Texto por Angélica Beatriz Ramírez Abella¹
Fotografía por Mariela Benítez
Disidencias
A la memoria de la gran compañera Élida Pintos,
que nos prodigó con sus valores de amor,
sororidad y solidaridad.
En primera instancia, quisiera compartir algunos aspectos que entendemos centrales a la hora de hablar de las expresiones culturales colectivas de origen, africanas y/o afrodescendientes, como son las comparsas. Sin duda, las características que se fueron dando en la esclavitud y en el periodo poscolonial adquirieron nuevos contornos, fundamentalmente se trata de un fenómeno que se tornó público, que tomó las calles, nada diferente a otras expresiones de América Latina, con la particularidad de que en Montevideo se desarrolló en el ámbito urbano, en el centro de la ciudad, con un anclaje barrial, con referencias y gestionado por familias, pero que se extiende a otras y otros construyendo lazos de identidad colectiva. Se convocan se organizan en más de un liderazgo, lo que posibilita que se dé una entidad particular de cada grupo humano.
El período de la dictadura rompe con estas características de anclaje barrial expulsando a familias enteras a los márgenes de la ciudad, lo que no quiere decir que estas formas de expresión tradicional de danza, toque y símbolos decaiga; por el contrario, se expande, crece y se multiplica creando nuevos cimientos con especificidades nunca antes vistas, más de una comparsa ya no pertenece a las familias tradicionales, otras familias se dividen y dan lugar a múltiples comparsas en el mismo barrio o cercanas.
Surge un nuevo fenómeno: el de las cuerdas de mujeres que se apropian desde nuevos sentidos de pertenencias y empoderamiento pleiteando espacios nunca antes ocupados por las mujeres. Sin lugar a dudas, hablan de que esta expresión libertaria toca fibras a la sensibilidad de nuevas generaciones. Estas situaciones arrojan nuevas tensiones en las que los «naturales» (personas afrodescendientes) ven con preocupación el desvío o distorsión de las formas de toques, danzas y cantos que, otrora, eran patrimonio de los grupos excluidos y discriminados para ser un patrimonio de otros colectivos y personas que también sienten el candombe como parte de su identidad colectiva. Estas tensiones siguen vigentes y son parte de los desafíos a los que una comparsa joven de un barrio tradicional como Palermo se enfrenta.
La comparsa es impulsada, dirigida por un hombre joven Diego Paredes Ramirez, hoy con 39 años, no perteneciente a las familias que vivían en los conventillos, quien no llegó a ver la tragedia de la expulsión, ni tampoco el sentido comunitario que regía previo a los desalojos, pero que aprendió a respetar y valorar a sus referentes —particularmente a su maestro Gustavo Oviedo (jefe de la cuerda tradicional de Ansina por más de treinta años)— y lleva con humildad y respeto un legado que entiende debe resguardar, preservar y enaltecer. Con el compromiso que será hasta que generacionalmente otras y otros tomen la responsabilidad que él, junto a otras y otros, asume hoy.
Los tamborileros de tradición africana aprenden desde niños a tocar observando, van junto a sus padres, tíos familiares mirando la desde el proceso organizativo, el armado de cuerda, los lugares y la formas de ejecutar el instrumento central de la cuerda, hombres y mujeres conocen las jerarquías y referencias de esa orquesta que se desplaza, pero cuyos códigos y roles son de conocimiento de todos sus integrantes.
El resto de las personas acompañan bailando, caminando, ocupando todo el espacio público, adelante, a los costados y atrás, en una procesión donde personas de todas las edades, géneros, razas, expresan un sentir lleno de musicalidad y expresiones corporales de danza y canto. Valores de Ansina surge de la mano de uno de esos niños que participaba de las distintas comparsas que surgieron a lo largo de su vida. Jugaba a las comparsas, como reza la despedida de Valores escrita por Lucas Lessa, como muchos de les niñes del barrio, quienes tienen juegos que reflejan su cultura.
Diego Paredes tenía en su haber el hecho de ser hijo de una mujer que desde su juventud elige el candombe como su expresión musical de lucha y resistencia: Chabela Ramírez Abella, ella se autodefine más que como una cantante, como una mensajera de la cultura del candombe, por lo tanto, cuasi naturalmente comienza, casi adolescente, a tocar con sus amigos, a salir y compartir los toques y la música que se convierte en la pasión que centraliza su vida.
Diego forma parte de una familia con profundo compromiso social y político desde sus abuelos y familia extendida, él explica en una nota que le pone el nombre Valores por los principios éticos inculcados particularmente por su madre. Entiende tempranamente que el candombe es más que toque, danza y canto: es una forma de vida, un ritual impregnado de la resistencia de un pueblo que lucha por sobrevivir y emanciparse preservando su esencia identitaria. Sabe que, como se ha hecho tradicionalmente y a lo largo de los años, la comparsa se convierte en una gran escena donde la cultura afro expresa su pensar, su sentir y su posición frente a una sociedad que le ha dado la espalda.
Las comparsas le cantan a sus realidades, a su contexto, con la diversidad de pensamiento y de visión que cada grupo humano posee. Valores es una comparsa joven que no se ajeniza a los cambios sociales que se transita y ha puesto en el escenario de carnaval aspectos que hacen del cotidiano de las personas, las tensiones, los colectivos invisibilizados, las temáticas como el racismo, el sexismo y la diversidad sexual, para sacarlos del closet y mostrar sus consecuencias en la vida de las personas.
Sin dudas, se trata de una comparsa disruptiva, que rompe con formas más tradicionales colocando nuevos relatos desde las generaciones que atraviesan nuevas disyuntivas sociales ideológicas y políticas. Su espectáculo 2023, Entre, da cuenta de ello, incursiona en realidades diversas (no binarismo) que interpelan a la sociedad y nos ponen en el desafío de tomar posición. Así lo hace, más allá de los resultados que los jurados definieron. La proyección de la comparsa proyección toma lo cultural como herramienta social y política, incursiona en aspectos de fuerte preocupación para la sociedad uruguaya, como es el fenómeno de las adicciones, realizando el «Candombe salud», espectáculos callejeros en el barrio, apelando al cuidado a través de buscar formas de acortar riesgos en el consumo problemático. Por otro lado, luego de muchos años reedita los festivales de candombe en Candombe Vivo, promoviendo un espacio de presentación de bandas jóvenes que incursionan en este género, y cuenta con apoyo del Gobierno nacional y el Gobierno departamental.
Valores Comparsa ha tenido un plantel de dirección en el que Diego comparte con Agustina Martínez, Gabriel Skliro y un gran equipo de componentes y técnicos de alta exigencia técnica y profesional han tomado la responsabilidad de llevar adelante, junto a un numeroso plantel joven, esta propuesta innovadora de profundo raigambre palermitano. Hay dos mujeres que marcan la diferencia y le dan una identidad única, ellas son: Chabela Ramírez, con su clara esencia candombera, mujer de tradiciones y defensora ultranza de la cultura afro, y Jimena Márquez, quien abre un campo de nuevos enfoques y quien, desde su profesionalismo, sintetiza en su propuesta artística una aguda mirada de la realidad que nos circunda. El rápido ascenso de Valores en las premiaciones los encuentra entre las comparsas que definen, ocupando los primeros lugares.
Todos estos aspectos tienen como correlato que cada domingo cientos de jóvenes de todas las procedencias, razas y géneros acompañan su salida tradicional disfrutando de una comparsa que se ha tornado de referencia.
En una composición intergeneracional, interracial, que promueve la equidad de género y la inclusión, que sostiene las formas tradicionales esenciales y se abre a nuevos caminos donde explora y avanza a un compromiso social con aquellos sectores históricamente postergados. El carácter periférico de la comparsa va tomando un rumbo hacia la centralidad. Su trabajo en equipo, mujeres y hombres aportando en igualdad de condiciones en todos los ámbitos de la comparsa —tanto desde lo organizativo como desde el aporte humano de cada une de sus integrantes— son la clave del éxito de este bello grupo humano. Sus principios rectores establecen que, más allá de la competencia en términos carnavaleros, la cooperación, la solidaridad y el cuidado de las personas se tornan ejes claves de una sociedad que necesita de nuevas apuestas. Nuevas voces, nuevos tiempos, pero siempre: ¡Valores!
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¹ Angélica Beatriz Ramírez Abella nació en 1958 (65 años). Está formada en trabajo social (sin finalizar). Experta en racismo y afrodescendencia, género y gestión pública. y descentralización territorial. Integración al Grupo de jóvenes año 1973-1978 de la Asociación Cultural y Social Uruguay (ACSUN). Integración de la secretaria Ejecutiva de ACSUN (1984 a 1987). Integra el Concejo Editor de la Revista Mundo Afro.(1988). Cofunda Organizaciones Mundo Afro 1989. Impulsa el Grupo de Apoyo a la Mujer Afro (GAMA) 1989. Impulsa el Programa de Mujeres Negra de Mundo Afro. (1989) Delegada por Mundo Afro al Primer Encuentro del Cono Sur (1990). Delegada por Mundo Afro Al Encuentro Nacional de Organizaciones Afro (1990). Delegada al Primer Encuentro de Mujeres Negras ,Afrolatinas y Afrocaribeñas , República Dominicana, 1992. Delegada por el Cono Sur por la Red de Mujeres afrolatinas ,afrocaribeñas y de la Diaspora, 1992 al 2006. Jefa del Departamento de Mujeres Afro del Instituto Nacional de las Mujeres 2006 -2009. Directora Nacional del Instituto Nacional de las Mujeres 2010 -2014. Directora de descentralizacion (División de DDHH)2015 -2017. Directora de División de DDHH 2018 -2020. En 2018 fue declarada Ciudadana Ilustre de la Ciudad de Montevideo. Premiación Nelson Mandela (Ministerio de Educación y Cultura). Durante el 2021 Asesora del Municipio B. Es madre de cuatro hijas, abuela de ocho nietes y bisabuela de una bisnieta.
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