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Disidencias

De la familia tradicional al reconocimiento de la diversidad:breves nociones sobre el debate en torno a la «crisis de la familia»

Texto: Juan Martín Sánchez¹ y Sheina Leoni Handel²

Fotografía: Mariela Benítez

No existe algo como la familia, solo las familias

Diana GITTINS

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Diferentes sectores políticos presentan los cambios sociales como una muestra de la decadencia de la familia y de los valores tradicionales, y engloban como prueba de ello fenómenos tales como la transformación de los roles de género, la despenalización del aborto, el matrimonio igualitario o la mayor visibilidad de la diversidad sexual.

Intentar definir con precisión el concepto de familia no es nada sencillo, incluso en las ciencias humanas se manejan diferentes acepciones del término. Siguiendo a Macionis y Plummer, podemos decir que una familia es: « […] una institución social que agrupa a los individuos en grupos cooperativos encargados de tener y cuidar a los niños. Estas unidades sociales se basan en el parentesco, definido como vínculo social basado en la sangre, el matrimonio o la adopción³».

 

 

 

 

 

Sin embargo, como los mismos autores señalan, la definición está sujeta a debate. Por ejemplo, podríamos hoy cuestionarnos: ¿es necesaria la presencia de hijos para que exista una familia?

Nuestro imaginario social está dominado por el concepto de «familia tradicional» (es decir, la familia nuclear formada por padre, madre e hijos), el cual nace de la sociedad burguesa de fines del siglo XIX e inicios del siglo XX; pero que, pese a ser un constructo social, se nos presenta como una realidad ontológica inmutable, como si por fuera de ella no existieran familias.

Entendemos la familia como una realidad social e históricamente construida, lo central en ella es su carácter de grupo primario, dentro del que se desarrollan funciones como la socialización, la seguridad económica y afectiva, el cuidado de los hijos; el apoyo moral y psicológico. Funciones que se desarrollan de forma independiente al sexo, orientación sexual o identidad de género de sus miembros.

Este concepto engloba la diversidad de modelos familiares, entre los que podemos señalar: familias tradicionales, las familias extendidas (aquellas en las que se incluyen personas de diferentes generaciones), familias ensambladas (cuando se componen con agregados de dos o más familias), familias monoparentales (cuando solo hay uno de los padres a cargo), familias homoparentales (cuando se conforman con padres del mismo sexo), familias de elección (cuando las personas que la conforman no están necesariamente unidas por vínculos legales o de parentescos), entre otros.

El pasaje de la familia tradicional a la diversidad familiar es fruto de una serie de transformaciones sociales que han impactado en el relacionamiento social, sexual y afectivo de los seres humanos. Entre ellos, la transición demográfica, cambios en los roles de género, una disminución de la nupcialidad, un aumento de los divorcios, la postergación de la maternidad, etcétera, todos ellos vinculados con lo que Giddens⁴ denomina la sexualidad plástica, es decir, liberada de la visión exclusivamente reproductiva.

A la luz de estos cambios, ¿por qué entonces la familia sigue siendo objeto de disputa del discurso político? Porque es un aspecto central en la cosmovisión del orden social en el que los grupos conservadores centran sus esfuerzos por preservar el statu quo de las jerarquías en torno al sexo y el género. Al decir de Phillippe Masanet⁵, la referencia a «la familia» es uno de los mecanismos homofóbicos más tradicionales.

Detrás del discurso «profamilia» se esconde una estrategia a través de la que se construye un enemigo (a saber, la diversidad sexual y el feminismo), percibido como amenaza para el orden existente. El objetivo de esta narrativa es la relegitimación de la misoginia y la LGBTfobia en el ámbito social.

Es fundamental comprender estas modificaciones para elaborar un nuevo concepto de familia, que ha sido y es imprescindible, tanto en el pasado como en el presente de la humanidad. Podremos concluir con una idea digna de un nuevo debate: la familia no ha decaído ni está desapareciendo, simplemente se ha transformado.

 

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¹Juan Martín Sánchez nació en San Carlos, Uruguay. Es profesor de Historia en educación secundaria. Activista del colectivo Rainbow Families Uruguay.

² Sheina Leoni Handel nació en Montevideo, Uruguay. Es profesora de Sociología y Derecho en educación. secundaria y UTU. Es escritora y activista del colectivo Rainbow Families Uruguay.

³ Macionis, John y Plummer, Ken. Sociología. Madrid: Pearson, 2011.

⁴ Giddens A. La transformación de la intimidad. Sexualidad, amor y erotismo en las sociedades modernas. Barcelona: Cátedra, 1998.

⁵ Masanet, Philippe. «Familia», en Diccionario Akal de la homofobia, editado por Louis-George Tin (dir.). Madrid: Akal, 2012.

Valores

Disidencias

Texto por Angélica Beatriz Ramírez Abella¹

Fotografía por Mariela Benítez

A la memoria de la gran compañera Élida Pintos,

que nos prodigó con sus valores de amor,

sororidad y solidaridad.

En primera instancia, quisiera compartir algunos aspectos que entendemos centrales a la hora de hablar de las expresiones culturales colectivas de origen, africanas y/o afrodescendientes, como son las comparsas. Sin duda, las características que se fueron dando en la esclavitud y en el periodo poscolonial adquirieron nuevos contornos, fundamentalmente se trata de un fenómeno que se tornó público, que tomó las calles, nada diferente a otras expresiones de América Latina, con la particularidad de que en Montevideo se desarrolló en el ámbito urbano, en el centro de la ciudad, con un anclaje barrial, con referencias y gestionado por familias, pero que se extiende a otras y otros construyendo lazos de identidad colectiva. Se convocan se organizan en más de un liderazgo, lo que posibilita que se dé una entidad particular de cada grupo humano.

El período de la dictadura rompe con estas características de anclaje barrial expulsando a familias enteras a los márgenes de la ciudad, lo que no quiere decir que estas formas de expresión tradicional de danza, toque y símbolos decaiga; por el contrario, se expande, crece y se multiplica creando nuevos cimientos con especificidades nunca antes vistas, más de una comparsa ya no pertenece a las familias tradicionales, otras familias se dividen y dan lugar a múltiples comparsas en el mismo barrio o cercanas.

Surge un nuevo fenómeno: el de las cuerdas de mujeres que se apropian desde nuevos sentidos de pertenencias y empoderamiento pleiteando espacios nunca antes ocupados por las mujeres. Sin lugar a dudas, hablan de que esta expresión libertaria toca fibras a la sensibilidad de nuevas generaciones. Estas situaciones arrojan nuevas tensiones en las que los «naturales» (personas afrodescendientes) ven con preocupación el desvío o distorsión de las formas de toques, danzas y cantos que, otrora, eran patrimonio de los grupos excluidos y discriminados para ser un patrimonio de otros colectivos y personas que también sienten el candombe como parte de su identidad colectiva. Estas tensiones siguen vigentes y son parte de los desafíos a los que una comparsa joven de un barrio tradicional como Palermo se enfrenta.

La comparsa es impulsada, dirigida por un hombre joven Diego Paredes Ramirez, hoy con 39 años, no perteneciente a las familias que vivían en los conventillos, quien no llegó a ver la tragedia de la expulsión, ni tampoco el sentido comunitario que regía previo a los desalojos, pero que aprendió a respetar y valorar a sus referentes —particularmente a su maestro Gustavo Oviedo (jefe de la cuerda tradicional de Ansina por más de treinta años)— y lleva con humildad y respeto un legado que entiende debe resguardar, preservar y enaltecer. Con el compromiso que será hasta que generacionalmente otras y otros tomen la responsabilidad que él, junto a otras y otros, asume hoy.

Los tamborileros de tradición africana aprenden desde niños a tocar observando, van junto a sus padres, tíos familiares mirando la desde el proceso organizativo, el armado de cuerda, los lugares y la formas de ejecutar el instrumento central de la cuerda, hombres y mujeres conocen las jerarquías y referencias de esa orquesta que se desplaza, pero cuyos códigos y roles son de conocimiento de todos sus integrantes.

El resto de las personas acompañan bailando, caminando, ocupando todo el espacio público, adelante, a los costados y atrás, en una procesión donde personas de todas las edades, géneros, razas, expresan un sentir lleno de musicalidad y expresiones corporales de danza y canto. Valores de Ansina surge de la mano de uno de esos niños que participaba de las distintas comparsas que surgieron a lo largo de su vida. Jugaba a las comparsas, como reza la despedida de Valores escrita por Lucas Lessa, como muchos de les niñes del barrio, quienes tienen juegos que reflejan su cultura.

Diego Paredes tenía en su haber el hecho de ser hijo de una mujer que desde su juventud elige el candombe como su expresión musical de lucha y resistencia: Chabela Ramírez Abella, ella se autodefine más que como una cantante, como una mensajera de la cultura del candombe, por lo tanto, cuasi naturalmente comienza, casi adolescente, a tocar con sus amigos, a salir y compartir los toques y la música que se convierte en la pasión que centraliza su vida.

Diego forma parte de una familia con profundo compromiso social y político desde sus abuelos y familia extendida, él explica en una nota que le pone el nombre Valores por los principios éticos inculcados particularmente por su madre. Entiende tempranamente que el candombe es más que toque, danza y canto: es una forma de vida, un ritual impregnado de la resistencia de un pueblo que lucha por sobrevivir y emanciparse preservando su esencia identitaria. Sabe que, como se ha hecho tradicionalmente y a lo largo de los años, la comparsa se convierte en una gran escena donde la cultura afro expresa su pensar, su sentir y su posición frente a una sociedad que le ha dado la espalda.

Las comparsas le cantan a sus realidades, a su contexto, con la diversidad de pensamiento y de visión que cada grupo humano posee. Valores es una comparsa joven que no se ajeniza a los cambios sociales que se transita y ha puesto en el escenario de carnaval aspectos que hacen del cotidiano de las personas, las tensiones, los colectivos invisibilizados, las temáticas como el racismo, el sexismo y la diversidad sexual, para sacarlos del closet y mostrar sus consecuencias en la vida de las personas.

Sin dudas, se trata de una comparsa disruptiva, que rompe con formas más tradicionales colocando nuevos relatos desde las generaciones que atraviesan nuevas disyuntivas sociales ideológicas y políticas. Su espectáculo 2023, Entre, da cuenta de ello, incursiona en realidades diversas (no binarismo) que interpelan a la sociedad y nos ponen en el desafío de tomar posición. Así lo hace, más allá de los resultados que los jurados definieron. La proyección de la comparsa proyección toma lo cultural como herramienta social y política, incursiona en aspectos de fuerte preocupación para la sociedad uruguaya, como es el fenómeno de las adicciones, realizando el «Candombe salud», espectáculos callejeros en el barrio, apelando al cuidado a través de buscar formas de acortar riesgos en el consumo problemático. Por otro lado, luego de muchos años reedita los festivales de candombe en Candombe Vivo, promoviendo un espacio de presentación de bandas jóvenes que incursionan en este género, y cuenta con apoyo del Gobierno nacional y el Gobierno departamental.

Valores Comparsa ha tenido un plantel de dirección en el que Diego comparte con Agustina Martínez, Gabriel Skliro y un gran equipo de componentes y técnicos de alta exigencia técnica y profesional han tomado la responsabilidad de llevar adelante, junto a un numeroso plantel joven, esta propuesta innovadora de profundo raigambre palermitano. Hay dos mujeres que marcan la diferencia y le dan una identidad única, ellas son: Chabela Ramírez, con su clara esencia candombera, mujer de tradiciones y defensora ultranza de la cultura afro, y Jimena Márquez, quien abre un campo de nuevos enfoques y quien, desde su profesionalismo, sintetiza en su propuesta artística una aguda mirada de la realidad que nos circunda. El rápido ascenso de Valores en las premiaciones los encuentra entre las comparsas que definen, ocupando los primeros lugares.

Todos estos aspectos tienen como correlato que cada domingo cientos de jóvenes de todas las procedencias, razas y géneros acompañan su salida tradicional disfrutando de una comparsa que se ha tornado de referencia.

En una composición intergeneracional, interracial, que promueve la equidad de género y la inclusión, que sostiene las formas tradicionales esenciales y se abre a nuevos caminos donde explora y avanza a un compromiso social con aquellos sectores históricamente postergados. El carácter periférico de la comparsa va tomando un rumbo hacia la centralidad. Su trabajo en equipo, mujeres y hombres aportando en igualdad de condiciones en todos los ámbitos de la comparsa —tanto desde lo organizativo como desde el aporte humano de cada une de sus integrantes— son la clave del éxito de este bello grupo humano. Sus principios rectores establecen que, más allá de la competencia en términos carnavaleros, la cooperación, la solidaridad y el cuidado de las personas se tornan ejes claves de una sociedad que necesita de nuevas apuestas. Nuevas voces, nuevos tiempos, pero siempre: ¡Valores!

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¹ Angélica Beatriz Ramírez Abella nació en 1958 (65 años). Está formada en trabajo social (sin finalizar). Experta en racismo y afrodescendencia, género y gestión pública. y descentralización territorial. Integración al Grupo de jóvenes año 1973-1978 de la Asociación Cultural y Social Uruguay (ACSUN). Integración de la secretaria Ejecutiva de ACSUN (1984 a 1987). Integra el Concejo Editor de la Revista Mundo Afro.(1988). Cofunda Organizaciones Mundo Afro 1989. Impulsa el Grupo de Apoyo a la Mujer Afro (GAMA) 1989. Impulsa el Programa de Mujeres Negra de Mundo Afro. (1989) Delegada por Mundo Afro al Primer Encuentro del Cono Sur (1990). Delegada por Mundo Afro Al Encuentro Nacional de Organizaciones Afro (1990). Delegada al Primer Encuentro de Mujeres Negras ,Afrolatinas y Afrocaribeñas , República Dominicana, 1992. Delegada por el Cono Sur por la Red de Mujeres afrolatinas ,afrocaribeñas y de la Diaspora, 1992 al 2006. Jefa del Departamento de Mujeres Afro del Instituto Nacional de las Mujeres 2006 -2009. Directora Nacional del Instituto Nacional de las Mujeres 2010 -2014. Directora de descentralizacion (División de DDHH)2015 -2017. Directora de División de DDHH 2018 -2020. En 2018 fue declarada Ciudadana Ilustre de la Ciudad de Montevideo. Premiación Nelson Mandela (Ministerio de Educación y Cultura). Durante el 2021 Asesora del Municipio B. Es madre de cuatro hijas, abuela de ocho nietes y bisabuela de una bisnieta.

dissidenza

Normal soy yo

Texto por Ana Núñez 

Fotografía por Virginia Mesías

Esa noche yo decidí irme. Nos dijeron «será para otra vez, compañeros», y fue la vez que estábamos tan ilusionados. Era el año 1994. Pensé que íbamos a tener un cambio y yo había jurado que esa noche, si perdíamos, me iba a ir. La razón no estuvo relacionada con mi sexualidad —si bien los tiempos no eran iguales a los de ahora, afortunadamente no sufrí discriminación de ningún tipo—. Si la raíz de tu vida, que es tu familia, te apoya, te da confianza y te dice que el que te quiera, bien, y el que no, que marche, y que respetes para que te respeten, ya desde ahí se comienza a ser más madura. Nunca estuve pendiente de si me aceptaban o no. Si son mis amigos, me van a aceptar, no me van a juzgar si me ven feliz, si me quieren de manera sana: esto fue lo que tuve desde la cuna y desde la raíz. No sufrí tanto el tema porque en mi casa me educaron así, aunque cuando dije que me gustaban las chicas, que yo creía que era lesbiana, fue un asombro, obvio. A pesar de que yo soy de izquierda, mi padre era policía; nunca fue duro conmigo, no sufrí discriminación por su parte. En los noventa, a mis novias las traía a casa. Los tiempos estaban un poco revueltos, no hacía tanto que habíamos salido de la dictadura, preferían que yo estuviera en casa y no por ahí.

 

Pero estaba decepcionada con Uruguay, estaba entusiasmada con mi militancia de izquierda a pesar de que significara enfrentarme a mi padre. En aquella época creo que vivíamos todos con más fuerza. Recuerdo caminar por 18 de Julio en la ciudad de Paysandú, con Tabaré Vázquez al lado, e ir con el pecho tan grande, tan orgullosa, que se lo conté a todo el mundo. El llegar a la plaza Artigas y ver la gente, las banderas… Llegué a llorar, viví la política muy fuerte. Hay temas de los que uno no sabe ni entiende, pero, en ese tiempo, era la revolución en mi cuerpo lo que sentía: emoción, rabia, ganas. Hay cosas que son inexplicables.

El trabajo fue el motivo principal para emigrar. Soy aventurera y me gusta conocer cosas nuevas. Siempre trabajé en la cocina. Primero estudié tres años en el Instituto Gastronómico de Buenos Aires, de cocina internacional, para irme a España. Todo lo que quise, lo planifiqué y lo hice. Pasé por Buenos Aires a estudiar y reunir dinero, porque en aquel entonces no podía irme de un día para el otro; empecé de abajo. Viví allí seis años. Amo mi profesión y, a partir de ella, estudié sobre vinos, maridajes y fusiones, hice cursos de deshuesar jamón, por ejemplo, siempre dentro de mis historias de profesión. Yo creí que no iba a poder progresar en Uruguay como quería: soy ansiosa, no me gusta quedarme. Al día de hoy, sí que logré lo que quise, pero se sufre mucho, la distancia cada día es más dura. En la academia me decían: «Si querés ser alguien algún día, tenés que ser humilde, empezar de abajo. Vas a limpiar platos y a limpiar campanas y a limpiarle los zapatos a los cocineros durante diez años mínimo para empezar a subir», y eso es así. Nunca me creí que era una chef, o sea, un título no me hizo la profesión, la hicieron los años, el quemarme, el estar diez horas o doce horas con mesas de cien u ochenta comensales. Hay que ser muy dura y constante para llegar a ser alguien en algún momento.

 

Si damos un paso para atrás, lo que me dijeron en la academia me lo tomé en serio. Me lo tomé muy en serio y por suerte, porque fue así. Me recibí de chef en Buenos Aires en 2003, me fui y es verdad que el título no servía para nada sin experiencia. Soy quien soy gracias a la gente que me educó trabajando. Llegué a pasar mal y a estar en situaciones difíciles, varias veces quise volver y me di cuenta que acá lo tenía todo. Los inicios son difíciles y lo afectivo me llevó al extremo. Pero mi orientación sexual no me complicó en lo laboral, soy una persona que pone un límite entre lo profesional y lo personal y, veinte años después, habiendo enfrentado cualquier tormenta, soy jefa de una cocina con personal a cargo que implica, para mi forma de ser y pensar, tener que separar totalmente. Si quiero y necesito que se me respete, soy estricta y mi trabajo tiene que ser así, porque alguien impuntual, desprolija, que beba o fume durante su horario no corresponde.

 

No sufrí discriminación porque yo no lo permití. En mi casa no me manda nadie, en mi trabajo tengo jefes. Respeto ciertas normas sin involucrar mi vida personal. No me vinculo con ninguna persona del trabajo, mi vida privada es privada y puse una línea divisoria de la cual mi equipo no pasa, y yo tampoco. Sí sufrí una discriminación muy fuerte en mi vida personal, en una relación: diferentes clases sociales, una familia española frente a una inmigrante latina, trabajadora. Pero esa es otra historia.

Crónica de un deseo

Texto por Rodrigo Borda¹ 

Fotografía por Virginia Mesías

Siempre fui gay, desde mi cuaderno escolar con recortes de prensa de Tina Turner, pasando por bordar desde niño en secreto (que diga que bordo, no necesariamente significa que haya aprendido a hacerlo bien). Fue pensando en la historia de mi deseo que busqué sus primeras apariciones, y el viaje me remitió allí.

 

En la infancia es cuando comienzo a desear de manera abstracta. Abstracta quizás no sea el mejor adjetivo para indicar que esas fantasías eran sentidas como posibles realidades. Me proyecto coreando en grandes escenarios, aprendo canciones y, con la aparición del VHS, ensayo coreografías. Mezclado entre juegos y utopías de niño, al deseo lo ubico primero como pulsión, antes de convertirse en objetivos y objetos. Cuando la carga de inocencia va cambiando por experiencia, comienza a limitar y volver más concreto al objetivo/objeto del deseo.

 

«Siempre fui gay», significa ser predisidencias, prediversidad. La opción posible, no a mi alcance, era llamada closet. Desde antes de la pubertad me acompañó una etiqueta, no creo necesario hacer el ejercicio de recordar exactamente desde cuándo. Ya que lo importante es ahora resaltar que el deseo sexual es de aparición tardía dentro de los objetos/objetivos del deseo. Puedo identificar como un deseo fuerte y claro que la etiqueta, impuesta desde les otres, así como apareció, desapareciera.

 

Las etiquetas no hacen a las personas. Sí influyen en el desarrollo de la personalidad. La sexualidad estuvo presente mucho antes del deseo sexual, la asignación de les otres despertó mi curiosidad. La falta de referentes signaba la soledad, y las pocas referencias a la vista no eran muy optimistas.

 

Cierro los ojos y puedo recordar perfectamente la cocina a media tarde, el televisor Grundig Color, nuevamente un VHS y la sensación, que hoy podría asociar a un orgasmo, cuando Almodóvar con su Ley del deseo² me cuenta que existíamos. El nuevo mundo que me estaba mostrando no parecía Disney, pero estábamos en él y podríamos sobrevivirlo.

 

Ahora coexisto con una realidad que se va liberando de etiquetas, destinando su uso a lo reivindicativo. No soñaba de niño ni de adolescente con un objetivo tan concreto y alcanzado como los actuales «niveles» de naturalización de la diferencia. La lucha en colectivo hace vislumbrar victorias, el hecho de no existir más en soledad y en secreto no es reversible. Existen y se quedan referentes en todos los ámbitos de la sociedad. Esta revolución ya ocurrió. Podrán volver a variar los discursos y los usos de las etiquetas a lugares tanto imaginables como inimaginables, a lo que habrá que acompañar con atención como colectivo. Se actualizan mis deseos.

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¹Rodrigo Borda (Canelones, 1973) es Licenciado en Artes Plásticas y Visuales, Licenciado en Ciencias de la Comunicación, director de arte de cientos de publicidades, videoclips, cortometrajes y largometrajes nacionales e internacionales y docente de dirección de arte.

²Almodóvar, Pedro, director. Ley del deseo. El Deseo, 1987.

El dolor es una imposición, una construcción social

Texto por Thomi Berton¹ 

Fotografía por Virginia Mesías

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El dolor se percibe y se siente a diferente escala dependiendo del ser que lo carga, dependiendo de quién nos lo carga; por eso, hay diferentes maneras de sentir un mismo dolor.

Hay dolores que con el tiempo duelen menos y otros dolores que nunca se pasan.

Hay dolores que ayer nos desgarraron y hoy, tiempo después nos dan gracia.

Hay dolores físicos, hay dolores emocionales, hay dolores sociales, familiares y culturales.

Hay dolores fuertes, los hay también silenciosos, hay dolores que traemos de nuestros antepasados cual carga kármica, hay dolores profundos, dolores del alma.

Como dijo Cesar Vallejo en Los heraldos negros, hay dolores causados por los golpes que «abren zanjas oscuras/ son las caídas hondas de los Cristos del alma»

Somos hijes del dolor

El primer dolor que mamamos es el dolor del ser que nos trae al mundo. El dolor físico que acompaña al cuerpo a la hora del parto es, popularmente, el más conocido. Pero el dolor del parto va más allá del dolor físico genérico. Somos hijes del dolor de un parto no deseado, del dolor de un parto culposo, del dolor de un parto buscado, del dolor del parto por  «error», somos fruto del dolor de un parto calentito y también del parto hambriento, sediento y sucio.

Somos hijes del dolor, nos enseñan y nos adiestran bajo el mandato del sufrimiento. Nos imponen la obligación de aprender a resistirlo y cargar con él, aunque la fuerza del cuerpo no alcance y la pena nos desborde. Es el mismo mandato de sufrimiento el que nos lleva a situaciones extremas en las que la dolorosa cotidianeidad no se aguanta y el flagelo de terminarla y abandonar el sufrimiento nos trae realidades en las que el dolor impuesto termina valiendo más que la libertad y pesa más aún que la propia vida.

Venimos del dolor, nacemos con dolor, aprendemos que toda vida que valga la pena debe ser dolorosa y sufrida, nos creemos eso que nos dicen de chiquites, eso de que tenemos que sacrificarnos, idealizando nuestros dolores y miserias porque —según dicta el mandato— la vida debe ser sacrificio, porque nuestros ancestros se sacrificaron, porque nos enseñaron que el sacrificio, por más doloroso que sea, dignifica.

El dolor es discurso de victimización y es método de supervivencia, pero el dolor también es doctrina. Esta doctrina proviene de la tradición cultural judeocristiana en la que el sacrificio doloroso asegura el lugar en el paraíso, en la que los dioses se han sacrificado derramando su sangre por la humanidad y esta debe devolver ese sacrificio y dolor para honrarles, discursos que llenan las arcas de las instituciones religiosas que se convierten en espacios de opresión a las comunidades más débiles.

Este concepto permea toda la cultura que genera constantes dolores a la otredad sin medir la magnitud de ellos, hasta creando un discurso de odio que busca subordinar a quien es sujete de ese discurso y sacarle de la clase para colocarle fuera de toda clase, convirtiéndole en une desclasade o paria generando el dolor de no pertenencia.

El dolor da miedo, viene del miedo, se alimenta de las creencias impuestas y de las carencias que nos enseñan a cargar con dolor, pero sin motivarnos ni compartirnos las herramientas para salirnos de ellas. Nos acompaña durante toda nuestra vida y en el trayecto de esta sin importar las creencias, la raza, la etnia, el género, la edad u orientación sexual.

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Pedimos y deseamos llegar al ocaso de nuestras vidas sin él. Morir sin dolor, morir en calma, morir antes de doler. Para muches, hablar de la muerte es llenarse de miedo al pensar que pueda pasar después. Para otres, la incertidumbre de partir es el miedo de no saber si cuando muera voy a sufrir. La muerte es ese dolor que nos acompaña toda la vida sabiendo que cada día que vivimos nos acercamos más al final o a lo que creemos que es el final y, como nos enseñaron que la muerte es dolor, nos genera miedo; es a raíz de ese miedo es que aparece otro dolor, el enemigo, el tiempo: «Oh dolor, oh dolor, el tiempo come la vida» dice Charles Baudelaire en El enemigo. El tiempo, entonces, se vuelve aún más doloroso sabiendo que nos va quitando vida y no podemos detenerlo, pero sí aprovecharlo, animándonos a destruir las creencias impuestas, rompiendo el miedo a la o las muertes, haciéndonos fuertes desarmando lo que la sociedad ha armado para generar dolor, resistiendo, resiliendo, racionalizando lo impuesto y, de esa forma, romper ese miedo que causa dolor.

El primer dolor al que me enfrenté fue gracias al miedo impuesto, tan impuesto como ese mismo dolor. Dolor hijo del mandato que te hace sentir la presión, la obligación de deber ser. Deber ser lo que nos imponen, lo que quieren y esperan que seamos, esclavos del deber anhelando el poder ser.

De chiquita, adoraba bañarme de short bajo el chorro de agua de la manguera que colgaba en la cuerda de ropa, esos días de verano que sofocaban el pueblito de Tarariras, allá por los años dos mil y pico.

Todo estuvo bien cada verano hasta los cinco o seis años. Ahí conocí mi primer dolor, intentaban convencerme de que antes «no pasaba nada» porque era una niña chica y mi cuerpo «era igual al de mi sobrino», pero que a partir de ahí me estaba haciendo grande y debía comenzar a tapar mi cuerpo. «Los nenes no tienen tetas, por eso pueden estar sin remera. Las nenas no pueden mostrar las tetas, está mal».

Con esas justificaciones que mi entorno había aprendido y creía correctas, entendí que debía aprender a «ser nena» porque me enseñaron que eso debía ser. Me obligué a forzar mi esencia, quien yo realmente era, lo que me hacía feliz, lo que me daba vida, lo que me gustaba.

 

Hasta los doce años jugué a la pelota cada mañana contra la pared del frente de casa, a veces, cuando estaba con mi sobrino y hermano mayor o cuando los demás niños del barrio no me molestaban, también me animaba a pelotear en la canchita del baldío, donde me sentía libre cada vez que pisaba.

Insistí mucho para que me dejen hacer fútbol en algún cuadro del pueblo, pero fue a los doce cuando entendí que el no era porque «yo era nena», «el futbol es cosa de hombres» y «mirá si te pegan». Nunca más quise jugar a la pelota, a veces la levantaba en el fondo de casa un rato, pero no quería que me vean.

Mi primer dolor fue impuesto, nadie me dejó ser. Pero es que nadie sabía que ser, sin importar en que piel, siempre está bien. Imposiciones sí, creencias, miedos. No justifico a mi entorno, pero tampoco lo culpo ni lo condeno. Ellos, al igual que yo, aprendieron lo que les enseñaron, con las herramientas que tuvieron.

La sociedad se esconde tras un mandato de réplica que nos quiere formar con su molde a todes por igual, incluso desde antes de nuestro nacimiento, para que seamos un número más, una copia del anterior.

Como personas trans, tenemos el gran desafío de interpelar los mandatos tradicionales y obligatorios de la hegemonía patriarcal, cuestionar los privilegios, buscar espacios de reflexión y de deconstrucción de la matriz patriarcal, generar herramientas de autocuidado para quienes aún hoy por estos mismos mandatos, no pueden expresar su identidad de género. Como personas trans, debemos ser capaces de percibir y reconocer los desafíos para un cambio estructural.

 

La sociedad dictamina que tode aquelle que se salga de lo esperado, del molde que la matriz crea y multiplica, será libre solo con la fortaleza de ir contra la estructura toda, pagando de por vida el doloroso precio del ser por querer y no por imposición, y quien no tenga las herramientas, la fuerza y valentía de ir contra el gran monstruo también será condenado al dolor de por vida, pero con un dolor más inmenso aún, el deber ser para encajar, aunque eso signifique dejar de ser une misme y despedirse de la felicidad.

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¹Activista, militante por los Derechos Humanos, transfeminista, poeta popular. Integra Corpora en Libertad, una red de trabajo con personas LGBTIQ+, privadas de libertad.

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Autoficción: hacia un teatro introspectivo y estético

Texto por Sergio Blanco

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Fotografía por Virginia Mesías

En esta oportunidad, hemos elegido entrevistar a Sergio Blanco (1971), dramaturgo y director teatral franco-uruguayo. Algunas de sus obras son Kiev, Opus sextum, Kassandra, Tebas Land, Ostia, La ira de Narciso, El bramido de Düsseldorf, Cuando pases sobre mi tumba, Memento mori, entre muchas otras. Nos cuenta acerca de su vivencia respecto a la identidad y a la belleza, y su relación con estos conceptos en la vida y en la creación artística.

 

Sobre las multiplicidades del yo

 

Me multiplico porque me gusta reproducirme al infinito. Me gusta la idea de saber que puedo ser varios a la vez, es decir, que hay varias versiones distintas de mí. Me da seguridad pensarme de forma múltiple.

Siempre digo que el yo no existe, sino que lo que existe es una multiplicad infinitas de yoes. Tengo la convicción de que no soy uno, sino varios o varias. Algo así como si estuviera integrado por las distintas piezas de un puzle. Y te diré algo más: las distintas piezas de un puzle que no encajan necesariamente entre sí. Esto último me seduce mucho, me gusta sentirme dislocado, desarticulado, desvertebrado. Es por esto mismo que la noción de individuo no me atrae mucho: no me siento un ser indivisible, sino todo lo opuesto, es decir me siento un ser divisible en mil pedazos. La noción del estallido me parece hermosa. Me gusta mucho sentirme un ser divisible en mil pedazos que incluso entran en contradicción. Detesto la idea de la unidad o de la coherencia del ser. Siempre repito que mis diferentes yoes de alguna manera están en permanente colisión entre sí.

 

En ese deseo de multiplicarme al infinito, me gusta la idea de dar con esos yoes oscuros que también me integran. Tengo muchas zonas oscuras y me gusta muchísimo ahondar en ellas. Desde niño siempre pensé que la oscuridad era tan interesante como la luz. En estos días, por ejemplo, estoy pensando en escribir un texto en donde me pueda inventar en tanto que asesino, no sé, tengo ganas de experimentar el horror de quien comete un crimen. Pienso que debe de ser algo fascinante. Y entonces pienso que imaginarme como criminal me va a permitir experimentar un nuevo yo que nunca he probado aún.

 

Pensar en la belleza dentro del proceso creativo

 

No sé si soy yo quien piensa en la belleza o si es ella quien piensa en mí. En todo caso, la belleza está siempre muy presente en mi escritura, en mis puestas, en mis trabajos, en mis clases, en mis semanarios, en mis conferencias. No sé mucho lo que es la belleza. Y, al mismo tiempo, tengo bien claro lo que es. Con la belleza me pasa lo mismo que le pasaba a San Agustín con el tiempo cuando decía que sabía perfectamente lo que era pero que se sentía incapaz de explicarlo. Yo también sé lo que es la belleza, pero me siento incapaz de definirla o de explicarla. De todos modos, me gusta tratar de alcanzar la belleza, me gusta aspirar a ella, tender hacia ella.

En mi último texto, Zoo, en un momento el personaje de la veterinaria Rozental le pregunta a mi alter ego: «¿De dónde viene esa obsesión por la belleza?», y mi alter ego le responde: «Es algo que nos obsesiona a todos, ¿no?». Yo creo que todo ser humano está obsesionado o habitado por la idea de la belleza. Creo que uno de los sentidos de la existencia es tender hacia lo bello. Ahora bien: ¿qué es lo bello? No tengo idea. Y sin embargo lo sé reconocer sin ningún problema.

 

La idea de la belleza en el proceso de escritura está ahí, en algún lado. Mientras estoy trabajando —ya sea escribiendo o dirigiendo—, de golpe, algo en mí me dice: «Eso es bello». Y entonces lo registro. Es como si hubiera algo en mí que es capaz de detectar lo bello. Inmediatamente lo comparto con mis equipos y con mis colaboradores. Es algo que aparece de golpe, que no siempre es provocado o buscado. Es muy extraño. Te diría que es algo que acontece, que se produce de pronto, y, una vez que aparece, lo que hago es concientizarlo para que podamos darnos cuenta. El surgimiento de la belleza es como una especie de epifanía: es algo que sucede de golpe. Por eso siempre digo que cuando escribo o cuando dirijo, me es sumamente importante poder estar muy concentrado para ser capaz de poder detectar esa belleza con precisión y rapidez.

 

La belleza es siempre una convención, pero que, paradojalmente, no tiene reglas claras. Y es por esto mismo que no es algo fácil de lograr o de alcanzar. Es una verdadera paradoja: se trata, sin lugar a dudas, de una convención, pero sin reglas. Por otro lado, yo creo que nunca trato de desconfigurar nada, al contrario, te diría que todo mi trabajo es tratar de configurar. Por eso mismo, ni bien siento que estoy ante algo bello, inmediatamente lo que hago es configurarlo.

 

El cuerpo, la sexualidad, el arte y la belleza

 

La tríada entre cuerpo, erotismo y sexualidad es extraordinaria. Es como si fuera una especie de Santa Trinidad en donde se dan cita tres entidades fascinantes que están condenadas a entrelazarse hasta el infinito. Y es cierto que en mis textos el cruce del cuerpo, el erotismo y la sexualidad es una constante, pero ¿cómo no abordar esta tríada a la hora de buscar hablar de los seres humanos? Creo que el cuerpo es lo que nos contiene —una especie de continente—, que el erotismo es la manera en que este cuerpo se organiza y que la sexualidad es una de las posibilidades de articularlo. Y si bien, como mencioné anteriormente, no sé mucho definir lo que es la belleza, sin embargo, sí soy consciente de que la belleza tiene mucho que ver con todo lo que es continente (es decir, forma), organización y articulación. Esto es lo que hace que, a mi entender, la belleza, que es muy frágil, tenga tanta importancia en el ser humano. A mí me resulta imposible hablar de las personas sin evocar estos temas que son constructores de nuestras subjetividades y de sus múltiples experiencias, es decir, constructores de relatos.

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Fotografía por Masiar Pasquali

El miedo a morir y perder la belleza del cuerpo material

 

Creo que sí, que todos tenemos estos dos miedos, ¿no? Quien no tiene miedo de morir, que arroje la primera piedra y quien no tenga miedo de perder la belleza de su cuerpo —porque todo cuerpo tiene su belleza propia—, que se arroje entonces a sí mismo una piedra. Me parece que todos tenemos estos dos miedos y creo que está bien que así sea. Tenerle miedo a la muerte quiere decir que tenemos ganas de estar vivos. Y eso es algo positivo. El tema es que, al mismo tiempo, que tenemos que aprender a vivir con ese miedo, paralelamente tenemos que prepararnos para la muerte porque tarde o temprano, la muerte será una cita ineluctable. Y entonces ahí es en donde cada uno tiene que ir elaborando, de forma muy personal, este asunto de cómo prepararnos para esta cita. En lo personal, voy tratando de que ese miedo vaya disminuyendo y que, poco a poco, vaya siendo reemplazado por otras cosas como, por ejemplo, la curiosidad.

 

Y en lo que se refiere a la pérdida de la belleza del cuerpo, también es algo que de a poco hay que ir aceptando. Yo no utilizaría la idea de la «pérdida», porque no creo que la belleza se pierda, sino que utilizaría la idea de la transformación. Me gusta pensar en la idea de que la belleza de un cuerpo se va transformando en otra cosa. La aparición de los signos o de las marcas del pasaje del tiempo en un cuerpo tiene algo muy bello. Pero es algo que hay que ir contrayéndolo, pensándolo, elaborándolo. Y entonces la idea de pérdida —que siempre supone una idea de dolor o desgarro—, puede ser reemplazada por la idea de transmutación o de conversión, que son ideas hermosas. ¿Y si dijéramos, por ejemplo, que el cuerpo no pierde su belleza, sino que la transforma? El cuerpo podría ser de esta manera un espacio metafórico, es decir, un territorio que acepta la noción de la mudanza en sí mismo.

 

El registro de la búsqueda de la belleza en la obra de arte y su recepción

 

Yo estoy absolutamente convencido de que la búsqueda de la belleza queda para siempre grabada en el ADN de toda obra de arte para que esa pesquisa sea retomada mucho tiempo después por el receptor que se enfrenta a esa obra. Cuando contemplo una pintura rupestre de hace miles y miles de años, siento que, poco a poco, me empieza a llegar desde un tiempo muy lejano la belleza que buscó la mano de la mujer que realizó esa pintura en las cavernas. Y cuando escucho un fragmento de (Claudio) Monteverdi me sucede lo mismo. O cuando miro un cuadro de (Joseph Mallord William) Turner. Cuando me enfrento a una de sus telas, voy dejando que la belleza del mar que Turner buscó en su pintura pueda pasar a mi cuerpo. Y cuando leo un poema de Idea Vilariño, me dejo impregnar de esa búsqueda de belleza que la poeta alcanzó al enhebrar las palabras. La experiencia artística es dejar que la búsqueda de la belleza de otros logre pasar a nuestro cuerpo. Por eso mismo, siempre insisto en que toda experiencia artística es algo absolutamente corporal: mi cuerpo por medio de mis sentidos recibe y hospeda el trabajo de otra persona. Es algo extraordinario, ¿no? Creo que de esta manera el arte logra inmortalizar la belleza, es decir, la va pasando de un cuerpo a otro cuerpo por los siglos de los siglos. El arte, de este modo, podría ser el único antídoto contra la muerte de la belleza, ¿no? Podríamos decir que el arte es lo único logra volver inmortal a la belleza. La belleza del lenguaje de Virginia Woolf ahora vive en mí y mañana vivirá en las hijas de nuestras hijas. Amén.

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Fotografía por Virginia Mesías

Vecchiaia, etnia e dolore

Testo di Fernanda Olivar. Fotografia di Mariela Benitez

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Quelli di noi che hanno il privilegio di avere le nostre nonne sanno che la vecchiaia non è una fase facile. Le mie nonne sono anziane tra gli 82 e i 92 anni, donne nere nate all'inizio del secolo scorso in famiglie sommerse dalla povertà strutturale, cresciute circondate da mandati di genere e da aspettative sociali vincolanti che le hanno costrette ad assumersi responsabilità adulte anche essere bambini. Entrambi hanno completato solo pochi anni di scuola elementare, sanno leggere e scrivere, hanno iniziato a lavorare da bambini, all'età di nove anni circa, in una "casa famiglia". Una di loro riuscì a sviluppare un mestiere e persino a ritirarsi come sarta, l'altra continuò a svolgere compiti precari di cura fino alla fine della sua vita economicamente attiva. Una è diventata madre a quindici anni, l'altra a trenta.

 

Nonostante fossero a soli dieci anni di distanza, le loro vite presero strade molto diverse poiché, pur avendo un'origine simile, le opportunità che si presentavano loro condizionavano esiti dissimili per l'uno e per l'altro. Oggi i loro volti riflettono la stanchezza di quelle vite resilienti. Le sue mani sono mappe della vita, nei suoi corpi è riuscito a mappare le esperienze.

 

In famiglia vediamo come il benessere psicologico delle nonne stia diminuendo in quanto i parenti, i figli, le figlie, gli amici -cioè il gruppo di riferimento- sono assenti, il panorama sociale diventa deserto e, in assenza di aver avuto la possibilità di scegliere e sviluppare un progetto di vita basato sulle proprie motivazioni e interessi, gli anziani non sono in grado di raggiungere la piena età adulta.

 

La vita quotidiana degli anziani —bisogni, richieste e sfide— è l'assenza di politiche sociali, anche da analisi che incorporino la dimensione dell'età. Analizzando i dati demografici dell'Uruguay, è chiaramente possibile vedere una componente significativamente maggiore di bambini e giovani nella popolazione afro-uruguaiana rispetto al resto della popolazione, caratterizzata da disuguaglianze nell'accesso ai servizi essenziali, un'età adulta in cui questa è consolidata come una situazione e che questo porta gli africani più anziani ad avere un'aspettativa di vita più bassa in generale.

 

Urge pensare ad azioni di riparazione per coloro che, avendo iniziato a lavorare fin da giovane, in condizioni di estrema precarietà del lavoro, senza diritti sociali, senza tutele del lavoro, si trovano oggi ad affrontare la necessità di continuare a lavorare per mantenersi, non avendo generano durante i loro contributi pensionistici vitali economicamente attivi. Oggi sono poche le organizzazioni della società civile che riuniscono gli anziani, la maggior parte di quelle organizzate sono persone di riferimento per il movimento sociale ma c'è pochissima organizzazione che includa tra le sue fila e azioni politiche dirette la voce degli anziani nella comunità .

 

Alcune delle richieste sono incentrate sul miglioramento della qualità della vita, sull'assistenza sanitaria mentale, sul godimento dei diritti sessuali, sulla sicurezza sociale e sull'autonomia economica. Nella vecchiaia afro, inoltre, dobbiamo tenere conto delle conseguenze del razzismo strutturale sull'autostima, sulla costruzione identitaria, che, sommata all'ageismo tipico della nostra cultura e intrecciata con le problematiche di genere, avrà ripercussioni differenziate sulle donne, uomini e dissidenza razzializzata.

 

La negazione sociale del razzismo strutturale, il suo rapporto con il sessismo e la condizione di classe condiziona il dolore con cui le donne afro vivono e sperimentano la vita durante tutto il nostro percorso di vita. Vilma Piedade dice che il maschilismo è razzista, con esso la razza e la classe intervengono e, quando non si vede questa embricazione, la sorellanza se ne va e il dolore resta.

 

Oggi ho le mie nonne vive, anche se senza molte motivazioni per resistere all'esistenza. Le sue poche gioie risiedono nel vedere la sua progenie in piedi, prendere il posto che ci danno e ostinarsi nel continuare a conquistare diritti, in piedi, orgogliosamente nero, per chi era e per chi verrà.

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¹Nel libro Doloridade, della scrittrice afro-brasiliana Vilma Piedade, vengono analizzate le esperienze che coinvolgono dolori comuni delle donne di colore perché sono sostenute dal tessuto del potere di razza/etnia-classe-genere. È, quindi, il dolore causato dal razzismo che unisce le donne razzializzate, distinguendo le loro esperienze dalle donne non razzializzate, e da lì analizza il potere trasformante di queste esperienze comuni come apprendimento trasformato in strategie verso la lotta antirazzista.

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La sopravvivenza del transfemminismo contro il femminismo

Testo di Laura Martínez Novas. Fotografia di Mariela Benitez

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Quando si parla di transfemminismo si parla di quella branca del femminismo che parte dalle azioni delle identità dissidenti del genere assegnate alla nascita. Pertanto, il transfemminismo è, fondamentalmente, un movimento di e per le donne trans che considerano la loro liberazione intrinsecamente legata a quella di tutte le donne e non solo. Crede nell'idea che ci siano tanti modi di essere donna quante sono le donne nel mondo, essendo libere di prendere le proprie decisioni senza sentirsi in colpa. Per quale, così affermato, una donna trans può far parte del femminismo? Uno sguardo trans dice, insieme a Simone de Beauvoir, che una donna non nasce, è fatta. È possibile che, nella memoria collettiva, questo pensiero non sia condiviso nella sua interezza, quindi, continuiamo nella lotta all'interno delle femminilità stesse.

 

Riformiamo il concetto di «donna». Le donne non sono solo quelle che hanno i genitali femminili, perché poi rendiamo invisibile la costruzione maschile degli uomini transgender mettendoli nel cassetto della femminilità, negando così l'identità di genere maschile auto-percepita. Pensiamo alla «donna» come alla costruzione di un'identità di genere e/o di un'espressione di genere, indipendente dalla genitalità.

 

Il femminismo, come identità sociale e politica, ci abbraccia nelle nostre lotte, anche se non condivide pienamente i nostri interessi. Anche così, il movimento transfemminista condivide alcune affermazioni con il femminismo in termini di salute, istruzione, alloggio, economia, violenza, ecc.

 

Sulla questione della salute, le persone trans hanno alcune pretese che sono diverse dal femminismo in generale, la salute della femminilità trans si interseca e ha particolarità di entrambi i sessi. Ad esempio: la salute degli uomini trans deve tener conto del fatto che hanno corpi con capacità di gestazione. È un aspetto che spesso non è visibile, quindi non vengono tutelati dalla normativa. In termini di violenza, le donne trans vengono uccise in tutta l'America Latina e nei Caraibi solo per essere donne dissidenti, per aver tradito il clan maschile e per essere diventate donne. L'odio transfobico del patriarcato porta a omicidi e le intersezionalità giocano un ruolo importante lì, perché se sei afro, povero, indigeno, tra gli altri, quei numeri aumentano.

 

Il transfemminismo è venuto a mostrare le peculiarità di una lotta che, sebbene sia vero che il femminismo si è aperto, ha le sue realtà e le sue esigenze specifiche. In questo senso e data l'ampia varietà di femminismi, alcuni di loro abbracciano le lotte trans. Altri sono trans-esclusivi. In quest'ultimo caso, l'incitamento all'odio, soprattutto nei confronti delle donne trans per non essere nate con genitali femminili, cerca di rendere invisibile la nostra lotta, diventando molto violenta.

 

Questi discorsi di odio da quel femminismo radicale - anche se sappiamo che dal femminismo c'è una resistenza a chiamarli femminismi - le donne trans non hanno un posto nel movimento. Per il transfemminismo, l'inclusione nel movimento femminista è difficile. Alcuni aspetti del femminismo includono le trans, ma non ascoltano la loro voce, viene eseguito solo un accompagnamento passivo. Ci sono anche altri femminismi che includono e ascoltano la loro voce, incorporando le loro richieste. Ne abbiamo avuto un chiaro esempio nella campagna per la Legge Integrale per le Persone Trans, in cui ha funzionato il femminismo, sostenendo questa conquista dei diritti che è così importante per la popolazione trans.

 

Come donne trans, abbiamo imparato che la nostra sicurezza dipende spesso da come sembriamo. Più passiamo inosservati, meno viene notata la nostra identità per vederci come donne cisgender, maggiore è l'accettazione che otteniamo, ma questo richiede anche alle donne trans di vivere in una tensione costante tra ciò che è richiesto dall'etero-cis-normatività e ciò che ogni donna vuole raggiungere nella sua costruzione. Nel mondo capitalista in cui viviamo, questo dipende dal livello economico delle persone trans che, come sappiamo, appartengono alle classi inferiori, motivo per cui si genera una grande angoscia e una distanza tra "dovrebbe essere" e "voglio essere ". Questa richiesta di una società che stigmatizza, violenta e discrimina, è un flagello che le donne trans subiscono quotidianamente.

 

Tuttavia, quella perfezione immaginaria che vogliamo raggiungere per rispondere ai parametri attesi ed essere accettati non è sempre reale. Forse rispondono a vecchie paure culturali, bisogna ripensare che la perfezione può giocare contro chi non ha la possibilità di raggiungerla. Dal nostro posto, è importante continuare a rendere visibile e sostenere la nostra lotta, che è di tutti.

 

La situazione odierna è che femminismo e transfemminismo devono camminare mano nella mano e combattere mano nella mano, perché nell'attuale contesto geopolitico, dove predomina l'incitamento all'odio religioso, femminismo e transfemminismo hanno lo stesso obiettivo: la lotta contro il patriarcato che prende i posti del potere per opprimerci.

 

Ecco perché in ogni caso di lotta per i diritti acquisiti e altri diritti dimenticati, è importante per noi sentirci accompagnate dalle femministe, coinvolgendo il loro sostegno per le nostre cause. Ed è così che dovremmo continuare a camminare e non mettere in discussione o essere interrogati in nessuna delle nuove posizioni, anche se il dibattito deve essere permanente per posizionare le lotte e quindi, sradicando i femminismi trasmisogini, raggiungere una maggiore e più vera forza di unità.

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Laura Thaís Martinez Novas è di Canelones, Coordinatrice Nazionale dei Referenti Territoriali del Collettivo Trans dell'Uruguay.

Studia Servizio Sociale presso la Facoltà di Scienze Sociali.

È responsabile dell'Assessorato ai Beni e alle Culture della Rete Museale del Comune di Canelones.

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È colpa del corpo

Testo di Julio Boffano / Fotografia di Mariela Benítez 

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Autore del libro Conoscermi mi ha reso libero

    Il secondo significato della Royal Spanish Academy definisce il corpo come un "insieme di sistemi organici che costituiscono un essere vivente" e, come ogni sistema, ha bisogno di organizzare stessi a funzionare in modo interrelato e con interdipendenza. Questo è il primo punto fondamentale da sottolineare: il corpo è relazionale. Fin dalla prima infanzia si parla di regolatori emotivi, affettivi e relazionali del nostro corpo, che rimarranno nella memoria di ciò che abbiamo imparato ad essere e a fare in relazione a come le altre persone ci hanno toccato, curato, nutrito e, nel mio caso anche, per esempio, maltrattata e violentata. Già nei primi anni di vita impariamo a non deludere quelle persone che riteniamo importanti, perché abbiamo bisogno di approvazione, amore e affetto per svilupparci socialmente. Il corpo lo sa e lo ricorda, ma la buona notizia è che si può ricostruire, proprio perché le relazioni e i legami permettono di cambiare, se scegliamo di ricostruire.

    I ricordi sono impliciti e hanno anche a che fare con il modo in cui ci hanno detto fisicamente che ci amavano e ci toccavano. Impariamo a condividere e comunicare dal nostro corpo, ecco perché è molto importante scegliere e decidere come condividere con le altre persone, con chi vogliamo fare questo processo e in che misura, perché facciamo tutto con il nostro corpo e è da quella memoria che dobbiamo andare a decostruire Qui  inseriamo gli impatti di ciò che concepiamo e percepiamo, così come le costruzioni culturali di come dovrebbe essere un uomo, una donna o una madre, senza lasciare quasi spazio a dissonanze e dissidi._cc781905-5cde -3194-bb3b-136bad5cf58d_

      La colpa, quindi, ha un ruolo molto importante nell'influenzare il nostro comportamento. Quando ti senti male? Quando ti senti in colpa? Colpevole di cosa? Di non corrispondere a quanto ti hanno assegnato? Di non rispettare quello che ti hanno detto che dovevi essere o quello che ti sei convinto che dovevi essere? Nel libro dedico un intero capitolo alla colpa perché è una misura di controllo del potere egemonico che ti fa sentire sempre più vulnerabile e vulnerabile. C'è una società che ti dice come dovrebbe essere il tuo corpo e, grazie alle lotte di tanti gruppi in questi anni, si sono aperte diversità, anche dal punto di vista dei corpi che siamo e abitiamo.

  Nel mio caso, ho dovuto lavorare per decenni in modo che il mio corpo (che include il cervello) non collegasse tutto con gli abusi che ho subito da bambino. Quel processo che spiego nel mio libro Conoscermi mi ha reso libero implica, ad esempio, imparare il posto che l'asino ha nell'immaginario e nella realtà e la legittimità dell'uomo-macho, è molto interessante ripercorrere i diversi detti e canzoni che ci sono su questo tema.

      Accettare prima che gli altri siano stati maltrattati ed essere un sopravvissuto è molto difficile. Ci si sente macchiati, sporchi. La situazione è molto complessa per le donne, che sono state la grande maggioranza delle vittime e che, ancora oggi, sono socialmente accusate di essere complici indirette degli abusatori. Ma è terribile anche per gli uomini. Nelle nostre società maschiliste, dove è l'uomo che domina, quello che "ce l'ha più a lungo", come si presume pubblicamente che uno sia stato maltrattato o violentato? Come dire che uno fu violato anche da quel luogo? Come si fa a guardare in faccia gli altri essendo un uomo maltrattato?

     Il patriarcato opprime anche noi uomini che vogliamo vivere nuove mascolinità dentro e fuori dal nostro corpo, perché siamo relazioni i nostri corpi. Tendiamo a credere che comunichiamo con altre persone dal verbale, tuttavia, la maggior parte della comunicazione proviene dai nostri corpi con l'implicito e appreso  di tutto ciò che è corporeo ed è sempre presente, consciamente o inconsciamente . 

      Nell'educazione formale, a volte ci si aspetta che quei corpi che sono naturalmente sempre in movimento smettano di muoversi durante il processo cognitivo per l'apprendimento; Questo "obbligo" di neutralizzare il corpo ha portato alla medicazione di così tanti bambini e adolescenti. La sfida sarà ciò che è successo in questi anni di pandemia, dove il corpo è stato mediato dalle tecnologie dell'informazione e della comunicazione e vedere come è stato costruito lì, poiché siamo il corpo che abbiamo saputo costruire e che ci ha plasmato, anche se, fortunatamente, sappiamo e sentiamo che può essere decostruito e modificato.

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  Lotta contro una cultura cristiana in generale, che ha un'antropologia basata sull'idea che il corpo è malvagio e peccaminoso condiziona tutte le persone, come accade con le altre religioni. Dobbiamo ricordare che il principale organo sessuale è il cervello e la sessualità è l'energia che ci muove, essendo questo un concetto diverso dal sesso in generale e in particolare dalle visioni reificate e genitalizzate che esistono nella maggior parte dei cristiani.

     La maggior parte delle nostre relazioni e legami derivano da quella consapevolezza e regolamentazione che abbiamo possibilità di aprirci, perché tutti abbiamo corpi diversi. È per questo motivo che la diversità è una ricchezza ed è l'unica cosa naturale. Il corpo è il nostro territorio e la conoscenza di sé ci apre alla compassione, alla solidarietà, all'altruismo, al rispetto e, in definitiva, l'aiuto agli altri è l'unica via per l'interdipendenza e, quindi, per la "felicità". E questa è davvero una scelta. Il corteo va anche all'esterno, quindi permettiamo a noi stessi di smettere di camuffare ed esternare ciò che sentiamo, liberiamoci dalle colpe.

      Scegliere chi sono è scegliere quali difetti mi accompagnano e quali decido di mettere da parte, un po' come seppellendo i ricordi e quelli che decido di conservare. Non abbiamo bisogno del permesso di nessuna istituzione per essere ciò che siamo.

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Julio Cesar Boffano (Paysandu, Uruguay 1966)

Laureato in Comunicazione, esperto in comunicazione organizzativa. Professore universitario con una laurea in Scienze della Formazione. Ha studiato filosofia, teologia, scienze sociali, diritti umani e politiche pubbliche.

Giornalista specializzato in questioni migratorie. Ricercatore, consulente e consulente in comunicazione in diverse organizzazioni, inclusi gruppi politici.

Consigliere comunale di Montevideo (2019-2024).

Per 17 anni è stato seminarista, religioso e sacerdote gesuita della Chiesa cattolica.

Militante e attivista per i diritti umani con accompagnamento di persone e movimenti

LGTBIQ+.

Si definisce migrante. Ha vissuto 13 anni a Roma, uno dei suoi posti nel mondo.

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Nella più assoluta segretezza

Testo di Josefina González / Fotografia di Mariela Benítez  

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I travestiti-trans hanno costruito la nostra identità nella più assoluta segretezza. Questa affermazione non si riferisce solo al fatto che non abbiamo avuto riferimenti storici che ci rispecchiassero, ma anche che c'è stato  un  tentativo_cc781905-5cde-3194-bb3b -136bad5cf585 -5cde-3194-bb3b-136bad5cf58d_ de  anularnos,  desaparecernos;  obligandonos  un transitare i margini della vita nella società, abitando luoghi comuni, assegnati per il semplice fatto di non aver ottemperato ai mandati che dovevamo riprodurre.

Navigare in un sistema-mondo che non è costruito per permetterci di far transitare liberamente i nostri desideri è violenza, mettere costantemente i nostri morti is  violent,  no_cc781905-5cde-3194- bb3b- 136bad5cf58d_ contar  con  voces  representativas  en  primera_cc781905- 5cde- 3194-bb3b-136bad5cf58d_ persona  en  gli spazi politici di decisione è violenza, essere considerato oggetto di fantasia-desiderio e non meritevole di amore-affettività è violenza.

Quando per il resto dei cittadini uruguaiani arrivò la democrazia nel 1985, per i travestiti non fu così.

Para  nosotras,  la  democracia  institucionalizada  llegaría_cc781905-5cde -3194-bb3b-136bad5cf58d_ recién  en el año 2005 cuando  la  primera  gestión_cc781905-5cde- 3194-bb3b-136bad5cf58d_ del  progresisimo abroga il decreto razzias che consentiva alle forze dell'ordine di trattenerci per 24,48,72 ore, ovvero il tempo che gli veniva concesso_cc781905-5cde-3194-bb3b-136d5cf58bad5cf antojacf58bad5cf antojacf58bad5cf ,  para  ficharnos  e per inciso ci umiliano, ci abusano, ci violentano, chiedono la loro "corruzione" sì Infinite altre violenze che ci sono state permesse perché non eravamo considerati cittadini degni di diritti.

La segretezza, nel nostro caso, non si riduce solo a contesti politici istituzionali; ma rispondono anche a patti, accordi sociali che sempre ci pongono in quei luoghi di subalternità, di non legittimazione, di non voce, di non possibile, di non desiderabile.

Le persone sono più che esseri complessi, non possiamo essere ridotti a semplici genitali. Tuttavia, un intero sistema di sorveglianza e controllo su corpi e identità continua a riprodursi. Tutto è in ordine quando c'è concordanza e corrispondenza tra la nostra genitalità, genere, espressione di genere  e  identity_cc781905-5cde-3194-bb3b-136bad5c90-bb3b-de90-136bad5cf-136bad5 de95-cc758d_ de_cc7581 bb3b-136bad5cf58d_ género.  Pero  las  alarmas  suenan_cc781905-5cde-3194 -bb3b-136bad5cf58d_ y  i sistemi di sorveglianza-punizione si attivano quando qualcuno che non riproduce quelle egemonie primeggia, e molto di più nei luoghi di esposizione e/o di riconoscimento sociale, politico, culturale.

Un esempio recente è stata tutta la discussione che ha suscitato la partecipazione di alcune persone trans agli ultimi Giochi Olimpici di Tokyo 2021.

 

"Naturalmente, non sono del tutto ignaro delle controversie che circondano la mia partecipazione a questi Giochi", ha detto Hubbard dopo aver lasciato la competizione. "E come tale, vorrei ringraziare il CIO, perché, credo, ha davvero affermato il suo impegno con i principi dell'Olimpismo e stabilire che lo sport è qualcosa per tutti. È inclusivo. È accessibile."

Recién   en   el   año   2004, _cc781905-5cde-3194-bb3b- 136bad5cf58d_ el  Comité  Olímpico  Internacional  (COI)  admite_cc781905 -5cde-3194-bb3b-136bad5cf58d_ la participación de personas trans  y pone como condición que hayan pasado dos años de  estas  haber_cc781905- 5cde-3194-bb3b-136bad5cf58d_ realizado    la  cirugía  de_cc781905-5cde-3194-bb3b -136bad5cf58d_ riassegnazione_cc781905-5cde-3194-bb3b-136bad 5cf58d_ sexual.  Es  decir,  si  su genitalidad se correspondía con su expresión de género e l'identità di genere potrebbe partecipare. Nel 2015 le condizioni di ingresso sono cambiate e sono state un po' "benevole". Gli atleti transgender potrebbero partecipare se i loro livelli di testosterone fossero inferiori a 10 nanomoli per litro durante i dodici mesi precedenti la competizione. Inoltre, si stabilisce che l'atleta che ha dichiarato di essere femminile la propria identità di genere non può cambiare sesso per almeno quattro anni a fini sportivi. In questo modo, la sorveglianza dei corpi e delle identità si perpetua, ancora una volta, nel 21° secolo, le discussioni si concentrano su quanto sei maschio o femmina dal punto di vista fisico, ormonale, cromosomico e genetico. Ma non siamo in grado di rivedere le categorie egemoniche competizione-partecipazione che rispondono al binarismo maschio-femmina. È un chiaro messaggio di esclusione, di "questo non è il tuo posto". 

L'esclusione ci porta sottoterra, perché lo sviluppo di tutte le discipline, compreso lo sport,  take  anni,  trayectorias_cc7819 bb3b-136bad5cf58d_ de  preparación,  y,  si  desde_cc781905 -5cde-3194-bb3b -136bad5cf58d_ el  dai,  i bambini-giovani dei travestiti- le persone trans non hanno la possibilità di transitare in quegli spazi di formazione, difficilmente riescono ad accedere a quei luoghi.

La sfida resta intatta, è riuscire a costruire un altro paradigma o, in più  parole poetiche,  de  la mano di sindacale, attivista, poetessa Susy Shock: «essere un'altra umanità».

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1. Dichiarazioni di Laurel Hubbard

https://es.euronews.com/2021/08/02/squalified-the-first-transgender-woman-che-partecipa-a-uno-dei-giochi-olimpici _

Giuseppina Gonzalez

Laurea in Scienze della Comunicazione - UdelaR- Università della Repubblica.

Studiare una Laurea Magistrale in Scienze Umane opzione Studi Latinoamericani, Facoltà di Lettere e Filosofia di la  Education- UdelaR- Università della Repubblica.

Attivista transfemminista

2018-2019 Uno dei portavoce della Campagna Nazionale per la Legge Integrale per le Persone Trans.

Dal 2006 si occupa di ideazione, promozione e attuazione di normative e politiche pubbliche che garantiscano i diritti delle persone di dissidenza di genere e sesso, con particolare attenzione alle Trans identità.

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hockey e calcio

Testo di Elena Solís / Fotografia di Virginia Mesías

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     Sono a una riunione dei genitori a scuola di mia figlia, all'inizio dell'anno, le cose devono essere pianificato. L'argomento sono le attività extracurriculari. devo prestare attenzione. Tuttavia ci sono date per altre cose. C'è la giornata della famiglia, le feste nazionali, la kermesse degli studenti delle scuole superiori di quarta elementare che vogliono viaggiare all'estero. “Passano divine”, dicono le mamme, così ci si abitua all'idea che si deve realizzare, “mia figlia deve viaggiare”, mi dico. Ci sono le attività per realizzare questo viaggio, perché è molto costoso. Non è solo la kermesse, ma alcuni incontri precedenti per pianificare le attività. Una serie di eventi volti a raccogliere fondi per insegnare loro che, sebbene i loro genitori abbiano abbastanza soldi, è bene fare un piccolo sforzo per ottenere ciò che si propone. Ma poiché i genitori non fanno uno sforzo, non sono consapevoli di quello sforzo, i bambini non lo imparano. 

    Tutte le madri hanno portato i quaderni, tranne me. Le madri sono accompagnate dai padri. Annotano le cose sui quaderni. I genitori dicono loro cosa scrivere, in modo che non dimentichino questo e quello. 

      Ho alzato la mano per molto tempo per dire qualcosa. Ma siccome sono libero, tendono a non guardarmi o a non darmi la parola alle riunioni dei genitori. Certo, tengo la mano alzata finché non hanno altra scelta che salutarmi per farmi parlare. Mi fermo e chiedo ad alta voce: 

     E quando facciamo sesso?

C'è silenzio. Immagino che abbiano bisogno di un'altra spiegazione, quindi dico: 

     “Da parte mia, Paty fa una partita di hockey il sabato mattina e anche la domenica. Non so se sanno che questa è una delle ore migliori per le coppie, è lì che scelgo un eufemismo per “fare l'amore”, soprattutto nei fine settimana. Perché nei giorni feriali devi alzarti presto per portare i bambini a scuola e poi andare al lavoro. E il pomeriggio i piccoli sono svegli, sono molto percettivi e se si accorgono che uno entra nella stanza generalmente vanno a bussare alla porta, cercano un modo per impedirlo. Inoltre, di notte, dopo la giornata lavorativa ci sono sempre mille cose di cui parlare. Nei fine settimana invece siamo più riposati e proprio lì si scopre che dobbiamo portare i più piccoli al campo sportivo. È ora che le scuole smettano di cercare di minare la vita sessuale dei genitori o le coppie che i genitori hanno formato. È evidente, per una questione di orari e carico di lavoro, che fanno di tutto per non farci fare sesso”. 

     Il silenzio viene mantenuto per alcuni secondi. Come si addice ai suoi doveri, il Direttore lo interrompe. Dice che questa scuola è sempre stata gestita così, che i genitori sono soddisfatti di quel modo di operare, poi ripete cambiando parola: i coniugi sono soddisfatti, quel tipo di questione non è mai stata sollevata. Certo, sa che non ho un matrimonio. 

     

     Il Direttore ha ringraziato tutti per essere venuti. Quindi ecco che tutti si alzano dalle sedie. Ringraziano le autorità scolastiche per tutto ciò per cui sentono di dover essere grati. "Grazie, grazie, grazie" si sente più volte. 

      Mentre esco cerco di parlare con alcune madri. Ma l'argomento non mi interessa. Stanno preparando un tè per le mamme. È un incontro semestrale che si aggiunge al fitto programma che implica la scuola dei miei figli. È un tè di mamme per classe, quindi per me sono due tè di mamme, a cui non andrò. Per gli altri sono sei o sette. 

     Mi manca mia moglie, ancora nessuno sa che una bella donna mi aspetta a letto. Corro verso di lei.

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Elena Solís, Montevideo, 1968.  Scrive da quando ha imparato a scrivere. Nel 2000 inizia a conservare i suoi scritti con uno spirito serio ma incerto.  Ha curato quattro libri unitari: “Lumache e fiammiferi”, “Neuronina”, “Tra le coperte” e “I voleva essere Elena Solis. Ha partecipato a numerose antologie di racconti e recentemente di poesia. Ha avuto alcune menzioni in concorsi letterari. La sua narrativa è stata pubblicata su vari media. Ha coordinato e coordinato “Non è un grosso problema, scrivere è un'avventura con pochi rischi per la vita”, uno spazio di creazione letteraria che assume forme diverse a seconda delle esigenze dei partecipanti, lei compresa.  Ha due figli.  Si è innamorato più volte, ma mai come adesso. Vive con quattro bipedi e tre quadrupedi. Questi esseri che la circondano, l'amore, alcuni sogni, le fantasie e la rabbia, costituiscono l'asse della sua letteratura.  

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Solís, Elena, "Volevo essere Elena Solís", prologo di Laura Freixas, Madrid, Opera Prima Collection, Ediciones Turpial, 2015, 1a edizione.

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La voce dietro il silenzio

Di: Alejandra Collette Spinetti Nuñez

Shhhhhhhhhhh, è stato il mandato patriarcale, maschilista, eteronormativo e militare che ha mantenuto le identità trans per tanti anni, nel silenzio doloroso della clandestinità, del nascondere la propria voce nelle pensioni di Maldonado Street.  Escondidas nei quartieri di periferia, raggruppati in famiglie trans a scelta, condividendo un mate o qualche torta fritta. Potevano uscire solo, mascherate, di giorno come “regine del boulevard di notte”.

Quel silenzio di Boulevard di giorno, di notte era pieno di voci e suoni di tacos che correvano, scappavano dalla razzia per nascondersi nei giardini frondosi di quelle case che sognavano ma non avrebbero mai abitato._cc781905-5cde-3194-bb3b- 136bad5cf58d_

Travestiti realizzati con silicone industriale e olio aeronautico perché era l'unica possibilità di fronte alla povertà: silicone stessi per essere ciò che hanno sempre desiderato. L'essere, per loro, era un angolo. Per loro l'essere era un angolo di Boulevard, con freddo, caldo, pioggia, vento, sangue e tacos. In quegli angoli bui hanno conquistato la voce dietro il silenzio. 

Quelli messi a tacere con nomi e soprannomi di cui oggi abbiamo solo pochi ricordi, senza saperlo, mettono a dura prova i loro corpi. I marciapiedi del Boulevard saranno, per sempre, segnati da paura e dolore. Eredità di sofferenza per un amore romantico che non apparteneva a loro, perché gli uomini a cui aspiravano usavano quei corpi per piacere, pagavano per il servizio, non per costruirsi la vita con le puttane travestite di Boulevard._cc781905-5cde-3194- bb3b -136bad5cf58d_

 

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Durante gli anni della dittatura e fino al 2005, c'era in Uruguay il cosiddetto "editto di incursione", che permetteva ai militari e alla polizia di arrestare e imprigionare tutte quelle persone, soprattutto uomini che erano percepiti come "educati" o "travestiti". , per attacco violento alla modestia. Protette da questo editto, persone che, secondo la percezione ufficiale, erano "strane" o "travestite" sono state incarcerate e sono state "archiviate" sotto l'etichetta di "pedofilo passivo" che ha generato una fedina penale che non ha consentito loro, tra l'altro , lasciare il paese. A quel tempo, molti colleghi transgender lasciavano il Paese con documenti falsi o semplicemente varcavano i confini illegalmente in cerca di una vita migliore e più libera. Anche quando i paesi vicini erano anche sotto dittature, avevano opinioni diverse nei confronti della popolazione lgtb. Di queste donne, poche sono tornate nel Paese e molte sono state cooptate dalle reti di trafficanti e rapite in bordelli illegali, molte altre sono state trovate morte o uccise.

 

Quante di quelle donne, di cui non sappiamo nulla, perché i registri non includevano la variabile travestito, erano prigioniere, sono state torturate, usate e maltrattate nelle caserme e nelle stazioni di polizia. Quante di quelle donne sono ancora oggi messe a tacere, senza una foto, senza riconoscimento, senza un nome, senza una strada, senza uno spazio che dia loro una voce. Quante di queste donne trans sono ancora oggi messe a tacere dal patriarcato maschilista, quante oggi hanno voce negli spazi privati, ma non negli spazi pubblici? 

Il potere dominante continua a mettere a tacere la dissidenza generica senza consentire l'accesso a spazi di privilegio. Spazi che definiscono un confine insormontabile. Spazi che sono sempre per le voci di chi non è trans, povero, afro, disabile.

Oggi Boulevard continua ad essere un luogo di lavoro sessuale trans, di quelle donne che da adolescenti vengono espulse dalle loro famiglie, perché è meglio tacere che accompagnarle, ma anche delle migranti che arrivano in Uruguay sognando il paradiso trans, sognare un lavoro, con studi dove non c'è prepotenza, sognare un paese di opportunità. All'arrivo trovano un bivio. Un Paese, dove il quadro normativo avanzato resta nell'astrazione del quadro normativo e non nell'accesso reale.

Foto: Mariela Benitez

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Foto: Mariela Benitez

Le persone transmigranti, afro, povere, in situazione di disabilità, non a scuola, sono ancora messe a tacere e in questa transettalità molte volte il passaggio attraverso i centri penitenziari è ancora quasi obbligatorio. Il segno forte e pesante del carcere sulle persone trans lascia sequel difficili da superare e che rimarranno non solo sulla pelle ma anche sulla salute mentale. La conseguenza immediata è la strada e la prostituzione in un paese che richiede precedenti penali per il lavoro.

I silenzi sono storici, mettere a tacere la dissidenza è una pratica che si ripete nel tempo. Ancora oggi abbiamo paesi dell'America Latina e dei Caraibi dove l'omosessualità e ancor più l'identità di genere trans è condannata al carcere. Le voci dietro quei silenzi sono ancora presenti. La nostra grande vendetta è resistere, è essere, è sentirsi felici di essere onesti in una società disonesta. Oggi donne e uomini trans, persone queer, gender fluid, non binari, continuano a lottare per far sentire la propria voce e rompere il silenzio doloroso che i nostri predecessori hanno vissuto in prima persona e tuttora hanno resistito. Oggi continuiamo a lottare per porre fine a quel silenzio. Rompere il silenzio in città e che nello spazio  di quel boulevard - che per la comunità trans divenne luogo politico di lotta - porti un segno di ricordo, di apprezzamento a tutti coloro che hanno messo il suo corpo e il suo corpo nella lotta.

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Foto: Mariela Benitez

prof. Alejandra Collette Spinetti Núñez

 

Docente di Lettere Consiglio di Istruzione Secondaria

Direttore nazionale di TRANS COLLECTIVE OF URUGUAY

Segretario Generale di CORPORA EN LIBERTAD

Membro del COMITATO DIRETTIVO DEL FONDO INTERNAZIONALE TRANS

Consulente per l'Uruguay della RETE IBERO-AMERICANA DI EDUCAZIONE

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