leads us underground, because the development of all disciplines, including sports,  takes  years,  trayectorias  de  preparación,  y,  si  desde_cc781905 -5cde-3194-bb3b-136bad5cf58d_ el  come on,  children-youths of transvestites-trans people do not have the possibility of transiting those training spaces, they hardly achieve access those places.

The challenge remains intact, it is to be able to build another paradigm or, in more  poetic words,  de  the hand of labor , activist, poet Susy Shock: «to be another humanity».

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1. Statements by Laurel Hubbard

https://es.euronews.com/2021/08/02/disqualified-the-first-transgender-woman-who-participates-in-one-of-the-olympic-games _

Josephine Gonzalez

Degree in Communication Sciences - UdelaR- University of the Republic.

Studying a Master's Degree in Human Sciences option Latin American Studies, Faculty of Humanities and Sciences of la  Education- UdelaR- University of the Republic.

Transfeminist activist

2018-2019 One of the spokespersons for the National Campaign for the Comprehensive Law for Trans People.

Since 2006 he has worked for the design, promotion and implementation of regulations and public policy that guarantee the rights of people of gender-sex dissidence, with a special focus on Trans identities.

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hockey and soccer

Text by Elena Solís / Photography by Virginia Mesías

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     I'm at a parents' meeting at my daughter's school, at the beginning of the year, things have to be planned. The topic is extracurricular activities. I have to pay attention. However there are dates for other things. There is the family day, the national holidays, the kermesse of the fourth grade high school students who want to travel abroad. “They pass divine”, say the mothers, so one gets used to the idea that it has to be achieved, “my daughter has to travel”, I tell myself. There are the activities to make this trip happen, because it is very expensive. It's not just the kermesse, but a few previous meetings to plan tasks. A number of events aimed at raising money to teach them that, although their parents have enough money, it is good to make a little effort to achieve the things that one proposes. But since parents do not make an effort, they are unaware of that effort, the children do not learn it. 

    All the mothers brought notebooks, except me. The mothers are accompanied by the fathers. They write things down in notebooks. Parents tell them what to write down, so they don't forget this and that. 

     I've had my hand up for a long time to say something. But since I'm free they tend not to look at me or give me the floor at parent meetings. Sure, I keep my hand up until they have no choice but to wave at me to let me speak. I stop and ask very loudly: 

     And when do we have sex?

There is silence. I guess they need one more explanation so I say: 

     “For my part, Paty has a hockey game on Saturday mornings, and on Sundays too. I don't know if they know that this is one of the best hours that couples have for, that's where I choose a euphemism for “making love”, especially on weekends. Because on weekdays you have to get up early to take the kids to school and then go to work. And in the afternoon the little ones are awake, they are very perceptive and if they realize that one enters the room they generally go to knock on the door, they look for a way to prevent it. Also, at night, after the working day there are always thousands of things to talk about. On the other hand, on weekends we are more rested and right there it turns out that we have to take the little ones to the sports field. It's about time schools stop trying to undermine the sex lives of parents or the couples that parents have formed. It is evident, due to a matter of schedules and workload, that they do everything possible to not let us have sex.” 

     Silence is maintained for a few seconds. As befits her duties, the Director breaks it. He says that this school has always been managed that way, that the parents are satisfied with that way of operating, then he repeats changing a word: the married couples are satisfied, that type of issue has never been raised. Sure, she knows I don't have a marriage. 

     

     The Director thanked everyone for coming. So there everyone gets up from their chairs. They thank the school authorities for whatever they feel they should be thankful for. “Thank you, thank you, thank you” is heard several times. 

     On the way out I try to talk to some mothers. But the subject does not interest me. They're planning a mothers tea. It is a biannual meeting that adds to the busy schedule that my children's school implies. It's one moms tea per grade, so for me it's two moms teas, which I'm not going to go to. For others it is six or seven. 

     I miss my wife, still nobody knows that a beautiful woman is waiting for me in bed. I run towards her.

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Elena Solís, Montevideo, 1968.  She has been writing since she learned to write. In the year 2000 he began to preserve his writings with some serious but uncertain spirit.  He edited four unitary books: “Slugs and matches”, “Neuronina”, “Between the blankets” and “I wanted to be Elena Solis. He has participated in numerous anthologies of short stories and recently of poetry. He had some mentions in literary contests. His narrative was published in various media. She coordinated and coordinates “It's not a big deal, writing is an adventure with little risk to life”, a literary creation space that takes various forms according to the needs of the participants, including her.  It has two children.  He fell in love several times, but never like now. He lives with four bipeds and three quadrupeds. These beings that surround her, love, some dreams, fantasies, and anger, constitute the axis of her literature.  

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Solís, Elena, "I wanted to be Elena Solís", prologue by Laura Freixas, Madrid, Opera Prima Collection, Ediciones Turpial, 2015, 1st edition.

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The voice behind the silence

By: Alejandra Collette Spinetti Núñez

Shhhhhhhhhhh, it was the patriarchal, macho, heteronormative and military mandate that kept trans identities for so many years, in the painful silence of hiding, of hiding their voice in the pensions on Maldonado Street.  Escondidas in the neighborhoods of the periphery, grouped in trans families of choice, sharing a mate or some fried cakes. They could only go out, masked, during the day as “boulevard queens at night”.

That silence of Boulevard during the day, at night was filled with voices and sounds of tacos running, escaping from the razzia to hide in the leafy gardens of those houses that they dreamed of but would never inhabit. 

Transvestites made with industrial silicone and aircraft oil because it was the only possibility in the face of poverty: silicone themselves to be what they always wanted. Being, for them, was a corner. For them, being, was a corner of Boulevard, with cold, heat, rain, wind, blood and tacos. In those dark corners they conquered the voice behind the silence. 

Those silenced with names and nicknames of which today we only have a few memories, without knowing it, they put their bodies to the fight. The sidewalks of Boulevard will be, forever, marked by fear and pain. Inheritance of suffering for a romantic love that did not belong to them, because the men they aspired to used those bodies for pleasure, they paid for the service, not to build their lives with the transvestite whores of Boulevard._cc781905-5cde-3194-bb3b -136bad5cf58d_

 

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During the years of the dictatorship and until 2005, there was in Uruguay the so-called "raid edict", which allowed the military and police to arrest and imprison all those people, especially men who were perceived as "mannered" or "transvestites", for attack violent to modesty. Protected by this edict, people who, under the official perception, were "weird" or "transvestites" were imprisoned and were "filed" under the label of "passive pedophile" which generated a criminal record that did not allow them, among other things, leave the country. At that time, many transgender colleagues left the country with false documents or simply crossed the borders illegally in search of a better and freer life. Even when neighboring countries were also in dictatorships, they had different views towards the lgtb population. Of these women, few returned to the country and many were co-opted by trafficking networks and kidnapped in illegal brothels, many others were found dead or murdered.

 

How many of those women, of whom we know nothing, because the records did not include the transvestite variable, were prisoners, were tortured, used and abused in the barracks and police stations. How many of those women are still silenced today, without a photo, without recognition, without a name, without a street, a space that gives them a voice. How many of these trans women are still silenced today by the macho patriarchy, how many today have a voice in private spaces, but not in public spaces? 

The dominant power continues to silence generic dissidence without allowing access to spaces of privilege. Spaces that define an insurmountable border. Spaces that are always for the voices of those who are not trans, poor, Afro, disabled.

Today Boulevard continues to be a place of trans sex work, of those women who are expelled from their families as adolescents, because it is better to remain silent than to accompany them, but also of the migrants who arrive in Uruguay dreaming of trans paradise, dreaming of a job , with studies where there is no bullying, dreaming of a country of opportunities. Upon arrival they find a crossroads. A country, where the advanced legal framework remains in the abstraction of the legal framework and not in real access.

Photo: Mariela Benitez

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Photo: Mariela Benitez

Trans migrant people, Afro, poor, in a situation of disability, not in school, are still silenced and in this transectality many times the passage through penitentiary centers is still almost mandatory. The strong and heavy mark of prison on trans people leaves sequels that are difficult to overcome and that will remain not only on the skin but also on mental health. The immediate consequence is the street and prostitution in a country that requires a criminal record for employment.

The silences are historical, silencing dissidence is a practice that is repeated over time. Even today we have countries in Latin America and the Caribbean where homosexuality and even more trans gender identity is sentenced to prison. The voices behind those silences are still present. Our great revenge is to resist, is to be, is to feel happy being honest in a dishonest society. Today trans women and men, queer people, gender fluid, non-binary, continue to fight to make their voices heard and break the painful silence that our predecessors experienced firsthand and still resisted. Today we continue to fight to end that silence. Break the silence in the city and that in the  space of that boulevard - which for the trans community became a political place of struggle - carry a mark of remembrance, of appreciation to all those who put his body and his body in the fight.

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Photo: Mariela Benitez

Prof. Alejandra Collette Spinetti Núñez

 

Literature teacher Board of Secondary Education

National Director of TRANS COLLECTIVE OF URUGUAY

Secretary General of CORPORA EN LIBERTAD

Member of the GOVERNING COMMITTEE OF THE TRANS INTERNATIONAL FUND

Advisor for Uruguay of the IBERO-AMERICAN NETWORK OF EDUCATION

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