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  • Foto del escritorPiel Alterna

En la clandestinidad más absoluta


Texto por Josefina González / Fotografía por Mariela Benítez

Disidencias





Las personas travestis-trans hemos construído nuestra identidad en la clandestinidad más absoluta. Esta afirmación no refiere solo al hecho de que no hemos contado con referencias históricas para espejarnos, sino que también ha habido un intento sistemático de anularnos, desaparecernos; obligandonos a transitar los márgenes de la vida en sociedad, habitando lugares comunes, asignados por el simple hecho de no haber cumplido con los mandatos que se suponía debíamos reproducir.

Transitar un mundo-sistema que no está construído para permitirnos transitar libremente nuestros deseos es violencia, constantemente poner nuestras muertas es violencia, no contar con voces representativas en primera persona en los espacios políticos de decisión es violencia, ser consideradas objeto de fantasía- deseo y no merecedoras de amor-afectividad es violencia.

Cuando para el resto de las ciudadanas/os uruguayas/os llegó la democracia en el

85´, para las travestis-trans no fue así.

Para nosotras, la democracia institucionalizada llegaría recién en el año 2005 cuando la primera gestión del progresisimo deroga el decreto de razzias que permitía que la policía nos llevara detenidas por 24,48,72 horas, o el tiempo que se les antojara, para ficharnos como trabajadoras sexuales y de paso humillarnos, abusarnos, violarnos, pedirnos coimas a cambio de su «protección» y un sinfín de otras violencias que se permitieron porque no éramos consideradas ciudadanas merecedoras de derechos.

La clandestinidad, en nuestro caso, no se reduce solamente a contextos político institucionales; sino que responden, además, a pactos, acuerdos sociales que todo el tiempo nos colocan en esos lugares de subalternidad, de no legitimación, de la no voz, lo no posible, lo no deseable.

Las personas somos seres más que complejos, no se nos puede reducir a la simple genitalidad. Sin embargo se sigue reproduciendo todo un sistema de vigilancia y control sobre los cuerpos, las identidades. Todo está en orden cuando hay concordancia y correspondencia entre nuestra genitalidad, género, expresión de género e identidad de género. Pero las alarmas suenan y los sistemas de vigilancia-castigo se activan cuando alguna persona que no reproduce esas hegemonías sobresale, y mucho más si esa persona llega a lugares de exposición y/o reconocimiento social, político, cultural.

Un ejemplo reciente fue toda la discusión que suscitó la participación de unas pocas personas trans en los pasados Juegos Olímpicos en Tokio 2021.


«Por supuesto, no soy totalmente ajena a la controversia que rodea mi participación en estos Juegos", dijo Hubbard tras salir de la competición. "Y, como tal, me gustaría dar las gracias al COI, por, creo, afirmar realmente su compromiso con los principios del olimpismo, y establecer que el deporte es algo para todas las personas. Es inclusivo. Es accesible.» (1)


Recién en el año 2004, el Comité Olímpico Internacional (COI) admite la participación de personas trans y pone como condición que hayan pasado dos años de estas haber realizado la cirugía de reasignación sexual. Es decir, si su genitalidad se correspondía con su expresión de género e identidad de género podían participar. En el año 2015 cambiaron las condiciones de ingreso y fueron un poquito «benevolentes'». Las/os atletas transgénero podían participar si sus niveles de testosterona se encontraban por debajo de los 10 nanomoles por litro durante los doce meses previos a la competición. Además, se establece que la deportista que declarase que su identidad de género es femenina no podría cambiar de género durante al menos cuatro años a efectos deportivos. De esa manera, se perpetúa la vigilancia sobre los cuerpos y las identidades, una vez más, en pleno siglo XXI, las discusiones hacen foco en qué tan varón o mujer sos desde el punto de vista físico, hormonal, cromosómico, genético. Pero no somos capaces de revisar las categorías de competición-participación hegemónicas que responden al binarismo varón-mujer. Es un claro mensaje de exclusión, de «este no es tu lugar».

La exclusión nos lleva a la clandestinidad, porque el desarrollo de todas las disciplinas, incluso de las deportivas, lleva años, trayectorias de preparación, y, si desde el vamos, las niñeces-juventudes de personas travestis-trans no tienen la posibilidad de transitar esos espacios de formación, difícilmente logren acceder a esos lugares.

El desafío sigue intacto, es ser capaces de construir otro paradigma o, en palabras más poéticas, de la mano de la trava, activista, poeta Susy Shock :«ser otra humanidad».


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(1) Declaraciones de Laurel Hubbard



Josefina González

Licenciada en Ciencias de la Comunicación - UdelaR- Universidad de la República.

Cursando Maestría en Ciencias Humanas opción Estudios Latinoamericanos, Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación- UdelaR- Universidad de la República.

Activista Transfeminista.

2018-2019 Una de las voceras de la Campaña Nacional por la Ley Integral para Personas Trans.

Desde el año 2006 ha trabajado para el diseño, promoción e implementación de normativa y política pública que garanticen los derechos de las personas de las disidencias sexo-genéricas, haciendo especial foco en las identidades Trans.


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