Texto por Laura Martínez Novas
Fotografía por Mariela Benítez
Disidencias
Cuando hablamos de transfeminismo, estamos hablando de la rama del feminismo que parte de las acciones de las identidades disidentes del género asignado al nacer. Por lo tanto, el transfeminismo es, fundamentalmente, un movimiento por y para mujeres trans quienes consideran su liberación intrínsecamente vinculada a la de todas las mujeres y más. Cree en la noción de que hay tantas maneras de ser mujer como mujeres en el mundo, siendo libres de tomar nuestras propias decisiones sin sentirnos culpables. Por lo cual, así planteado, una mujer trans ¿puede ser parte del feminismo? Una mirada trans dice, junto a Simone de Beauvoir, que una mujer no nace, se construye. Es posible que, en la memoria colectiva, este pensamiento no sea compartido en su totalidad, por lo tanto, seguimos en la lucha dentro de las femineidades mismas.
Resinifiquemos el concepto de «mujer». Mujer no es únicamente quien tiene genitales femeninos, porque entonces invisibilizamos la construcción masculina de los varones trans poniéndolos en el cajón de la femineidad, negando así la identidad de género autopercibida masculina. Pensamos en «mujer» como la construcción de una identidad de género y /o expresión de género, independiente de la genitalidad.
El feminismo, como una identidad social y política, nos abraza en nuestras luchas, aunque no comparta con nosotras los intereses en su totalidad. Aun así, el movimiento transfeminista comparte algunos reclamos con el feminismo en cuanto a salud, educación, vivienda, economía, violencia, etcétera.
Sobre el tema salud, las personas trans tenemos algunos reclamos diferentes al feminismo en general, la salud de la femineidad trans se interseccionaliza y tiene particularidades de ambos géneros. Por ejemplo: la salud de los varones trans debe tener en cuenta que tienen cuerpos con capacidad de gestar. Es un aspecto que muchas veces no se visibiliza, por lo que quedan desamparados desde la legislación. En cuanto a la violencia, las mujeres trans somos asesinadas en toda Latinoamérica y el Caribe solo por el hecho de ser femineidades disidentes, por traicionar el clan masculino y convertirnos en mujeres. El odio transfóbico del patriarcado lleva a los asesinatos y ahí las interseccionalidades juegan un papel importante, porque si se es afro, pobre, indígena entre otros, esos números aumentan.
El transfeminismo llegó para mostrar las particularidades de una lucha que, si bien es cierto que el feminismo abrió, tiene sus propias realidades y sus requerimientos específicos. En ese sentido y ante la amplia variedad de feminismos, algunos de ellos abrazan las luchas trans. Otros son transexcluyentes. En este último caso, los discursos de odio, en especial hacia las mujeres trans por no haber nacido con genitalidad femenina, buscan invisibilizar nuestra lucha, volviéndose muy violentos.
Estos discursos de odio desde ese feminismo radical —aunque sabemos que desde el feminismo hay una resistencia a llamarles feminismos— las mujeres trans no tenemos un lugar en el movimiento. Para el transfeminismo resulta difícil la inclusión en elmovimiento feminista. Algunas vertientes del feminismo incluyen lo trans, pero no escuchan su voz, solo se realiza un acompañamiento pasivo. También existen otros feminismos que incluyen y escuchan su voz, incorporando sus reclamos. Un claro ejemplo de esto lo tuvimos en la campaña por la Ley Integral para Personas Trans, en la que el feminismo trabajó, apoyando esta conquista de derechos tan importante para la población trans.
Como mujeres trans, hemos aprendido que nuestra seguridad muchas veces depende de cómo nos vemos. Cuanto más desapercibida pasamos, cuanto menos se nota nuestra identidad para vernos como mujeres cisgenero, logramos más aceptación, pero esto también exige a las mujeres trans vivir en una constante tensión entre lo exigido por el hetero-cis-normativismo y lo que cada mujer quiere lograr en su construcción. En el mundo capitalista en el que vivimos, esto depende del nivel económico de las personas trans que, como sabemos, pertenecen a las clases más bajas, por lo que se genera una gran angustia y un distanciamiento entre el «deber ser» y el «querer ser». Esta exigencia de una sociedad que estigmatiza, violenta y discrimina, es un flagelo que las mujeres trans sufren a diario.
Sin embargo, esa perfección imaginaria que queremos alcanzar para responder a los parámetros esperados y ser aceptadas no siempre es real. Posiblemente, respondan a antiguos miedos culturales, debemos repensar que esa perfección puede jugar en contra de aquellas que no tienen la posibilidad de lograrlo. Desde nuestro lugar, es importante seguir visibilizando y sosteniendo nuestra lucha, que es la de todas.
La situación hoy es que el feminismo y el transfeminismo deben caminar de la mano y luchar a la par, porque en el contexto actual geopolítico, donde los discursos religiosos de odio predominan, los feminismos y el transfeminismos tienen un mismo objetivo: la lucha contra el patriarcado que toma los lugares de poder para oprimirnos.
Es por eso que en cada instancia de lucha por los derechos adquiridos y otros olvidados, nos importa sentirnos acompañadas por las feministas, involucrando su respaldo a nuestras causas. Y es así que deberíamos seguir caminando y no cuestionar ni ser cuestionadas en ninguna de las nuevas posturas, aunque el debate debe ser permanente para posicionar las luchas y así, erradicando los feminismos transmisóginos, lograr una mayor y más verdadera fuerza de unidad.
Laura Thaís Martinez Novas es de Canelones.Coordinadora Nacional de lxs Referentes Territoriales del Colectivo Trans del Uruguay.
Cursa estudios de Trabajo social en la Facultad de Ciencias Sociales.
Es jefa de Departamento en Red de Museos para Patrimonio y Cultura en la Intendencia Municipal de Canelones.
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